La alucinante vida de la b¨®veda tabicada durante ocho siglos y a trav¨¦s de dos continentes
Una investigaci¨®n rastrea la historia de este tipo de construcci¨®n desde su aparici¨®n en el Levante del siglo XII hasta su curiosa explosi¨®n en el M¨²nich de posguerra
La de la b¨®veda tabicada, un invento constructivo surgido muy probablemente en el Levante de la baja Edad Media, es casi una historia de aventuras. Tiene viajes transoce¨¢nicos, desapariciones y experimentos para convencer a incr¨¦dulos, y lleva de las capillas y conventos de la Reconquista en Valencia hasta las primeras f¨¢bricas de la revoluci¨®n industrial en Catalu?a, y de la explosi¨®n econ¨®mica de los Estados Unidos en la segunda mitad del siglo XIX a las reconstrucciones que siguieron a las terribles guerras del siglo XX en Europa.
Conocida en sus distintas variantes como b¨®veda catalana, b¨®veda extreme?a, b¨®veda del Rosell¨®n, volta in foglio, vo?te plate o b¨®veda sarracena, su lista de nombres da la medida de un viaje que ha repasado recientemente en un estudio el profesor de la Polit¨¦cnica de Madrid Santiago Huerta. Apasionado hasta la obsesi¨®n de las b¨®vedas y de la historia de la construcci¨®n, Huerta explica que se trata en todos los casos de una misma t¨¦cnica, consistente en ir pegando unos ladrillos a otros sin apoyo (cimbra), en el aire, utilizando yeso, que fragua r¨¢pidamente y permite formar ¡°los arcos autoportantes¡±. Sobre esa primera fila, se construye despu¨¦s una segunda hoja de ladrillos. Y listo.
Su gran ¨¦xito durante tanto tiempo se debe a que es muy barata y r¨¢pida, porque es muy delgada (usualmente de cinco a 10 cent¨ªmetros, aunque puede llegar a solo tres), ligera y sencilla, pero a la vez es muy resistente a la carga y al fuego. ¡°Es el elemento m¨¢s precioso de nuestra construcci¨®n: permite ejecutar con simplicidad y rapidez las formas m¨¢s complejas, no exige cimbras y tiene gran resistencia en relaci¨®n con su ligereza y con la simplicidad de sus componentes¡±, escribi¨® el m¨ªtico arquitecto Antoni Gaud¨ª (Esther Redondo Mart¨ªnez recoge la cita en su tesis doctoral). Sin embargo, esa sencillez tambi¨¦n ha sido su gran lastre, pues con algunas excepciones, sol¨ªan ser enlucidas con yeso y pintura, por lo que son muy dif¨ªciles de reconocer a simple vista, explica Huerta.
Pero, aunque muchas veces casi invisibles, siempre han estado ah¨ª, insiste, en todo tipo de construcciones desde su invenci¨®n, qu¨¦ ¨¦l coloca en el cruce de caminos que un d¨ªa fue el Levante peninsular entre las culturas romana, visigoda, isl¨¢mica y cristiana. El resto m¨¢s antiguo encontrado hasta el momento es la caja de una escalera en una casa isl¨¢mica del siglo XII en Siyasa, Murcia. Los siguientes ejemplos se encuentran en la Valencia de la segunda mitad del siglo XIV ¡ªtanto en construcciones como en escritos de la ¨¦poca¡ª y, m¨¢s tarde, est¨¢ ampliamente documentada su proliferaci¨®n en capillas, conventos, iglesias y palacios, entre otros, de Catalu?a, Valencia, Arag¨®n y Extremadura. Que son precisamente los lugares donde se ha estudiado el tema, por lo que su propagaci¨®n podr¨ªa ir mucho m¨¢s all¨¢, opina Huerta. ¡°Se utilizan con frecuencia en Espa?a desde el siglo XVI, pero se desconoce su difusi¨®n real¡±, escribe.
Lo que est¨¢ claro es que a partir del siglo XVII se documenta ya en Castilla, en el Rosell¨®n franc¨¦s, en Italia y, m¨¢s tarde, en Alemania, donde algunos tratados lo mencionan en el siglo XIX. De vuelta en la pen¨ªnsula, muchos edificios fabriles de la segunda mitad del siglo XIX en Catalu?a se levantaron usando este tipo de b¨®vedas, que se convertir¨ªan en un elemento muy com¨²n del modernismo catal¨¢n, con Antoni Gaud¨ª a la cabeza.
