El ¡®Aquarius¡¯ republicano del 39
Supervivientes de la traves¨ªa del ¡®Stanbrook¡¯, que evacu¨® a casi 3.000 refugiados espa?oles a Or¨¢n tras la guerra, reviven su historia al hilo del actual drama migratorio
Helia Gonz¨¢lez Beltr¨¢n ve las noticias sobre el Aquarius y naufraga. Regresa a los d¨ªas de marzo de 1939 cuando, con cuatro a?os, viaj¨® sentada sobre un ba¨²l desde Alicante hasta Or¨¢n a bordo del Stanbrook con cerca de 3.000 republicanos espa?oles que hab¨ªan perdido la guerra. ¡°El drama del Aquariusme ha removido todo, son muchas cosas que coinciden. Es importante que la gente sepa que son personas llenas de necesidades de todo tipo¡±, sostiene durante una entrevista por tel¨¦fono desde su casa de Elche, no demasiado lejos del puerto mediterr¨¢neo donde desembarcar¨¢n los refugiados que nadie ha querido en Malta e Italia.
El Stanbrook cambi¨® naranjas, tabaco y azafr¨¢n por derrotados el martes 28 de marzo de 1939, despu¨¦s de que su capit¨¢n, Archibald Dickson, zanjase su dilema entre obedecer a los armadores o a su conciencia. ¡°Entre los refugiados hab¨ªa toda clase de gente, algunos aparentaban ser extremadamente pobres y parec¨ªan consumidos por el hambre y mal vestidos, vistiendo una variedad de atuendos que iban desde monos a viejas y desgastadas piezas de uniformes e incluso mantas y otros peculiares trozos de tela. Hab¨ªa tambi¨¦n algunas personas, mujeres y hombres, con una buena apariencia y que asum¨ª eran mujeres y parientes de funcionarios¡±, contar¨ªa d¨ªas despu¨¦s el capit¨¢n en una carta dirigida al editor del londinense Sunday Dispatch.
Entre ellos subieron a bordo las ni?as Alicia y Helia Gonz¨¢lez junto a sus padres. ¡°El capit¨¢n recib¨ªa a cada uno de los que sub¨ªan al barco. A m¨ª me cogi¨® en brazos y me bes¨® en las mejillas. M¨¢s tarde sabr¨ªa por qu¨¦: ten¨ªa a una hija de mi edad. El barco iba repleto, no cab¨ªa m¨¢s gente. Algunos llevaban ba¨²les y cajas de herramientas, pero nosotros subimos sin nada¡±, revive Helia Gonz¨¢lez.
El acceso, controlado inicialmente por funcionarios de aduanas, se convirti¨® en un caos cuando los propios agentes decidieron sumarse al resto de refugiados ¡°tirando sus armas y equipo para unirse a la estampida por subir a bordo¡±, seg¨²n el capit¨¢n, que jam¨¢s hab¨ªa asistido a una emergencia semejante en sus 33 a?os en el mar. ¡°Cuando todos los refugiados se hallaron a bordo, era pr¨¢cticamente imposible dar una descripci¨®n adecuada de la escena que mi buque presentaba, y la semejanza m¨¢s cercana que puedo dar es decir que parec¨ªa unos de esos vapores vacacionales del r¨ªo T¨¢mesis en un d¨ªa festivo, solo que muchas veces peor¡±, describi¨® Dickson en abril de 1939. ¡°Los pasajeros abarrotaban la cubierta y las bodegas, y la l¨ªnea de flotaci¨®n se hallaba muy por debajo de la superficie¡±, cuenta el historiador Paul Preston en su libro El final de la guerra (Debate).
Aquel barco, acondicionado solo para alojar a 24 tripulantes, zarpa con ¡°cerca de 3.000 personas, entre las que van el teniente Amado Granell, uno de los que liberar¨ªa Par¨ªs en 1944 al frente de la Nueve¡±, explica Rafael Arnal, fundador de la asociaci¨®n Operaci¨®n Stanbrook, que ha rescatado la historia de las 20 horas de traves¨ªa en libros y documentales.
