Jonathan Nott, ex¨¦gesis de Mahler
El director ingl¨¦s lidera a la orquesta de j¨®venes Gustav Mahler, un a?o m¨¢s plagada de mujeres, en su gira espa?ola con Iberm¨²sica
Detr¨¢s de cada sinfon¨ªa de Mahler hay una buena historia. Un relato o programa, ya sea literario, filos¨®fico, espiritual o personal, que el compositor se afan¨® en ocultar, especialmente a partir de 1900. Lo dice el music¨®logo Constantin Floros que inici¨®, en 1977, una magna trilog¨ªa dedicada a la ex¨¦gesis de sus sinfon¨ªas. Mahler no quer¨ªa condicionar al p¨²blico ni hacerle leer durante los conciertos. Pero tambi¨¦n pretend¨ªa alejar cualquier comparaci¨®n con los poemas sinf¨®nicos de Richard Strauss y evitar los afilados dardos de la cr¨ªtica vienesa, encabezada por el formalista Eduard Hanslick. A pesar de todo, el compositor austr¨ªaco siempre mantuvo que, despu¨¦s de Beethoven, no hab¨ªa buena m¨²sica posible sin un programa interno. Y lo mismo debieron pensar muchos otros creadores que se afanaron en ocultar los relatos subterr¨¢neos de sus composiciones, desde Schumann y Chaikovski hasta Sch?nberg y Berg. De todas las sinfon¨ªas de Mahler, la Tercera es la m¨¢s pr¨®diga en informaci¨®n acerca de su programa interno. El compositor fue extraordinariamente comunicativo con su entorno durante su concepci¨®n y proceso creativo, en los veranos de 1895 y 1896. Famoso es, por ejemplo, lo que dijo al director de orquesta Bruno Walter cuando lo recibi¨® en el embarcadero de Steinbach-am-Attersee, mientras contemplaba la imponente cordillera H?llengebirge: ¡°No hace falta que mire a su alrededor, ya he incluido en mi sinfon¨ªa todo lo que ve¡±.
El reto de Mahler en esta obra no era menor: redactar una especie de cosmogon¨ªa musical. Para ello se bas¨® en un complejo collage de lecturas filos¨®ficas de Schopenhauer, Fechner y Nietzsche. Pero Floros descubri¨® que su principal guion literario fueron dos poemas de su amigo Siegfried Lipiner publicados dentro de su Buch der Freude (1880): ¡°G¨¦nesis¡±, que representa la creaci¨®n del mundo desde una gran nube de la que surge el firmamento, el sol, la tierra, el reino vegetal, el reino animal y la humanidad, e ¡°Himno¡±, que trata del amor, el tema del bello movimiento final de la sinfon¨ªa. Precisamente, en relaci¨®n con la composici¨®n de esta obra, Mahler escribi¨®, dentro de una carta a la violinista Natalie Bauer-Lechner, una de sus m¨¢s famosas declaraciones: ¡°Crear una sinfon¨ªa significa construir un mundo con todos los medios t¨¦cnicos a mi alcance.¡±
GUSTAV MAHLER JUGENDORCHESTER. Orfe¨®n Donostiarra. Donostiako Orfeoi Txikia. Elena Zhidkova, mezzosoprano. Jonathan Nott, direcci¨®n. Mahler: Tercera sinfon¨ªa. Kursaal Eszena. Auditorio Kursaal, 7 de marzo.
El director de orquesta brit¨¢nico Jonathan Nott (Solihull, 1962) lider¨®, ayer en el Kursaal de San Sebasti¨¢n, la ¡°construcci¨®n¡± de ese mundo mahleriano. Lo hizo al frente de la orquesta de j¨®venes Gustav Mahler (GMJO) en el arranque de su anual gira espa?ola con Iberm¨²sica. Nott no solo es un acreditado mahleriano, que ha grabado el ciclo de las nueve sinfon¨ªas completadas junto a La canci¨®n de la tierra con la Sinf¨®nica de Bamberg (Tudor), sino tambi¨¦n un habitual colaborador de orquestas juveniles. Es responsable de la Junge Deutsche Philharmonie y en su ¨²ltima visita a Espa?a con la GMJO, en 2015, dirigi¨®, precisamente, una impresionante y narrativa Segunda sinfon¨ªa, de Mahler. Adora gestionar el potencial de estos conjuntos y no esquiva el riesgo. Lo comprobamos ya en el arranque de la Tercera con esa especie de toque de diana con ocho trompas en fort¨ªsimo. Mahler remata ese tema inicial con parejas de acordes para poner a toda la orquesta en formaci¨®n, pero previene en su partitura que se haga sin apresurarse. Y Nott retiene a los m¨²sicos en esos acordes para reforzar la noci¨®n de que estamos despertando tras un sue?o. Toda la narraci¨®n del extenso primer movimiento fue una interesante conjunci¨®n de estructura y emoci¨®n. No fue una versi¨®n ideal, pues la concentraci¨®n de la orquesta decay¨® levemente en los metales, pero hubo momentos especialmente brillantes en la introducci¨®n y el desarrollo. Destac¨® en sus solos el trombonista ingl¨¦s William Foster y, especialmente, la violinista francesa Rapha?lle Moreau. Y lo m¨¢s interesante fue la secuencia final del desarrollo que arranca con una marcha, tocada idealmente por contrabajos y violonchelos, y sigue con una batalla y una tormenta que se disipa con el regreso del toque de diana inicial.
