Juan Francisco Ferr¨¦: ¡°La ciencia ficci¨®n es el realismo de hoy¡±
El escritor aborda en su ¨²ltima novela, 'Revoluci¨®n', un futuro cercano en el que la humanidad y su protagonista han entrado ¡°en bucle¡±
Juan Francisco Ferr¨¦ (M¨¢laga, 1962) dice no haber escrito su ¨²ltima novela. En realidad, por supuesto, s¨ª que la ha escrito, pero quer¨ªa que el lector tuviese la sensaci¨®n de que no es ¨¦l quien habla, es decir, quien narra. Al posmoderno y eterno enfant terrible de la literatura espa?ola le gusta que se consideren sus novelas como alucin¨®genos e intensos viajes a otros mundos interiores, a veces, subterr¨¢neos, en los que la forma dice tanto como el fondo, ¡°una potente m¨¢quina de poner en custi¨®n el sentido profundo de la realidad¡±, como dice uno de los lis¨¦rgicos y extravagantes personajes de Revoluci¨®n (Anagrama) que hacen ciertas especies que a¨²n no conocemos pero que est¨¢n entre nosotros. El a?o en el que transcurre la historia es 2037, as¨ª que sus protagonistas son ¡°una pareja de millennials de hoy¡±, Ariana y Gabriel, con tres hijos ¨Cdos gemelos y un adolescente adoptado, An¨ªbal, superdotado y adicto a v¨ªdeos en los que un erizo agoniza¨C, que est¨¢ a punto de abandonar el plano real de su existencia y desaparecer en alg¨²n otro, completamente alucinado.
Narrada en primera persona, y con la voluntad de hacer estallar ciertos cimientos y descomponer la idea del g¨¦nero ¨Cun g¨®tico sci-fi que, por encima de todo, es pura literatura¨C, pero sobre todo, pensar, desde la ficci¨®n, el mundo, pensar, por ejemplo, en lo que hace con nosotros ¡°la revoluci¨®n permanente en que vivimos instalados¡±, ¡°lo que significa ser humano en un mundo en el que el sistema pol¨ªtico y el econ¨®mico lo revolucionan todo constantemente¡±, Revoluci¨®n ¡°puede haber sido escrita para los dos sexos, aunque el punto de vista es masculino¡±. ?Consecuencias del Me Too, en una narrativa, la de Ferr¨¦, fundamental e hipersexualmente masculina hasta el momento? ¡°No, la empec¨¦ a escribir antes del Me Too, con la sensaci¨®n, por otro lado, de que hab¨ªa agotado al macho hipersexual. Quer¨ªa acercarme aqu¨ª al hombre com¨²n¡±, contesta. Est¨¢ tomando caf¨¦ en una sala en la que predomina el color verde.
Dos cosas confiesa antes de ponerse a hablar m¨¢s en profundidad sobre Gabriel, el profesor de filosof¨ªa en paro que acepta una oferta de trabajo en un lugar fantasmag¨®rico llamado Universidad Paneuropea de Millares: que el cine de Stanley Kubrick est¨¢ por todas partes en la novela, y que todo empez¨® el d¨ªa en que se top¨® con un erizo malherido en la puerta de casa de su madre. ¡°Me lo llev¨¦ a casa y lo cuid¨¦. Lo cuid¨¦ durante a?os. Se llamaba Marcel. Cuando llevaba 15 d¨ªas en casa, abr¨ª un archivo en el ordenador que fue el germen de la novela. Al principio, la familia ten¨ªa una mascota, y era un erizo. Al final, las cosas cambiaron, pero aprend¨ª mucho cuidando de ¨¦l, aprend¨ª que debemos cuidar a los animales como cuidamos de nosotros mismos¡±, dice.
Hay empat¨ªa, mucha empat¨ªa, y experimentos con la vida ¨Cel protagonista cuenta en su diario que va a supermercados a cazar mujeres con la que no piensa acostarse¨C en Revoluci¨®n, que, por momentos, tiene algo del Lunar Park de Bret Easton Ellis ¨Ctodas esas fiestas entre lis¨¦rgicas y macabras¨C pero sobre todo tiene mucho de Stanley Kubrick, como acaba de confesar. ¡°Es 2001, El resplandor y Eyes Wide Shut¡±, dice el escritor, que plantea la novela como una experiencia. ¡°La idea es que el lector se deje confundir, que entienda la distorsi¨®n, hay mucho del juego interno de la propia escritura, si hay o no un destinatario para esos diarios, y si est¨¢n escribiendo con el fin de contar la verdad o no¡±, asegura. Bebe un poco de caf¨¦. La sala en la que se encuentra es la sala de un hotel barcelon¨¦s. ?Y qu¨¦ hay del futuro?
