Los zapatos por pedestal
El pr¨®ximo 19 de enero arranca el centenario del nacimiento de Joan Brossa
El pr¨®ximo 19 de enero arranca el centenario del nacimiento de Joan Brossa, artista que toc¨® con ¨¦xito muy diversos palos pero cuyo teatro (o ¡°poes¨ªa esc¨¦nica, s¨¦ptima cara del dado del poema¡±, como lo llamaba) sigue siendo la que fue su espina clavada, su camino m¨¢s solitario. Teatro editado y reeditado por Arola (15 vol¨²menes, que se dice pronto, a raz¨®n de tres por a?o) pero muy poco representado. Los di¨¢logos m¨¢s aparentemente banales sonaban en sus manos como toques de morse de un planeta desconocido. Alquimista delirante, maestro de la l¨ªrica dad¨¢, cruzaba esencias de Foix y Lorca con ramalazos de verso blanco incendiado, casi shakesperiano, y rociaba la mezcla con salsa Capri. Sus comedias eran viajes fant¨¢sticos, atravesados de humor, poes¨ªa y misterio, pero era dif¨ªcil que encontraran su tono y su p¨²blico.
Quiz¨¢s sus resplandores iniciales me llegaron con Quiriquib¨² (1976), espect¨¢culo del que saldr¨ªan los Estados Generales del Lliure, pero su palabra tr¨¢gica me golpe¨® por primera vez en Cavall al fons, que interpretaba el gran Rafael Anglada y dirig¨ªa Jordi Mesalles en Brossarium (1982). Entonces pens¨¦ que aquella voz era la de mi abuelo habl¨¢ndome, muerto, en sue?os. Anglada volvi¨® a estar glorioso, ahora en clave sat¨ªrica, en El sarau, dirigida por Hermann Bonn¨ªn en 1992, en el rol de Ram¨®n, un solter¨®n del Ensanche, adorador de Franco y Enric Borr¨¢s, acompa?ado por las no menos grandes Merc¨¨ Bruquetas y Conchita Bardem: el di¨¢logo de los tres, mientras ca¨ªa la nevada del 62, era una caricatura afilada de la burgues¨ªa catalano-franquista.
Tampoco olvido Cantonada Brossa, un soberbio festival montado por Pasqual, la Sard¨¤, Montany¨¨s y Mestres, con el que el poeta volvi¨® al Lliure en 1999. El espect¨¢culo estaba compuesto por dos piezas: Els beneficis de la naci¨® (1959), en tres actos, y Diumenge (1964), en uno. En la primera hab¨ªa hombres que hablaban de f¨²tbol como si fuera la Il¨ªada, y la parodia sangrante de un vate encoturnado (en las ant¨ªpodas de c¨®mo se ve¨ªa Brossa, con los zapatos ¨C o las zapatillas - por pedestal), y un arlequ¨ªn que iba a pedir ¨¢rnica a un gobernador civil. Diumenge era una falsa comedia de tresillo (Marido, Mujer, Amigo) con ecos, quiz¨¢s, del Pinter m¨¢s ir¨®nico; de nuevo una radiograf¨ªa de tres burgueses que viv¨ªan en un mundo ¡°para su uso personal¡±, en el que las costumbres sustitu¨ªan a las pasiones. En 2017, Diumenge volvi¨® a la escena, en La Seca-Espai Brossa, a las ¨®rdenes de Bonn¨¬n. Y en La Seca vi otras dos joyas: Olga sola (1998), una funci¨®n rara y bella, gentileza de Rosa Novell, con una sublime Francesca Pi?¨®n, pura reencarnaci¨®n de Laly Soldevila, y La xarxa (2005), que solo se hab¨ªa visto una vez, en 1954, en la casa del doctor Obiols: la historia de una Isolda de barrio con la que Mestres revel¨® la incandescencia de S¨ªlvia Bel. Ese ser¨ªa mi propio festival de centenario, las obras que me gustar¨ªa volver a ver para ir abriendo boca, porque imag¨ªnense lo que habr¨¢ por descubrir en esos quince vol¨²menes.?
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