El capit¨¢n y algunos oficiales cedieron sus camarotes a los d¨¦biles. Hab¨ªa exiliados api?ados en la cubierta, alrededor de la chimenea, en las bodegas, en el sal¨®n. Helia y su familia pasaron la noche del 29 de marzo en un pasillo. Sin apenas moverse. ¡°Al d¨ªa siguiente temprano llegamos a Or¨¢n. Estuvimos un par de d¨ªas en el barco hasta que dejaron bajar a las madres, a los ni?os, a los mayores y a los enfermos. En el Stanbrook quedaron casi todos, incluido mi padre¡±, relata.
Las autoridades francesas se niegan a aceptar aquel pasaje de desesperados tan ideologizados como para necesitar huir de Espa?a. ¡°Trataron por todos los medios de impedir el desembarco de los llegados alegando no disponer de ninguna infraestructura adecuada para instalarlos. En realidad lo que tem¨ªan era la presencia de rojos que pudieran alterar el orden p¨²blico¡±, expone Ricard Camil Torres, profesor de Historia Contempor¨¢nea de la Universidad de Valencia y comisario de la exposici¨®n Stanbrook, 1939. El exilio republicano hacia el norte de ?frica, celebrada en 2014.
40 d¨ªas a bordo
Durante 40 d¨ªas, los exiliados permanecieron a bordo en condiciones extremas. ¡°Las autoridades francesas no facilitaron alimentos ni agua potable. Las necesidades fisiol¨®gicas se deb¨ªan realizar a la vista de todo el mundo. Los pasajeros se debieron contentar con aquello que les era suministrado por miembros de la colonia espa?ola en Or¨¢n y franceses a t¨ªtulo individual¡±, a?ade Torres.
Helia Gonz¨¢lez recuerda peque?as embarcaciones que se aproximaban al mercante para facilitar alimentos al pasaje: ¡°Mi padre escribi¨® la direcci¨®n de unos familiares en un papel de fumar y la entreg¨® a una de esas barquitas. No hemos sabido qui¨¦n lo hizo, pero lo cierto es que esa nota lleg¨® a Sidi Bel Abbef, a 90 kil¨®metros de Or¨¢n, donde viv¨ªan aquellos t¨ªos, que reclamaron la salida de mi padre del Stanbrook¡±.
Tras la propagaci¨®n de casos de tifus y otras enfermedades infecciosas, se autoriz¨® el desembarco. Los refugiados se enviaron a c¨¢rceles y campos de trabajo. La familia de Olimpia Ruiz Candelada, un beb¨¦ de 12 meses en 1939, cambi¨® el hacinamiento del Stanbrook por otros horrores. ¡°Vivimos mucha brutalidad en los campos durante cuatro a?os. A mi madre le sangraban las manos de lavar colchonetas y a mi padre le dieron palizas¡±, recuerda Ruiz. Su padre fue uno de los 2.000 espa?oles destinados a la construcci¨®n del Transahariano, ¡°una delirante idea¡±, seg¨²n el historiador Ricard Camil Torres, ¡°de enlazar por medio del ferrocarril a trav¨¦s del desierto los puertos mediterr¨¢neos franceses con sus colonias en N¨ªger¡±. Otros, como Amado Granell, acabar¨ªan haciendo historia al liberar Par¨ªs en 1944.
¡°He llorado viendo ahora a los emigrantes¡±
"Me subleva que pa¨ªses como Italia tengan esa actitud ante gente tan desdichada. He llorado viendo cosas as¨ª con los emigrantes. No se me olvida lo que pasamos nosotros. No le tengo rencor a nadie, pero me pareci¨® una injusticia tremenda abandonar a la gente con tanta miseria, como hizo con nosotros Francia", se?ala Olimpia Ruiz Candelada, una de las ocupantes del Stanbrook junto a sus tres hermanos y sus padres.
La historia del mar acumula algunos episodios siniestros, de traves¨ªas condenadas a no tener fin y pasajes forzados a errar por el mar. Poco despu¨¦s de que el Stanbrook atracase en Or¨¢n, el St. Louis, un crucero de lujo con 900 jud¨ªos que hu¨ªan de Alemania en 1939, fue rechazado en Cuba y en Estados Unidos y obligado a regresar a Europa. Tambi¨¦n el Exodus, con 4.554 jud¨ªos supervivientes del nazismo, fue rechazado por los brit¨¢nicos en Palestina en 1947 y obligado a regresar a Alemania.
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