Lang Lang: ¡°Ahora me resulta m¨¢s f¨¢cil expresar el dolor; tengo m¨¢s experiencia vital¡±
El pianista chino presenta en Espa?a 'Piano Book', su regreso discogr¨¢fico tras una tendinitis que le mantuvo alejado de los escenarios a?o y medio
Lang Lang (Shenyang, China, 36 a?os) tiene el poder de causar a su paso un silencio solemne. Lo convoc¨® el jueves al entrar en una sala del Museo del Prado para tocar cuatro canciones de su nuevo disco ante Las meninas. Tambi¨¦n el viernes, en su debut en un Teatro Real sin apenas butacas libres. Le gusta ese don, dice, porque es necesario para crear un ambiente m¨¢gico: ¡°Cuando empiezo a tocar la gente est¨¢ muy callada. Y para m¨ª es perfecto porque los noto calmados, como en otro mundo. Yo tambi¨¦n lo estoy. Sin pensar en nada¡±. Y es entonces cuando respira el silencio para romperlo con su m¨²sica.
Tras su paso por Madrid, el pianista cl¨¢sico m¨¢s medi¨¢tico de su generaci¨®n concluir¨¢ hoy su visita a Espa?a con un concierto en el Palau de les Arts de Valencia. El viernes, llegar¨¢ el lanzamiento mundial de su nuevo disco, Piano Book, su primer ¨¢lbum en tres a?os y el primero despu¨¦s de que una tendinitis en la mano izquierda le mantuviese a?o y medio alejado de los escenarios.
Para el regreso ha elegido una selecci¨®n de piezas cortas y muy conocidas, las que m¨¢s le influyeron en su infancia y aquellas con las que se inician los estudiantes de piano. ¡°He querido aportar otra forma de mirarlas. Son obras maestras, no solo piezas para ni?os: Claro de luna, Para Elisa¡ En realidad, no son f¨¢ciles de tocar. Por eso, quer¨ªa compartirlas haciendo hincapi¨¦ en su sentido m¨¢s art¨ªstico. Y tambi¨¦n lanzando un mensaje: estos temas son incre¨ªbles, no debemos subestimarlos¡±.
A veces, resalta, cuando se escucha una obra que se conoce hasta la saciedad causa hast¨ªo. Le pasa a ¨¦l mismo, reconoce. Les ocurri¨® tambi¨¦n a los espectadores del concierto del viernes en el Real, cuando el int¨¦rprete les regal¨® de bis Para Elisa. A las cinco primeras notas, el p¨²blico se dividi¨® entre quienies hicieron una peque?a exclamaci¨®n que ven¨ªa a decir ¡°qu¨¦ bien, esa me la conozco¡± y los que bufaron.
Han pasado nueve meses desde que Lang Lang, recuperado de su lesi¨®n, se subiera de nuevo a un escenario. Fue en Boston. Se revuelve en su asiento al recordarlo: ¡°Fue muy emocionante¡±. Aquella vez no provoc¨® ning¨²n silencio; m¨¢s bien todo lo contrario. ¡°Cuando pis¨¦ el escenario la audiencia empez¨® a chillar mi nombre. Estaba casi llorando. Tuve que calmarme. Y despu¨¦s ten¨ªa cientos de fans esperando. Recuerdo que me conmovi¨® mucho y pens¨¦: ¡®Lo he conseguido¡±.
Fue un ni?o prodigio. Con cinco a?os, dio su primer recital p¨²blico y desde que cumpli¨® los 20 inici¨® un ritmo trepidante con m¨¢s de 100 conciertos por temporada. Pronto se convirti¨® en un fen¨®meno, la joven promesa de la cl¨¢sica que llenaba teatros y tocaba con las mejores orquestas del mundo, capaz de quitarle al g¨¦nero su p¨¢tina de solemnidad y acercarlo a los j¨®venes. Pero la lesi¨®n le oblig¨® a parar en seco. Jam¨¢s pens¨® que la tendinitis pudiera suponer un escollo serio. Sab¨ªa que necesitaba descansar y dedicarse a otras tareas. Se centr¨® en la Lang Lang International Music Foundation, se volc¨® en la ense?anza y sac¨® tiempo para hacer ejercicio. Aprendi¨® a ser paciente. ¡°Mi tendinitis me ha dado experiencia para tocar obras que hablen de sufrimiento. Vivir momentos dif¨ªciles puede ser bueno para la m¨²sica, porque te hace mejorar. Ahora me resulta m¨¢s f¨¢cil tocar piezas lentas o expresar el dolor en mi m¨²sica porque tengo m¨¢s experiencia vital¡±.
Le gustan las met¨¢foras. Tocar el piano, dice, es como bucear: le invade la sensaci¨®n de estar flotando. ¡°No pienso en lo que hay en tierra; me concentro en lo que hay en el agua¡±, dice. Ha pasado tiempo en la superficie y ha llegado el momento de volver a sumergirse.
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