Un nuevo hallazgo en el cementerio de naufragios de D¨¦nia
Dos submarinistas aficionados hallan un barco del siglo XIV en la playa de Les Marines
Dos submarinistas aficionados han encontrado en una playa de D¨¦nia (Alicante) los restos de un barco del siglo XIV. Los submarinistas vieron lo que les pareci¨® una estructura de madera cuando buceaban frente a la playa de Les Marines la primavera pasada, en un d¨ªa desabrido y con poca visibilidad. Al acercarse, observaron que se trataba de las cuadernas ¡ªlas costillas¡ª y la barandilla de un nav¨ªo. Junto a ellas, a merced de las olas, hab¨ªa tres piezas de cer¨¢mica en un extraordinario estado de conservaci¨®n que, tras ser analizadas, han sido presentadas ahora.
El Mediterr¨¢neo esconde frente a D¨¦nia decenas de pecios. El m¨¢s antiguo, unas ¨¢nforas ibicencas, se remonta al siglo VI antes de Cristo. El verano pasado, al estilo de una aventura de Los Cinco, una adolescente francesa de 16 a?os y su hermano de 14 descubrieron mientras buceaban con snorkel un buque corsario franc¨¦s hundido hace dos siglos a ca?onazos por un nav¨ªo brit¨¢nico durante la Guerra de Independencia Espa?ola.
Los submarinistas que han protagonizado el nuevo hallazgo, Rafael Martos y Javier Reyes, extrajeron las piezas de cer¨¢mica del mar y las llevaron al Museo Arqueol¨®gico de D¨¦nia ¡ªadem¨¢s de grabar el barco en v¨ªdeo¡ª. Se trata de una escudilla con decoraci¨®n radial, un jarro con boca de tr¨¦bol y un plato vidriado en verde producidos entre 1375 y 1400 en las oller¨ªas de Paterna o Valencia, reputados centros de fabricaci¨®n cer¨¢mica en el medievo. El Ayuntamiento est¨¢ terminando la ampliaci¨®n del Museo Etnol¨®gico y las obras de un nuevo museo mar¨ªtimo, donde se expondr¨¢n junto al amplio patrimonio reunido durante d¨¦cadas, explica el concejal de Cultura, Rafael Carri¨®.
La imponente presencia del cabo de San Antonio y de la monta?a del Montg¨® generan en la zona un singular r¨¦gimen de vientos que desde la antig¨¹edad ha desorientado a los barcos y los ha hecho perderse, explica Josep Antoni Gisbert, arque¨®logo municipal. A modo de cementerio de naufragios, en el fondo del mar reposan los restos de m¨¢s de 80 nav¨ªos. Cada a?o, se?ala Gisbert, el lecho cambia: "Aparecen cosas que despu¨¦s vuelven a quedar enterradas otros 20 a?os".
D¨¦nia constituye, adem¨¢s, el ¨²nico puerto refugio natural en los m¨¢s de 500 kil¨®metros de costa que separan el de Los Alfaques en Sant Carles de la R¨¤pita (Tarragona) y el de Cartagena (Murcia). Ello hizo que durante siglos las embarcaciones buscaran, no siempre con ¨¦xito, su abrigo en las tempestades.
Sus condiciones naturales hicieron que Quinto Sertorio lo eligiera como base mar¨ªtima en la terrible guerra civil que lo enfrent¨® al Senado romano en el siglo I antes de Cristo. Y que, 1.000 a?os m¨¢s tarde,?Muyahid al-Amiri, fundara la Taifa de D¨¦nia y utilizara sus muelles para lanzarse a la conquista de las islas Baleares y despu¨¦s de Cerde?a, indica Gisbert.
El barco hallado ahora corresponde a la ¨¦poca de Alfons d'Arag¨® i Foix, conde de D¨¦nia, se?or de Gandia y nieto del rey Jaume II. Una ¨¦poca en que D¨¦nia exportaba uvas pasas y almendras a Marsella, Liguria y otros puntos de la costa italiana, y las galeras venecianas y genovesas se deten¨ªan en su puerto para abastecerse de comida y agua en sus viajes al norte de ?frica.
Riesgo de expolio
Las tres piezas de cer¨¢mica recuperadas seis siglos despu¨¦s del naufragio pueden proceder de la cocina del barco. "Pero tambi¨¦n es posible que formaran parte de un cargamento. Eso ser¨ªa muy interesante, porque la cer¨¢mica no suele ir sola y podr¨ªan hallarse otras mercanc¨ªas", dice el arque¨®logo. La ¨²nica forma de averiguarlo es bajar, afirma Gisbert, que lamenta que la arqueolog¨ªa subacu¨¢tica en la zona avance "a paso de mosca a pesar de su gran potencial".
Parte del encanto de D¨¦nia radica en que la poca profundidad de las aguas¡ªsiete u ocho metros¡ª y su claridad permiten que unos ba?istas descubran desde la superficie, a simple vista, ¨¢nforas en el fondo del mar, como de hecho ha sucedido. Pero esas condiciones representan a la vez un gran peligro de expolio. Una actividad delictiva, que, seg¨²n Gisbert, florece en estos tiempos tras haber parecido erradicada en los a?os noventa.
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