La vida del toro, en una pancarta

Finalizado el pase¨ªllo, se despleg¨® una gran pancarta en el tendido 7 que rezaba as¨ª: "Fernando Cuadri, gracias por todo". Inmediatamente, la plaza entera prorrumpi¨® en una ovaci¨®n al ganadero, quien se vio obligado a levantarse de su asiento para agradecer el gesto de cari?o despu¨¦s de toda una vida dedicada a la crianza del toro bravo.?

Fue esa la ovaci¨®n m¨¢s emotiva y m¨¢s cerrada de toda la tarde. En realidad, fue la ¨²nica, porque sus toros le hicieron una faena gorda a su due?o el d¨ªa que se desped¨ªa de esta plaza tras la decisi¨®n que dejar la direcci¨®n de la ganader¨ªa a sus sobrinos.

La pancarta del tendido 7 era el homenaje de la afici¨®n a un sabio del toro; un hombre honesto que ha destacado por su conocimiento, su sinceridad y su tremenda valent¨ªa a la hora de enjuiciar el momento de su hierro o el juego de sus toros. Ayer mismo, preguntado por la corrida celebrada en Madrid, no tuvo empacho en reconocer que ha sido, quiz¨¢, una de las peores que ha lidiado en esta plaza. Se va de la primera l¨ªnea un verdadero catedr¨¢tico del toro bravo ¡ªescucharlo ha sido y seguir¨¢ siendo una aut¨¦ntica delicia¡ª,?porque sus razonadas argumentaciones son verdaderas lecciones sobre la crianza de este animal misterioso y sorprendente.

Merec¨ªa, sin duda, Fernando Cuadri una mejor despedida de Madrid, pero el toro no sabe de emociones ni de agradecimientos. Y los que el ganadero eligi¨® con mimo para esta feria han fracasado estrepitosamente, prueba cierta de la extrema dificultad que entra?a criar un toro para la lidia.

Una corrida con muchos kilos ¡ªde 570 a 642¡ª, muy seria, con mucho cuajo, grandotes, de impresionante l¨¢mina, pero mansa en el caballo, siempre con la cara por las nubes, reticente en banderillas, y parada ¡ªmuy agarrada al piso¡ª, con el motor de la casta gripado, sin fondo y vac¨ªa, en el tercio final.

Solo el quinto, al final de una meritoria labor de L¨®pez Chaves, humill¨® entre la sorpresa general y embisti¨® con claridad en un par de tandas en las que el torero dibuj¨® un manojo de hondos naturales que supieron a gloria entre la desesperaci¨®n reinante.

Y no hubo m¨¢s. No se marchit¨® la esperanza hasta el final, la plaza perdon¨® el mal juego de cada uno de los toros, pero termin¨® sin gracia uno de los festejos m¨¢s sopor¨ªferos de esta feria.

Y no fue responsabilidad de los toreros, muy decididos los tres, necesitados, tambi¨¦n, de un triunfo, valerosos en todo momento, pero imposibilitados para alcanzar un m¨ªnimo de lucimiento m¨¢s all¨¢ de los naturales citados en el quinto.

Solvente y sin apreturas lidi¨® Rafaelillo su lote; pegajoso y de corto viaje el que abri¨® plaza, y bronco y ¨¢spero el cuarto. Los silencios que le acompa?aron no le benefician.

Con buen gusto y maneras toreras manej¨® los enga?os L¨®pez Chaves ante el lote inservible, pero menos malo de la tarde. Solvent¨® las dificultades con sobrado oficio, utiliz¨® el capote con soltura en ambos toros y dej¨® las pinceladas de esos naturales que quedaron para el recuerdo.

Y Octavio Chac¨®n, tan buen lidiador, se desesper¨® ante los dos toros imposibles que le tocaron en suerte. Seguro que le pasar¨¢n factura, pero quede constancia de que su ¨²ltimo cartucho en la feria carec¨ªa de p¨®lvora.

Lo mejor de la tarde, la pancarta, el homenaje merecido a un se?or del campo: don Fernando Cuadri.