Quiz¨¢ el mejor movimiento de toda la sinfon¨ªa fue el segundo. Aqu¨ª Nott despleg¨® su magistral cantabile y palade¨® cada melod¨ªa de este paseo campestre que Mahler titul¨® ¡°Lo que me dicen las flores en el prado¡±. El movimiento descansa sobre los hombros de la cuerda y la madera, que son las dos principales fortalezas de esta excelente orquesta juvenil; altern¨® encanto en las secuencias del alegre minueto y siniestra pericia en los tr¨ªos en modo menor. Tras el reino vegetal, Mahler revela el reino animal en el tercer movimiento donde utiliza una canci¨®n propia que narra la muerte del cuco y el consuelo que supone su relevo por el ruise?or. Nott volvi¨® a elevar la capacidad narrativa de la m¨²sica, al oponer los episodios en modo mayor y menor, hasta la irrupci¨®n del hombre, aqu¨ª representado por un expuesto solo de fliscorno en la distancia, del que sali¨® bastante airoso el trompetista gallego V¨ªctor Bouzas.
El arranque del cuarto movimiento, en que se manifiesta la lucha de la humanidad por dar sentido al mundo con un fragmento de As¨ª habl¨® Zarathustra, de Nietzsche, fue otro momento glorioso de la noche. Con esa sedosa alfombra sonora del arpa con las cuerdas graves en pianississimo que desliza la entrada de la expresiva voz de la mezzosoprano rusa Elena Zhidkova, una cantante bien conocida en los teatros espa?oles, especialmente en papeles wagnerianos. De hecho, su voz son¨® aqu¨ª como una nueva Brangania que lanza ahora sus advertencias a toda la humanidad. Nott enlaz¨® sin pausa los ¨²ltimos movimientos de la sinfon¨ªa y, por esa raz¨®n, el contraste con el quinto movimiento fue m¨¢s acusado con ese salto al mundo angelical de La trompa m¨¢gica del muchacho. Pero lo m¨¢s relevante fue la colocaci¨®n del coro infantil, el Donostiako Orfeoi Txikia, con las campanas arriba en una balconada lateral del Kursaal, tal y como se?ala Mahler en su partitura. Ese efecto, que funcion¨® perfectamente coordinado con las integrantes femeninas del Orfe¨®n Donostiarra al fondo del escenario junto a la solista al frente, y con Nott d¨¢ndose la vuelta a un lado y al otro para poder dar todas las entradas, elev¨® admirablemente un movimiento que no suele ser el m¨¢s destacado de esta sinfon¨ªa mahleriana. Maravillosa y espacial conjunci¨®n vocal y orquestal.
Pero faltaba el epicentro de toda Tercera mahleriana, que es el movimiento lento final, ese canto al amor que cierra la obra. Nott gestion¨® a la perfecci¨®n su narrativa interna basada en la repetici¨®n de un himno lento y emotivo en la cuerda que da paso, tras un piadoso coral, a otro motivo sombr¨ªo como representaci¨®n de la duda. Entonces aparecen la flauta y el flaut¨ªn en solitario, que decantan la balanza hacia el himno emotivo. Y termina triunfando el amor, tras un imponente cl¨ªmax y un solemne final, pero tambi¨¦n a pesar de alguna pifia en el metal y las toses intermitentes del p¨²blico. Por desgracia ayer no hubo tregua para el silencio y la reflexi¨®n, pues un peculiar ¡°?ol¨¦!¡± nada m¨¢s terminar desat¨® las merecidas ovaciones del p¨²blico.
En su gira espa?ola, la GMJO alterna esta Tercera mahleriana con un interesante programa que incluye las Piezas orquestales, op. 6, de Berg, los R¨¹ckert-Lieder, de Mahler, La Tierra, del compositor espa?ol Jes¨²s Rueda, y la Sinfon¨ªa n? 15, de Shostak¨®vich, que se escuchar¨¢ ma?ana en Pamplona. La gira proseguir¨¢ en Oviedo (el domingo), Madrid (donde ambos programas se escuchar¨¢n en los ciclos de Iberm¨²sica, el martes y mi¨¦rcoles, 12 y 13 de marzo) y terminar¨¢ en Barcelona con otra Tercera mahleriana (el jueves 14). En esta orquesta juvenil, que fund¨® Claudio Abbado, en 1986, con el nombre de Gustav Mahler, como emblema de la riqueza cultural europea cercenada tras dos guerras mundiales, vuelve a haber una amplia representaci¨®n espa?ola, con 26 integrantes e incluso con la inclusi¨®n, entre el claustro de tutores, del trompeta solista de la ONE, Manuel Blanco. Pero la mejor noticia, para un d¨ªa como hoy, vuelve a ser el dominio femenino (casi un 60%) y, especialmente, en la cuerda, que es lo mejor de esta orquesta y donde los cinco primeros atriles de cada instrumento est¨¢n casi copados por chicas. Es algo que pronto dejar¨¢ de ser noticia.
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