El flamenco tambi¨¦n se baila en silla de ruedas
La inauguraci¨®n de la Bienal de Flamenco de Sevilla reivindica la inclusi¨®n de las personas con discapacidad en el mundo del baile
Como cualquier bailaora, da vueltas, usa los brazos, las manos y taconea. La ¨²nica diferencia es que lo hace en silla de ruedas. Lola L¨®pez lleva casi un a?o viviendo en Sevilla, donde se mud¨® para aprender a bailar flamenco. Cuando lo necesita, coloca la bata de cola en la silla, su "amiga inseparable" desde que la poliomielitis empez¨® a afectar la movilidad de su segunda pierna. Este jueves, abrir¨¢ junto con el profesor Jos¨¦ Gal¨¢n y sus alumnos, la XX edici¨®n de la Bienal de Flamenco de Sevilla, a trav¨¦s de un flashmob en el Monumento a la Tolerancia que se llevar¨¢ a cabo de forma simult¨¢nea en distintos pa¨ªses. El objetivo es visibilizar la aportaci¨®n de las personas con discapacidad al mundo del baile y reivindicar su diversidad.
"En la academia o en el conservatorio, solo dejan entrar a cuerpos normativos. A una persona con una caracter¨ªstica diferente no la admiten o es m¨¢s complicado para ellas acceder a la formaci¨®n", explica Gal¨¢n, que desde 2004 imparte clases de flamenco a personas sordas, con S¨ªndrome de Down, movilidad o visi¨®n reducida. "Para que haya inclusi¨®n, primero tiene que haber normalizaci¨®n, visibilidad y naturalidad", se?ala. Por eso, en los talleres, separados por grupos seg¨²n el tipo de discapacidad, se aprende desde sevillanas a pasos doble, pero sobre todo, "se prueban cosas nuevas", integrando elementos que nunca han sido parte del flamenco, como la silla de ruedas.
Para L¨®pez, catalana de 55 a?os, fue justamente su silla la que le permiti¨® bailar. "Al contrario de lo que algunas personas pod¨ªan pensar, no fue un impedimento, fue mi liberaci¨®n. Lo que yo no he podido bailar estando de pie, la silla de ruedas me lo ha permitido", explica. Con seis meses, L¨®pez contrajo el virus de la poliomielitis, que le afect¨® una de las piernas. A¨²n pod¨ªa caminar pero lo hac¨ªa cojeando, con un bast¨®n o con un aparato ortop¨¦dico. "Desde peque?a, atormentaba a mi madre dici¨¦ndole que me apuntara a clases de baile. Pero era imposible, no me hubieran aceptado en ninguna academia", recuerda.
La salud de L¨®pez empeor¨® hacia los 40 a?os. "Todos los que sufrimos polio desarrollamos el s¨ªndrome postpolio, que es cuando empiezan a ser afectadas otras partes de tu cuerpo". En su caso, perdi¨® movilidad en su segunda pierna, hasta que tuvo que empezar a usar la silla de ruedas. Pero en febrero de 2017, L¨®pez -que entonces viv¨ªa en Tarrasa (Barcelona)- vio que en el festival de Jerez anunciaban una clase de flamenco inclusivo. A medida que fueron pasando los d¨ªas, se dio cuenta de que eso era lo suyo, hasta que de regreso a su casa, decidi¨® mudarse a Sevilla para continuar con lo que hab¨ªa aprendido.
Hoy, en escena o durante las clases, L¨®pez intenta que sus movimientos sean lo m¨¢s parecido a los de cualquier bailador. Las ruedas son los pies, juega con los frenos e incluso logra taconear con la silla, impuls¨¢ndola de arriba a abajo. Con ella, explica, "no cojeas ni tropiezas, no te caes sino que eres ¨¢gil".
A lo largo de la historia del flamenco ha habido grandes figuras con alguna discapacidad. "Eso no imped¨ªa su desarrollo art¨ªstico", remarca Gal¨¢n, citando como ejemplo a Enrique El Cojo o la Ni?a de Puebla, que era ciega. "Las distintas situaciones en las que se encuentran estas personas son un punto de partida a nivel creativo, no una limitaci¨®n", se?ala.
Para la inauguraci¨®n de la Bienal, este profesor y pedagogo ha juntado sus diferentes talleres para poder ensayar la coreograf¨ªa del flashmob. Antes de que empiece la clase, abre una maleta con los vestidos, las mantillas y algunos abanicos. Mientras, los alumnos se van poniendo los zapatos. En la clase, tambi¨¦n hay personas sin ninguna discapacidad que, junto con ellos, preparan el espect¨¢culo previsto para el d¨ªa 12 de septiembre en el Teatro Alameda, llamado 'Detr¨¢s del tel¨®n'.
"Aprendes del profesor pero tambi¨¦n te vas quedando con los movimientos y los gestos de tus compa?eros. Es como una sinergia colectiva porque todo el mundo toma conciencia de la limitaci¨®n o de las capacidades del otro", explica L¨®pez durante el receso de la clase. "Tenemos a una compa?era que solo mueve un brazo. Es muy bonito ver el rendimiento y el movimiento que saca con esa parte del cuerpo que puede mover", a?ade.
Como en todos los bailes, cada uno tiene su propio estilo. "No es tan importante hacerlo perfecto sino lo que expresas", concluye Gal¨¢n. "Si todo el mundo baila o canta igual, ?qu¨¦ feo no? Lo bonito es la personalidad".
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