En ese contexto desarroll¨® su t¨¦cnica Rafael Guastavino, un arquitecto y constructor de origen valenciano que extendi¨® y populariz¨® m¨¢s tarde en todo EE UU su versi¨®n mejorada (por ejemplo, empez¨® a dejarla a la vista, sin enlucir) de la b¨®veda catalana. Los interiores abovedados de algunos de los edificios m¨¢s ic¨®nicos de Nueva York -la Grand Central Terminal, el Metropolitan, la Universidad de Columbia, el pabell¨®n de acogida de Ellis Island o de la antigua estaci¨®n de metro de City Hall-- est¨¢n entre el millar de construcciones que firm¨® Guastavino en EEUU.
El profesor Huerta cuenta, en su despacho de la Escuela Superior de Arquitectura de la Polit¨¦cnica de Madrid, los esfuerzos que tuvo que hacer el valenciano, con ensayos de resistencia incluidos, para vencer la desconfianza de los estadounidenses y convencerles de las bondades de un sistema que, a simple vista, puede parecer d¨¦bil e insuficiente para aguantar grandes estructuras.
Pero lo cierto es que resisten perfectamente ¡ªen la escuela madrile?a han hecho sus propios experimentos, alguno de ellos, para el famoso arquitecto Norman Foster¡ª a pesar de su sencillez y bajo coste. Dos puntos que volvieron a marcar su resurgir en el viejo Continente a partir de 1940. ¡°La b¨®veda tabicada experiment¨® un renacimiento en Europa debido a la escasez de materiales (hierro y cemento) durante la guerra y la posguerra. En particular, fue utilizada ampliamente en Espa?a, despu¨¦s de la Guerra Civil de 1936 a 1939, en la reconstrucci¨®n de las regiones devastadas y en la restauraci¨®n de edificios bombardeados¡±, escribe Huerta.
Aunque hay ejemplos claros en las obras de Luis Moya Blanco, ?ngel Tru?¨® e Ignacio Bosch Reitg, su alcance real ¡°durante los trabajos de reconstrucci¨®n y restauraci¨®n de la posguerra espa?ola no se conoce todav¨ªa bien; solo se han estudiado casos aislados (por ejemplo, Villanueva de la Ca?ada, Casas Baratas en Girona) y titulado Las b¨®vedas tabicadas en Alemania: la larga migraci¨®n de una t¨¦cnica constructiva escribe el especialista.
Efectivamente, el final de este viaje es el M¨²nich de despu¨¦s de la Segunda Guerra Mundial, algo sorprendente en un lugar sin ejemplos previos de b¨®veda tabicada. En este caso, Huerta desenreda el misterio siguiendo los pasos del arquitecto Carl Sattler y el constructor Max Rank, enamorados de la b¨®veda tabicada. El segundo la hab¨ªa conocido en Espa?a ¡ªsu empresa ten¨ªa una filial en este pa¨ªs¡ª, y durante un viaje a Sevilla en 1934, su padre, Josef, ya hab¨ªa declarado su entusiasmo: ¡°Es asombrosa la habilidad de los alba?iles que asentando y doblando con ladrillos de solo tres cent¨ªmetros de espesor construyen las m¨¢s hermosas b¨®vedas¡±.
Por su parte, Sattler hab¨ªa conocido la t¨¦cnica por un maestro alba?il con el que trabaj¨® en la construcci¨®n de una villa en Florencia, donde volvi¨® a?os despu¨¦s, en 1940, enviado por el Gobierno alem¨¢n, precisamente, para estudiar el mecanismo. As¨ª, cuando Sattler y Rank empezaron a trabajar juntos en la reconstrucci¨®n de del Banco Central Bavaria en M¨²nich, hicieron lo m¨¢s l¨®gico, utilizar la b¨®veda que tanto amaban. Y la empresa Rank volver¨ªa a usarlas muchas m¨¢s veces hasta 1960.?
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.