Tel¨®n sobre T¨¢nger
Se cumple el centenario del Gran Teatro Cervantes, la obra mas emblem¨¢tica y el edificio modernista mas importante de la ciudad marroqu¨ª
Sentir nostalgia de las ciudades mitificadas siempre es un placer m¨®rbido. Desprovistas ya de la vida fulgurante que incendiaba pasiones en ellas y por ellas, nos ofrecen ahora como mucho su cascar¨®n arquitect¨®nico para avivar all¨ª el fuego de los recuerdos. Escribi¨® Kundera que ¡°la nostalgia es el sufrimiento causado por el deseo incumplido de regresar¡±. Aunque pisemos de nuevo sus calles, dif¨ªcilmente podremos volver a recuperar su esplendor. La ciudad mitificada tiene que soportar sus propias efem¨¦rides con un sabor agridulce. El placer de recuperar el pasado choca con el dolor de saberlo ya perdido en el tiempo. V¨ªctimas de una inmensa nostalgia, estos lugares favorecen la duda entre sus admiradores y amantes para seguir so?¨¢ndolos como fueron o para intentar recrearlas en un presente incierto. La mitificaci¨®n de nuestra vecina T¨¢nger no es tan antigua en el tiempo. Apenas cien a?os atr¨¢s empez¨® su fama de lugar de refugio para viajeros impenitentes, buscadores de fortuna, artistas al l¨ªmite, refugiados pol¨ªticos y estraperlistas sin escr¨²pulos. Todos juntos avivaron el volc¨¢n. Entre ellos hubo un nutrido grupo de espa?oles que saltaron el Estrecho y colaboraron decididamente para que la ciudad norteafricana se convirtiera en un hervidero de pasiones internacionales.
Diego Jim¨¦nez Armstrong, espa?ol nacido en T¨¢nger, se encarg¨® de dotar a la ciudad de una columna vertebral en la que sustentar su activa vida pasada y su postal del presente. Hijo del maestro de obras que levant¨® el Hotel El Minzah, se licenci¨® en Par¨ªs y acab¨® dando forma y volumen a la arteria vital de la urbe, el Boulevard Pasteur. Sus edificios, encargados por una floreciente burgues¨ªa, especialmente la hebrea, dieron a la ciudad un aire monumental que deriv¨® a formas propias de la arquitectura del movimiento moderno. No solo levant¨® casas y oficinas. A su mano se deben tambi¨¦n desde el Caf¨¦ Central del Zoco Chico hasta el Gran Teatro Cervantes, su obra mas emblem¨¢tica y el edificio modernista mas importante de la ciudad a juicio de los expertos. Se cumple ahora el centenario de la sala teatral que tuvo poblada su escena con lo m¨¢s granado del teatro, la l¨ªrica y la canci¨®n popular procedentes de Espa?a y el mundo entero. Esa era la ambici¨®n del potentado espa?ol Manuel Pe?a y, sobre todo, de su esposa Esperanza Orellana. Ten¨ªan dinero e ilusi¨®n para convertir lo que era una huerta con pozo, bien situada en el centro de la ciudad, en una gran sala que albergar¨ªa teatro, opera, cine¡Y encargaron su dise?o a Jim¨¦nez Armstrong, que levant¨® no solo un contenedor de eventos, sino un verdadero faro de la cultura espa?ola al otro lado del Estrecho. Dos mil bombillas iluminaban las noches de funci¨®n en el Cervantes, para algarab¨ªa local y sorpresa del mundo entero. El 11 de diciembre de 1913 levant¨® el tel¨®n y bajo el techo pintado por Federico Ribera, el todo T¨¢nger que llenaba sus 1.400 butacas se deleit¨® con la compa?¨ªa de ¨®pera de Giovannini, que inclu¨ªa en el elenco al tenor Baldovi y al bar¨ªtono Manuel del Real. Pisar¨ªan las mismas tablas desde Mar¨ªa Guerrero a Enrico Caruso, llen¨¢ndolo de aire espa?ol las voces de Estrellita Castro, Imperio Argentina o Lola Flores.
Hace a?os que cay¨® el tel¨®n, tan pesado como la historia, sobre el escenario del teatro Cervantes de T¨¢nger, que fue el mas activo y espectacular de los centros culturales espa?oles en la m¨ªtica ciudad. Cerrado sin funci¨®n, ca¨ªdo en ruina, el mejor teatro espa?ol del norte de ?frica habita todav¨ªa all¨ª, varado en una larga noche de letargo sin resuello para resucitar, pero envuelto en leyendas, ilusiones y mitos. Cumplido ya su centenario, podemos llorar la ruina o inspirarnos en ella para crear nuevo arte con los jirones del antiguo tel¨®n del teatro. Esa fue la opci¨®n de Consuelo Hern¨¢ndez, que en Un escenario en ruinas?ha revivido la vieja estructura con su paleta de colores dedic¨¢ndole bellos ¨®leos y dibujos en cada estaci¨®n del a?o. Esta pintora metida a editora ha buscado la complicidad de otros adoradores del mito urbano, todos ellos residentes alg¨²n tiempo en la ciudad. Santiago Mart¨ªn Guerrero le ha escrito un Cuento para un teatro. De la rosa al crisantemo, en el que desgrana la historia de quienes levantaron y vivieron aquel templo teatral. Jes¨²s Carazo le ha dado una coherente forma dram¨¢tica a su homenaje con la obra teatral ?ltimo verano en el para¨ªso. Con armas narrativas diferenciadas, todos ellos hacen arte e historia para seguir alimentando el mito urbano ¡°con la esperanza de que su esplendor del pasado vuelva a ser presente¡±. Coronado por la visi¨®n m¨ªstica de los poemas del tangerino Mezouar El Idrissi, este "escenario en ruinas" lo han reconvertido los autores en un altar de creaci¨®n. El tel¨®n sigue levantado para dar paso a las artes que insuflan nueva vida a ese T¨¢nger que solo vive en el sue?o, y que necesita un nuevo despertar.
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