El debate: ?nueva Notre Dame o copia exacta?
Los expertos discrepan en c¨®mo restaurar la joya arquitect¨®nica de Par¨ªs tras el incendio
Notre Dame era ¡°su universo¡±, el de Quasimodo, escribi¨® Victor Hugo. Porque las catedrales, adem¨¢s de contener un mundo espiritual y cultural, est¨¢n en continuo movimiento y portan la historia de la humanidad. Ni la de Compostela posee el mismo aspecto ahora que cuando la dise?¨® el maestro Mateo en el siglo XI, ni Notre Dame estaba decorada con g¨¢rgolas cuando mand¨® erigirla el obispo Maurice de Sully en el XII. De hecho, el arquitecto Eug¨¨ne Viollet-le-Duc la transform¨® a mediados del XIX, dot¨¢ndola de un pin¨¢culo ¡ªel lunes derruido por las llamas¡ª del que nunca pudo colgarse Quasimodo, personaje literario creado en 1831. El debate versa ahora sobre si debe devolverse al templo el aspecto que ten¨ªa o, por el contrario, introducir elementos del siglo XXI que dejen constancia del desastre. No hay unanimidad.
Carmen Lorenzo, directora del Escola Superior de Conservaci¨®n y Restauraci¨®n de Bens Culturais de Galicia, expresa sus dudas. ¡°No lo s¨¦¡±, admite, aunque se muestra firme a la hora de exigir que se practique lo que los especialistas denominan anastilosis. Es decir, recuperar el aspecto que pose¨ªa la catedral antes de ser arrasada, utilizando los materiales que hayan sobrevivido al fuego. ¡°Pero hay que dejar evidencia de cu¨¢les son nuevos empleando colores o tonalidades distintas. Lo que no se puede hacer es como si no hubiese ocurrido nada¡±, indica.
Javier Ribera Blanco, subdirector del Instituto de Patrimonio Cultural, admite que la recuperaci¨®n de la catedral parisina ¡°es el gran debate¡±. ¡°Yo introducir¨ªa materiales ign¨ªfugos, incluso hierro, pero lo que no tiene sentido es realizar copias de las esculturas que se han destruido. Las nuevas deber¨ªan tener un estilo contempor¨¢neo, no ser un calco de las antiguas¡±.
No piensa lo mismo Francisco Daroca, patrono de la Fundaci¨®n Arquitectura Contempor¨¢nea, que considera que la ¡°iconograf¨ªa de Notre Dame es tan potente¡± que los mejor es restaurarla ¡°de la manera m¨¢s fidedigna¡± y dejarla igual que el d¨ªa anterior al desastre. ¡°La catedral de Par¨ªs posee un peso enorme en la personalidad de la ciudad. Es el poder de la memoria colectiva que invalida cualquier modificaci¨®n posible. Su manera tan indigna de morir hace desaconsejable hacer una versi¨®n: debe ser igual a antes del desastre¡±. Y pone como ejemplo lo ocurrido con el Campanile de San Marcos, en Venecia, que en 1902 se desplom¨®. ¡°Nadie hubiese aceptado algo diferente¡±.
Por su parte, Josep Ferrando, vocal del Colegio de Arquitectos de Catalu?a, sostiene que no hay que restituir el aspecto de la catedral, sino mantener ¡°la misma actitud rompedora que mostr¨® Viollet-le-Duc¡± cuando reform¨® el edificio. ¡°Introdujo en la catedral t¨¦cnicas y modelos de su ¨¦poca. Por cierto, su reforma ha sido la m¨¢s afectada, por lo que ahora habr¨ªa que hacer lo mismo que ¨¦l hizo¡±.
Cristina Aransay, jefa del Servicio de Restauraci¨®n de la Diputaci¨®n de Alava, no reconstruir¨ªa tampoco la catedral con su ¡°aspecto original¡±. ¡°Debe quedar muestra del desastre. La historia material del templo nos cuenta algo¡±. Carlota Santab¨¢rbara, de la Asociaci¨®n Profesional de Conservadores y Restauradores de Espa?a (ACRE), se opone igualmente a los ¡°falsos hist¨®ricos¡± por una cuesti¨®n ¨¦tica.
Fue Victor Hugo quien con su obra Nuestra Se?ora de Par¨ªs (la conocida popularmente como El jorobado de Notre Dame) despert¨® en 1831 la conciencia del pueblo parisino ante el estado de profunda degradaci¨®n que sufr¨ªa el templo en aquellos momentos. Ahora no hace falta un nuevo escrito de denuncia, porque el ¡°universo¡± que el escritor describi¨® perdura en la mente del mundo. Solo hay que decidir si Quasimodo debe seguir trepando por los viejos arbotantes de piedra del siglo XII o agarrarse a un cimborrio de cristal y acero del XXI.
Babelia
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