El ¡®Guernica¡¯ en la trituradora de Banksy
Desde que le quitaron el cristal antibalas, el cuadro de Picasso no ha vuelto a ser el mismo
Aunque las vanguardias creyeran lo contrario, la ciencia avanza pero el arte no. La mejor demostraci¨®n es que seguimos confundiendo valor y precio. Estos d¨ªas, de hecho, hemos asistido a dos episodios art¨ªsticos protagonizados por la punta de lanza de la est¨¦tica contempor¨¢nea: el dinero. Primero a cuenta de lo que Picasso le cobr¨® a la Rep¨²blica por pintar el Guernica. M¨¢s tarde, cuando Banksy duplic¨® el precio de su Ni?a con globo tritur¨¢ndolo en una subasta para certificar que, como los vaqueros, ciertos cuadros cuestan m¨¢s rotos que enteros.
Hace dos d¨¦cadas la influyente Rosalind Krauss public¨® un libro titulado Los papeles de Picasso (Mireya Reily lo tradujo para Gedisa). Aunque su ensayo es un an¨¢lisis de los collages del malague?o, Krauss parte de una premisa: por los mismos a?os en que el sistema monetario abandonaba el patr¨®n oro para volverse una convenci¨®n abstracta, el arte ¡ªde abstracci¨®n a abstracci¨®n¡ª romp¨ªa el v¨ªnculo entre la representaci¨®n y su referente real. La ¨²ltima vez que el Reina Sof¨ªa reedit¨® el libelo de Antonio Saura Contra el Guernica le pidi¨® un prefacio a F¨¦lix de Az¨²a, que dedic¨® tres p¨¢ginas a resumir el conflicto de interpretaciones entre expertos en el mural. As¨ª, el toro podr¨ªa simbolizar tanto a Espa?a como el fascismo, la fuerza bruta o al propio Picasso, la protecci¨®n de los d¨¦biles o ¡°la energ¨ªa sexual y primaria¡±.
La ruptura del arte con la realidad y su vinculaci¨®n con la econom¨ªa ha dado grandes beneficios a las casas de subastas y grandes libros a las bibliotecas. Uno de ellos lo public¨® Lawrence Weschler, editor del New Yorker, en 1999, un a?o despu¨¦s de que Krauss publicara el suyo. Se titula Boggs. La comedia del dinero (Seix Barral. Traducci¨®n de Pilar Giralt) y relata las peripecias de Stephen Boggs, cuya obra consist¨ªa en dibujar billetes de banco y, sobre todo, en conseguir que tuvieran curso legal. Cuando lo consigui¨® fue multado por la Hacienda estadounidense. ?l, coherente, quiso pagar la multa con dinero salido de su mano. A Boggs, que muri¨® hace unos meses, le divert¨ªa contar que la frase ¡°Confiamos en Dios¡± se incorpor¨® a los d¨®lares precisamente cuando la moneda prescindi¨® del respaldo del oro.
El verdadero poder de un creador moderno ¡ªsea Dios o un artista¡ª no consiste en dar vida a su obra sino en quit¨¢rsela. Pintar un cuadro es relativamente f¨¢cil ¡ªlos museos rebosan¡ª, destruirlo no est¨¢ al alcance de cualquiera. Ni siquiera destruirlo a medias para recrearlo. Es lo que hizo Banksy ¡ªnombre de banco infantil¡ª en un supremo gesto de especulaci¨®n. En el prestigio de los iconos siempre han jugado un papel decisivo los ataques que recibieron. La iconoclasia es una forma de fetichismo. Desde que le quitaron el cristal antibalas, el Guernica no ha vuelto a ser el mismo. Para bien y para mal, ese d¨ªa multiplic¨® su precio y perdi¨® parte de su valor. Qued¨® convertido en un picasso.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.