La superviviente era mujer

Las pel¨ªculas de supervivencia extrema suelen debatirse entre su vertiente m¨¢s f¨ªsica y la aureola m¨¢s melodram¨¢tica. Conjunci¨®n de extremos esencial cuando la muerte se acerca a cada minuto, que las historias pueden aunar con un relato en presente que, de forma m¨¢s o menos sutil, en sus di¨¢logos y en sus acciones, vaya dibujando la personalidad de sus h¨¦roes, o con una narraci¨®n que incluya algunos flashbacks para conformar la posible identificaci¨®n emocional entre protagonistas y espectadores.

A la deriva, duod¨¦cimo largometraje de Baltasar Korm¨¢kur, siempre a caballo entre su Islandia natal y el cine de Hollywood, esta vez desde Estados Unidos, elige la segunda de las opciones de un modo tan met¨®dico que casi parece minutado para su perfecto equilibrio. As¨ª, la estructura con alternancia de secuencias entre el cielo y el infierno, entre la formaci¨®n del v¨ªnculo sentimental de la pareja protagonista y la posible ruptura a causa del inminente naufragio de su barco en alta mar, lleva a cada una de los momentos hasta una nueva dimensi¨®n: con un punto tr¨¢gico los del placer, y con un ramalazo rom¨¢ntico los del suceso.

Sin embargo, demasiados pasajes del pasado tienen un acento convencional, de telefilme, con su banda sonora relamida y sus cancioncillas melosas. Como contrapartida, en las del agua al cuello, Korm¨¢kur, que no es un ning¨²n donnadie, y ya bregado en la odisea con la notable Everest (2015), est¨¢ mucho m¨¢s c¨®modo y se luce en la tensi¨®n.

Basada en una historia real, A la deriva no tiene el clasicismo ni la pureza de la reciente, y muy semejante, Cuando todo est¨¢ perdido (J. C. Chandor, 2013), pero, a cambio, ofrece una importante variante: esta vez es una mujer joven, fuerte en lo f¨ªsico y en lo mental, la que debe amparar al hombre con sus acciones, y no al rev¨¦s, como ha ocurrido toda la vida, al menos en el cine.