Manejamos muchas formas de futuro. Y todas parten del presente. El presente y su idea del eterno retorno Juan Francisco Ferr¨¦
En un momento determinado de la historia, uno de los personajes trata de hacer entender a otro que el futuro no tiene por qu¨¦ ser una repitici¨®n m¨¢s o menos sofisticada del presente, que todo podr¨ªa cambiar en cualquier momento. ¡°Y es as¨ª. Manejamos muchas formas de futuro. Y todas parten del presente. El presente y su idea del eterno retorno ¨C de ah¨ª tambi¨¦n, la revoluci¨®n, entendida como ¡°completar una trayectoria circular¡±, similar a la del vinilo sobre el plato ¨C, la cultura humana ha entrado en bucle, y est¨¢ llegando al l¨ªmite¡±, dice. La novela reflexiona sobre la idea de la inteligencia artificial, la m¨¢quina ¡°como relevo, pero una m¨¢quina nada hostil, una m¨¢quina humanizada¡±. No hay nada catastr¨®fico en Revoluci¨®n. ¡°Detesto la distop¨ªa, pretendo que sea una novela realista que hable del presente, con elementos que bordeen lo fant¨¢stico y lo m¨¢gico sin escapar de una realidad reconocible¡±, insiste.
En ese juego de espejos ¨Crecordemos que Gabriel tiene una entrevista de trabajo, y que la entrevista va a resultarle un tanto kafkiana, puesto que los profesores con los que se re¨²ne parecen formar parte de un elenco de secundarios de pel¨ªcula de terror y absurdo¨C, la arquitectura tiene un papel fundamental. ¡°Qu¨¦ significa una casa, un espacio, de qu¨¦ manera afecta a quienes viven dentro. Muchas de las escenas que se precipitan en la novela vienen precedidas de la descripci¨®n de un espacio que me sirve para incidir en lo que espero que el lector sienta cuando entre en ¨¦l con mi personaje. El espacio tambi¨¦n habla, comunica, crea¡±, dice Ferr¨¦, que de ni?o le¨ªa a Robert Louis Stevenson y que recuerda haber escrito su primer cuento con 11 a?os. ¡°Me gustaba escribir sobre el Amazonas. Escrib¨ªa para vivir aventuras. La vida imaginada me parec¨ªa superior a la real. En el primer relato, iba en busca de pira?as. Recuerdo que gan¨¦ un premio en el colegio¡±, dice.
Cree que la literatura no deber¨ªa, como considera que est¨¢ haciendo, renunciar al poder de la ficci¨®n pura. ¡°La novela es una m¨¢quina de guerra, aunque de las m¨ªas, esta es la menos combativa, la ¨²nica que no busca provocar, que solo pretende escuchar a los personajes¡±, dice. Pero rebobinemos. ?Est¨¢ la literatura renunciando a la ficci¨®n? ¡°La ficci¨®n literaria se ha vuelto hacia el realismo, hacia eso que llamamos autoficci¨®n, y est¨¢ renunciando a aquello que la hace ¨²nica: no existe nada equiparable a la literatura que construye historias que nada tienen que ver con la nuestra o que est¨¢n hechas de pedazos de la nuestra, pero a los que no se pone ning¨²n l¨ªmite. La lectura es una especie de acto de telepat¨ªa entre el escritor y el lector. No existe nada igual¡±, dice, e insiste en que en ese acto de telepat¨ªa, el escritor ¡°debe desaparecer, debe limitarse a ser el mediador y convertir la novela en un espacio com¨²n¡±.
Detesto la distop¨ªa, pretendo que sea una novela realista que hable del presente, con elementos que bordeen lo fant¨¢stico y lo m¨¢gico sin escapar de una realidad reconocible
Apasionado lector de Philip K. Dick, pero tambi¨¦n de J.G. Ballard y Don DeLillo, de Robert Coover y de todo aquel que se plantee la literatura como ¡°fuerza cognitiva¡± a la par que pretendido movimiento de evasi¨®n, Ferr¨¦ no ha escogido, dice, la ciencia ficci¨®n ¡°por capricho¡± sino ¡°por necesidad¡±. ¡°Hoy en d¨ªa es imposible describir el mundo tal y como es sin recurrir a ella. La ciencia ficci¨®n es el realismo de hoy. Pienso en Pynchon explicando la Segunda Guerra Mundial a trav¨¦s de un artilugio absurdo y me digo que la ciencia ficci¨®n es la ¨²nica manera de hacer entendible la ciencia al lector. En mi caso, el tema es el de la inteligencia artificial. En el futuro, el futuro del que ya hablo en la novela, todo va a ser inteligente. Incluso las duchas ser¨¢n inteligentes¡±, dice. Tambi¨¦n, admite, y concluye, la gusta imaginar la vida futura, es lo que m¨¢s le gusta de las novelas de Dick. ¡°La sordidez de lo cotidiano en el futuro me apasiona¡±, sentencia.
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