Canciones desde m¨¢s all¨¢ del dolor
El Auditorio Nacional acoge 'Gurrelieder', de Schoenberg, con una orquesta ampliada hasta el l¨ªmite, un coro de m¨¢s de cien miembros y seis solistas
David Afkham est¨¢ llevando a la Orquesta y Coro Nacionales de Espa?a hacia aventuras que, hasta hace no mucho parec¨ªan insensatas, y con resultados asombrosos. Una de esas aventuras es la programaci¨®n de Gurrelieder, de Schoenberg, una obra estremecedora por su formato: una orquesta ampliada hasta casi el l¨ªmite de la capacidad del escenario del Auditorio Nacional, un coro gigante de m¨¢s de cien miembros, en realidad dos, el Nacional y el de la Comunidad; y, adem¨¢s, seis solistas con buen conocimiento del repertorio alem¨¢n. Pero no es todo, es una obra de cerca de dos horas de duraci¨®n. ?Merece la pena tal esfuerzo? Yo digo resueltamente que s¨ª. ?xito art¨ªstico, elevaci¨®n del nivel de todos los artistas participantes y un aut¨¦ntico fest¨ªn sonoro que la mayor parte del p¨²blico ha apreciado.
Gurrelieder es un cuerpo extra?o en el cat¨¢logo del autor marcado por el estigma del vanguardista revolucionario. Es su ¨²ltima obra tonal y decididamente postrom¨¢ntica. Es, adem¨¢s, una obra marcada por una gran fisura, su primera parte fue compuesta a mediados de la primera d¨¦cada del siglo pasado, y la segunda, casi diez a?os m¨¢s tarde. De hecho, Gurrelieder estuvo a punto de ser otra m¨¢s de las grandes obras inacabadas del autor (La escala de Jacob, Moses und Aron¡), pero la concluy¨® y su estreno en 1913 fue uno de los raros momentos de ¨¦xito del gran vien¨¦s. Un a?os despu¨¦s lleg¨® la guerra y all¨ª s¨ª que se acab¨® la fiesta.
A Gurrelieder se le atribuyen influencias de Wagner y Mahler, y es dif¨ªcil negarlo, pero sin que ello constituya un dem¨¦rito, los grandes m¨²sicos militaban en un estilo que hab¨ªa creado un arquetipo sonoro de enorme trascendencia. Esta influencia afecta, sobre todo, a la primera mitad de la obra, una sorprendente hora de m¨²sica. La segunda parte es mucho m¨¢s ¡°schoenbergiana¡±. Se habla de que apunta hacia la atonalidad, pero yo percibo m¨¢s bien un tratamiento exquisito de las texturas y la orquestaci¨®n que anticipan al gran Schoenberg.
Gurrelieder, Arnold Schoenberg. Orquesta y Coro Nacionales de Espa?a. Coro de la Comunidad de Madrid. Director, David Afkham. Solistas: Juliane Banse, soprano; Simon O'Neill, tenor; Karen Cargill, mezzosoprano; Barry Banks, tenor; Wilhelm Schwinghammer, bajo; Thomas Quasthoff, narrador. Auditorio Nacional de M¨²sica. 19, 20 y 21 de octubre.
En realidad, el corte estil¨ªstico no hace sufrir a la obra, pero s¨ª que pone de relieve un problema que la versi¨®n de Afkham no ha sabido o querido aliviar, la superorquesta de la primera mitad tapa a los cantantes que apenas superan el chorre¨®n sonoro que tienen a sus espaldas. Eso afecta a la soprano Juliane Banse y al tenor Simon O¡¯Neill, y se salva como puede la mezzo Karen Cargill.
En la segunda mitad, el resto de voces e incluso el propio O¡¯Neill (que canta al sufrido rey Waldemar), suenan correctamente. Puede que sea un problema de dif¨ªcil soluci¨®n si no se quiere ¡°afeitar¡± a la poderosa orquesta schoenbergiana, pero es el ¨²nico pero que destaca en una producci¨®n que es un lujo sonoro y art¨ªstico. Menci¨®n especial merece la opci¨®n de poner subtitulaci¨®n en la sala para seguir la verbosa y tremenda historia del rey Waldemar que desafi¨® a dios tras perder a su amada Tove. Que cunda el ejemplo en conciertos corales.
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Babelia
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