¡°Cuba es uno de los mayores yacimientos de silencio del planeta¡±
El escritor Enrique del Risco presenta en Espa?a 'Turcos en la niebla', novela en la que radiograf¨ªa la realidad psicol¨®gica de los exiliados cubanos
Defiende el escritor Enrique del Risco que su ¨²ltima novela, Turcos en la niebla (Alianza, 2019), que present¨® en Madrid a finales de marzo, es un ajuste de cuentas con la esperanza de libertad que ha alentado a muchos cubanos a dejar su pa¨ªs por razones pol¨ªticas. M¨¢s concretamente, con la enga?osa promesa de felicidad que envuelven estas huidas y que termina por sumir al individuo en un ba?o de realidad andando el tiempo. Exiliado de la Cuba castrista, que abandon¨® en 1995 tras renunciar a una fe de la que fue militante, a Del Risco (La Habana, 52 a?os) le interesa m¨¢s subrayar la ausencia de br¨²jula vital que en su opini¨®n caracteriza el exilio que la a?oranza por la tierra perdida. Centrada parcialmente en Nueva York, ciudad en la que el autor reside desde hace m¨¢s de 20 a?os, Turcos en la niebla, novela ganadora del XX Premio Unicaja de Novela Fernando Qui?ones, rebate, a trav¨¦s de las historias de cuatro protagonistas que abandonaron Cuba, la idea de que se puede acabar con los males interiores poniendo tierra (u oc¨¦ano, en este caso) de por medio.
Pregunta. ?Qu¨¦ imagen del exilio cubano ha buscado trasladar en Turcos en la niebla?
Respuesta. El exiliado es en general un tipo muy especial de emigrante, alguien que tiene que reconstruir el mundo que deja atr¨¢s y que al comienzo de esa operaci¨®n trata de aislar los males del pasado y de mantenerse incontaminado de ellos, algo imposible, porque el mal se lo lleva uno siempre consigo mismo. Al final, acaba pregunt¨¢ndose por las cosas que no tienen que ver con el motivo que le llev¨® a partir y que, sin embargo, hacen que su vida sea peor de lo que podr¨ªa ser en realidad. He tratado que todo eso est¨¦ en esta novela.
P. Sus personajes parecen incapaces de cambiar el rumbo de sus vidas. Uno de ellos llega incluso a preguntarse si podr¨¢ creer en algo que no sea la gravedad.
R. Los protagonistas tienen vidas que son un absurdo, pero un absurdo tan com¨²n que los propios personajes lo han naturalizado. As¨ª es en gran parte la vida de los cubanos, incluida la de aquellos que han huido: un absurdo naturalizado que se explica por el mundo totalitario del que tratan de escapar. Los protagonistas de la novela no saben vivir en Cuba, pero tampoco est¨¢n capacitados para hacerlo en otro lugar, porque piensan m¨¢s en lo que ocurre en la isla que en su propia vida. El exilio les crea una especie de barrera que los a¨ªsla del presente y los hace impermeables a su realidad m¨¢s inmediata. Y todo esto es muy curioso, porque esa naturalizaci¨®n inconsciente de la vida que hacen los cubanos tambi¨¦n la realiza el mundo occidental.
P. ?Qu¨¦ quiere decir?
R. Los visitantes, no digo todos, pero s¨ª muchos, acaban pensando que lo que ocurre all¨¢ es algo que no podr¨ªa ser de otra manera. El sistema pol¨ªtico y todas sus consecuencias, me refiero. Y eso puede tener algo de interesante, incluso atractivo para los occidentales que est¨¢n insatisfechos con sus sociedades, pero solo porque no viven all¨ª d¨ªa a d¨ªa. Si lo hicieran, se dar¨ªan cuenta de que los cubanos no merecemos vivir de esa forma, por m¨¢s que satisfaga la curiosidad de tantos turistas.
P. ?Le parece que Occidente no juzga Cuba con los mismos c¨¢nones que a s¨ª mismo?
R. Cuba ha sufrido un proceso de orientalizaci¨®n motivado por las condiciones en las que ha vivido los ¨²ltimos 60 a?os. Al principio era para muchos un futuro, una utop¨ªa, pero despu¨¦s ha pasado a ser un modelo de sociedad alternativa. Ciertamente son im¨¢genes tr¨¢gicas ambas, no s¨¦ cu¨¢l de las dos es peor. Creo que con la primera es m¨¢s f¨¢cil enga?arse; la segunda es ya un poco m¨¢s c¨ªnica, aunque de esta ¨²ltima no puedo hablar tanto porque me la perd¨ª. La ¨¦poca en la que Cuba comenz¨® a ser percibida como un para¨ªso alternativo coincidi¨® con el momento en el que yo sal¨ª del pa¨ªs. Ahora, desde la distancia, creo que Cuba sigue siendo ambas cosas: es el retrato del Che, pero en una extra?a mezcla con el Chevrolet 53 de los tiempos de [el dictador Fulgencio] Batista.
P. El mon¨®logo final de uno de los personajes es a evitar por todos los medios el silencio. ?Qu¨¦ sentido tiene esa llamada en la Cuba de 2019?
R. Cuba es uno de los mayores yacimientos de silencio del planeta. Pero es un silencio muy locuaz, que est¨¢ acallado. Pongo un ejemplo. No hace mucho le¨ª un art¨ªculo en un peri¨®dico importante que presentaba Cuba como un para¨ªso para los homosexuales, cuando el Gobierno tiene una trayectoria de homofobia de Estado m¨¢s que demostrada, pero bast¨® que la hija de Ra¨²l Castro se convirtiera en defensora de los derechos de estas personas para anular esa imagen. Por desgracia hay multitud de formas por las que se silencia lo que ocurre all¨ª. En parte esto se explica porque Cuba interesa m¨¢s como modelo que como realidad. Suelo decir que, m¨¢s que un pa¨ªs, Cuba es una idea. Estoy de acuerdo con eso que dice [el fil¨®sofo Slavoj] Zizek de que los cubanos llevamos d¨¦cadas condenados a ser siempre el sue?o de los otros. Algo que tiene que ver con otra idea que comparto, de [el novelista] Reinaldo Arenas, que dec¨ªa que los cubanos venimos del futuro. Venir de all¨ª tiene sus desventajas: una de ellas es que no mejora nuestra capacidad de imaginarnos que lo que vendr¨¢ ser¨¢ mejor.
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