El cr¨ªtico como kamikaze
Se publica una antolog¨ªa de Lester Bangs, periodista musical inmortalizado en canciones y pel¨ªculas como ¡®Casi famosos¡¯
As¨ª, de primeras, no se trata de una propuesta seductora: una selecci¨®n de los escritos de un cr¨ªtico de rock, fallecido en 1982 por una infeliz combinaci¨®n de medicamentos. Justo cuando, con 33 a?os, Lester Bangs se enfrentaba a las incertidumbres de un oficio que apenas le permit¨ªa vivir en Nueva York mientras buscaba salir de una encrucijada personal. Poco antes, en una necrol¨®gica de John Lennon, describ¨ªa as¨ª sus sensaciones: ¡°Me siento profundamente alienado del ?rock and roll y de lo que ha significado o podr¨ªa significar, alienado de mis pr¨®jimos, hombres y mujeres, y de sus sue?os o aspiraciones¡±.
Ocurre adem¨¢s que el tomo comienza con sus textos m¨¢s intimidantes, el equivalente literario de aquellos elep¨¦s dobles o triples que sumaban caprichos y exploraciones. As¨ª, el ensayo que da t¨ªtulo al libro es una temprana (1971) reivindicaci¨®n del rock de garaje a partir del quinteto Count Five, responsable del incandescente Psychotic Reaction y poco m¨¢s (en una audaz pirueta, Bangs inventa al fugaz conjunto californiano una carrera prolongada, con descripciones minuciosas de cuatro discos imaginarios).
Lester Bangs no siempre acertaba en sus cruzadas, aunque s¨ª anticipaba hacia d¨®nde soplar¨ªa el viento
La primera cuarta parte de Reacciones psic¨®ticas y mierda de carburador ofrece igualmente extensos arrebatos sobre los Stooges, los ?Troggs y esos eternos candidatos a ¡°peor grupo de la historia¡±, The ?Godz. Es decir, Bangs no siempre acertaba en sus cruzadas, aunque s¨ª anticipaba hacia d¨®nde soplar¨ªa el viento: ya en 1972 invocaba al punk rock (versi¨®n a?os sesenta). Repasados hoy, uno tiende a perder la paciencia y quiere gritar: ¡°S¨ª, vale. De hecho, ya est¨¢bamos convencidos.¡±
Otra opci¨®n ser¨ªa comenzar por los escritos m¨¢s breves y graduarse a, por ejemplo, su reportaje en tres partes sobre The Clash en gira, un atormentado intento de confrontar los ideales de la quinta de 1977 con la realidad cotidiana de un grupo de ¨¦xito. El compilador, Greil Marcus, mantiene un orden cronol¨®gico que, sin la deseada contextualizaci¨®n, plantea serios retos al lector ajeno a las particularidades de la prensa musical estadounidense durante los a?os setenta; la simple reproducci¨®n de portadas de las revistas que publicaban sus art¨ªculos habr¨ªa ayudado a entender su extraordinaria singularidad.
De forma intuitiva, Bangs buscaba trasladar al papel el sonido del rock desatado, incluso del free jazz (menci¨®n especial para 'John Coltrane vive', relato humor¨ªstico digno de figurar en cualquier antolog¨ªa sobre la brecha generacional). Disc¨ªpulo de C¨¦line y Hunter S. Thompson, amante de la escritura torrencial de los beats, su prosa era tan en¨¦rgica como carente de frenos. Los neologismos, las jergas, las referencias a la cultura de masas, las citas de letras conflu¨ªan en un magma de alta graduaci¨®n y dif¨ªcil de traducir sin 2.000 notas a pie de p¨¢gina. Lo que eleva a Reacciones psic¨®ticas¡ por encima de otros delirios anfetam¨ªnicos es el candor de su autor, dispuesto a compartir las miserias de crecer en un hogar de testigos de Jehov¨¢, una paup¨¦rrima vida sexual, sus pedestres experiencias con alcohol y drogas, las frustraciones profesionales de freelancer admirado por sus colegas pero rechazado en Rolling Stone y explotado en el mensual Creem.
Semejante sinceridad brutal se sumaba a la firme creencia en el potencial liberador de los discos (subrayo que Bangs era un hombre de discos: en general, los conciertos solo le serv¨ªan para extraer observaciones sociol¨®gicas). Esa pasi¨®n le planteaba serios obst¨¢culos: su incomprensi¨®n de las leyes no escritas de la industria musical le llev¨® a una agria ruptura con sus amigos de Blondie, tras firmar un libro que supon¨ªa una enmienda total al pop que practicaban Debbie Harry y compa?¨ªa. A Lester le rondaba la inc¨®moda sospecha de que sus verdaderos ¨ªdolos iban a defraudarle.
Fan total de Lou Reed, defensor incluso de su indigerible Metal Machine Music, se citaban regularmente para aceradas batallas de ingenio. Aqu¨ª encontraran el resultado: gloriosas entrevistas, seguramente ficcionalizadas, donde Bangs le le¨ªa la cartilla y Lou respond¨ªa disparando las ocurrencias m¨¢s letales y ofensivas. El creador de Berlin rehu¨ªa toda responsabilidad moral por su m¨²sica o sus actos, ante un Lester cada vez m¨¢s consternado por la insensibilidad de las mejores-mentes-de-la-generaci¨®n.
Finalmente, en 1977, escribi¨®: ¡°Hoy no cruzar¨ªa la calle para escupirle a Lou Reed¡±. Reaccionaba as¨ª ante la desaparici¨®n de Peter Laughner, miembro fundador de Pere Ubu y alma gemela: ¡°Es el fin de la era de la m¨¢s intensa adoraci¨®n del nihilismo y la fascinaci¨®n por la muerte en todas sus formas vendibles¡±. Demasiados paralelismos: Laughner era un m¨²sico erudito que sol¨ªa escribir para Creem, mientras que Bangs terminar¨ªa actuando y grabando chirriantes discos de m¨ªnima circulaci¨®n.
Lo hizo por adquirir la vivencia del escenario y el estudio, no para resolver sus circunstancias de precariedad vital. Tambi¨¦n fue su impetuosa respuesta al t¨®pico de ¡°los cr¨ªticos son m¨²sicos frustrados¡±. Pero carec¨ªa de la perseverancia del aspirante vocacional y, desde luego, con sus tendencias autodestructivas, no daba la talla de l¨ªder de banda. Hablamos de un desastre con patas: invitado a pasar unas vacaciones en Texas por ZZ Top, Billy Gibbons le recogi¨® en el aeropuerto y, asustado por su aspecto, le llev¨® directamente a unos grandes almacenes, para comprarle ropa y calzado. Bangs ten¨ªa abundantes soluciones para humanizar el mundo que le rodeaba, pero, ay, parec¨ªa incapaz de resolver sus urgencias m¨¢s inmediatas.
Reacciones psic¨®ticas y mierda de carburador. Lester Bangs. Traducci¨®n de Ignacio Juli¨¢. Libros del Kultrum. Barcelona, 2018. 592 p¨¢ginas. 22 euros.
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