El petr¨®leo huele a podrido en Oslo
La ficci¨®n escandinava anticipa la encrucijada geopol¨ªtica de la transici¨®n energ¨¦tica
Encabezar las clasificaciones de bienestar en el mundo aviva el orgullo noruego, tanto como pertenecer al grupo de los buenos que apuesta por la energ¨ªa verde para revertir el da?o humano sobre el planeta. Pero detr¨¢s del para¨ªso terrenal de fiordos y auroras boreales brota la mala conciencia al reconocer que esas deseables condiciones de vida se asientan sobre uno de los detonantes del cambio clim¨¢tico global.
La serie Occupied narra c¨®mo,? en un ejercicio de expiaci¨®n colectiva, los electores noruegos votan al partido ecologista que, instalado en el gobierno, decide cerrar el grifo del petr¨®leo y el gas, la base de una econom¨ªa holgada que les permiti¨® cabalgar en solitario sin necesidad de integraci¨®n europea. La resonancia de tan controvertida medida se torna en una invasi¨®n suave de Rusia, apoyada por una Uni¨®n Europea en c¨®lera, que ve en la ocupaci¨®n rusa un alivio al temor de que su suministro de combustible f¨®sil quede mermado.
Con un primer ministro forzado al exilio en busca de aliados europeos y traicionado por su antigua asistente, que ocupa su lugar al frente del gobierno, la lucha entre colaboradores y resistentes y la indefinici¨®n de la ciudadan¨ªa en la salvaguarda de la democracia, que asisten a los tejemanejes de los oligarcas rusos, marcan la segunda temporada de la serie Okkupert, m¨¢s conocida como Occupied, que va camino de gestar la tercera.
Entre la cli-fi (la ficci¨®n clim¨¢tica) y el suspense pol¨ªtico, la idea original pertenece al escritor superventas Jo Nesb?, exponente del ScanGuilt ¡ªel sentimiento de culpa por ser los agraciados del norte¡ªdesde la novela negra o Nordic Noir, la obsesi¨®n oscura, y morbosa, de sacar a la luz los trapos sucios del pa¨ªs de los ojos azules y los d¨ªas tranquilos de pesca con la pensi¨®n asegurada.
Lejos de los petrod¨®lares y los ranchos de Dallas, donde el combustible f¨®sil daba alas a la libertad individual y al estilo de vida americano, Occupied abona la petropol¨ªtica con una mezcla sofisticada de las reminiscencias de la ocupaci¨®n nazi entre 1940 y 1945, los recelos de la UE suscitados por haberse negado a ser pa¨ªs miembro y compartir su rica hucha, los encontronazos diplom¨¢ticos con la Rusia de Putin y los desaf¨ªos energ¨¦ticos de la era del Antropoceno.
El escenario de Occupied enraiza con la tradici¨®n literaria noruega que ensalza frente al trauma de la invasi¨®n alemana el hero¨ªsmo colectivo, reforzado por las pol¨ªticas de igualdad del laborismo posb¨¦lico. Pero la serie dirigida por Erik Skjoldbj?rg pretende dinamitarlo llev¨¢ndolo a la esfera personal de los personajes, en la que los intereses individuales priman sobre los de la naci¨®n y difuminan supuestas heroicidades.
Los padres de la serie noruega, se?ala Julia Leyda, profesora de estudios cinematogr¨¢ficos de la Universidad Noruega de Ciencia y Tecnolog¨ªa de Trondheim, recrean un juego de contradicciones sin oportunidades para idealizar ni demonizar. El movimiento ficticio Fritt Norge (Noruega Libre) empieza por parecerse a un grupo de extrema derecha ¡ªincluso una alusi¨®n al asesino de Ut?ya, Anders Behring Breivik¡ª para evolucionar en el marco narrativo como una corriente semejante a los resistentes de la ocupaci¨®n alemana. Lo mismo ocurre con el primer ministro ecologista Jesper Berg: de posible infame colaborador ¡ªque recrea al ministro presidente Vidkun Quisling durante la invasi¨®n germana¡ª, dispuesto a revertir su pol¨ªtica antipetr¨®leo como soluci¨®n pac¨ªfica, pasa a convertirse en un rey Haakon VII que parte al exilio y ayuda a la resistencia desde fuera ante un conflicto b¨¦lico latente.
Rusia, el trabajo sucio
Con m¨¢s ¨¦xito fuera que dentro, la acogida internacional celebra la distop¨ªa de la Noruega ocupada, alimentada con los temores de la guerra fr¨ªa y el refuerzo militar de Escandinavia y los debates encendidos en torno a la dependencia del petr¨®leo, adem¨¢s de la pasividad de los Estados Unidos, que practican el aislacionismo fuera de la OTAN ¡ªinvocando la salida del Acuerdo de Par¨ªs y del Pacto Nuclear con Ir¨¢n¡ª, y de Suecia, que evita, como en la gran guerra, posicionarse en asuntos ajenos.
Y ?c¨®mo ven Okkupert los noruegos? ¡°Es interesante jugar con el futuro de una naci¨®n petrolera y explorar la reacci¨®n ante una ocupaci¨®n suave en nuestro tiempo. Pero la mayor parte del juego pol¨ªtico es demasiado simple y no muy cre¨ªble. Tiene muchos atajos, y el di¨¢logo es a menudo artificial y demasiado explicativo. Los cr¨ªticos y el p¨²blico noruego notan la falta de matices en los personajes¡±, reconoce el periodista Asbj?rn Slettemark.
Antes del estreno de la primera temporada, el realismo de Occupied, inspirado en la crisis del gas entre Rusia y Ucrania, suscit¨® la repulsa de la embajada rusa en Noruega y de los medios rusos. Sin embargo, los creadores de la serie subrayan que ¡°Rusia no es la mala de la historia, sino la que hace el trabajo sucio para Europa¡±, recalca uno de sus guionistas, St?le Stein Berg. ¡°Los rusos quiz¨¢s est¨¢n un tanto caricaturizados, pero lo interesante es la cr¨ªtica oportuna al capitalismo europeo y sus requisitos militares para la producci¨®n continua de petr¨®leo¡±, se?ala el periodista Truls Lie, director del peri¨®dico Ny Tid, recreado en la serie como medio contrario a la ocupaci¨®n.
?Adi¨®s al petr¨®leo?
La trama pol¨ªtica de la serie m¨¢s cara de Noruega se construye sobre los d¨ªas contados del petr¨®leo en un estado cuyo paradigma, sin r¨¦plicas, cre¨® un colch¨®n contra las desigualdades y a prueba de oligarqu¨ªas dif¨ªcil de rechazar. Lejos del ecologismo, el gobierno Erna Solberg, en minor¨ªa y en coalici¨®n de centroderecha, promueve las renovables pero sin clausurar plataformas. Anticipar la cat¨¢strofe --un hurac¨¢n ficticio producido por el cambio clim¨¢tico mata a cientos de personas en Noruega-- hurga en la paradoja n¨®rdica, y mala conciencia, ante la transici¨®n energ¨¦tica: las crecientes pol¨ªticas medioambientales chocan con la concesi¨®n imparable de licencias para seguir perforando en el mar del Norte. El deseo de liderar el futuro verde sin dejar la fiebre del oro negro.
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