Las historias que Calder nunca cont¨®
Renzo Piano vuelve al Centro Bot¨ªn con una muestra de proyectos inacabados del escultor


Tres esculturas de Alexander Calder bailan sobre la bah¨ªa de Santander. Una de ellas, adem¨¢s, est¨¢ suspendida en el aire, flota en una de las grandes salas del Centro Bot¨ªn que, a su vez, flota sobre el Cant¨¢brico. Hay exposiciones, como Calder Stories¡ªque abre este s¨¢bado al p¨²blico¡ª en las que el espacio juega un papel tan importante como las piezas.
?Qu¨¦ se puede esperar de la obra de uno de los escultores fundamentales del siglo XX ocupando un edificio dise?ado por uno de los arquitectos m¨¢s importantes en activo? Lo tiene claro Alexander Rower, al que todos llaman Sandy, como a su abuelo: ¡°La obra de Calder es intimista y en esta sala tan grande ese car¨¢cter se pierde. Ten¨ªamos un problema y para solucionarlo llamamos a quien lo hab¨ªa creado¡±, explicaba este viernes el nieto del artista y presidente de la Fundaci¨®n Calder. Se refer¨ªa al arquitecto italiano Renzo Piano, quien dise?¨® el Centro Bot¨ªn, que estos d¨ªas celebra su segundo aniversario.
El premio Pritzker de 1998 acept¨® la propuesta. Ya hab¨ªa trabajado en una retrospectiva del escultor en 1983 en Tur¨ªn, pero ahora el reto era realizar el dise?o expositivo dentro de un lugar ideado por ¨¦l. El comisario, Hans-Ulrich Obrist, y el arquitecto comenzaron a trabajar y as¨ª han configurado espacios que interact¨²an, pero son independientes, como lo es cada una de las peque?as ¡°ciudades¡± (as¨ª las ha llamado Rower) en las que las esculturas narran historias que a¨²n no se hab¨ªan contado.
La muestra se compone de proyectos que se quedaron en eso: proyectos. Dibujos, maquetas, m¨®viles, stabiles (obras est¨¢ticas) que no llegaron a ver la luz definitiva. Bien porque no los terminaba; bien porque eran propuestas para concursos que no gan¨®; o bien porque muri¨® mientras estaba trabajando en ellas, como el caso de la pieza monumental que le encarg¨® el Kr?ller-M¨¹ller Museum de Otterlo (Pa¨ªses Bajos) para el jard¨ªn. ¡°Debo decir que la maqueta de Sandy lleg¨® la v¨ªspera de enterarnos de su fallecimiento. Tenerla con nosotros nos llena a un tiempo de felicidad y de tristeza (¡) la conservo en mi oficina. La veo cada d¨ªa¡¡±, escribi¨® el director del museo a Louisa, viuda del escultor. Ahora, la peque?a maqueta de aluminio, alambre pasar¨¢ unos meses ¡ªhasta el 3 de noviembre¡ª mirando al mar.
La historia anterior data del final de la vida de Calder (Lawnton, Pensilvania, 1898 - Nueva York, 1976), pero la muestra cubre cinco d¨¦cadas de trabajo en las que tuvo encargos de lo m¨¢s variopinto desde cualquier parte del mundo, como el realizado por el estudio de arquitectos Wallace K. Harrison en 1939 para construir un nuevo h¨¢bitat africano para el zoo de Nueva York. El artista y sus esculturas en forma de ¨¢rbol esquem¨¢tico ¡ªsolo tronco y ramas¡ª, frente a los leones. La flora entre la fauna. ¡°Yo sent¨ªa que mis objetos pod¨ªan sustituir a los ¨¢rboles. Adem¨¢s, al ser de hierro, ser¨ªan inmunes a las zarpas de los animales¡±, manifest¨® el autor antes de que se frustrara el plan.

El comisario lleva dos d¨¦cadas estudiando los proyectos no realizados de varios artistas. Asegura que as¨ª se llega a un conocimiento m¨¢s profundo de los creadores. Durante la presentaci¨®n de Calder Stories, sac¨® a colaci¨®n un deseo desconocido de Louise Bourgeois: ¡°Dise?ar un peque?o anfiteatro¡±. Lo utiliz¨® como ejemplo de lo que nadie hubiera imaginado. La obra de Calder parece f¨¢cil, un juego, en ocasiones colorida y siempre din¨¢mica. Tanto Obrist como Rower coinciden en que era mucho m¨¢s profunda, trabajaba con las energ¨ªas y con la armon¨ªa. El nieto del artista recuerda el estudio de su abuelo como un sanctasanct¨®rum, sin m¨²sica, sin distracci¨®n, solo trabajo. Quer¨ªa que el espectador formara parte de las obras, que se metiera en ellas. Algunos de los m¨®viles colgados en el Centro Bot¨ªn lo logran; el visitante puede sentirse abrazado por ellos, el artista le involucra entre las energ¨ªas que fluyen y los materiales. Cada proyecto es una representaci¨®n emocional.
Menci¨®n especial merece uno de los cortos de una muestra que no aspira a ser lineal, si no que mezcla colaboraciones con arquitectos, core¨®grafos, cineastas... La pel¨ªcula podr¨ªa ser la ¨²ltima obra de Agn¨¨s Varda. Rower se lo encarg¨® a la directora francesa en marzo, ella falleci¨® el d¨ªa 29 de ese mes. La define como una carta de amor a su abuelo. ¡°Una expresi¨®n del coraz¨®n. Era una amiga de la familia¡±. En ¨¦l se ven fotograf¨ªas de la realizadora un d¨ªa que ambos pasaron juntos y el coche se les averi¨®. Calder siempre llevaba herramientas en el maletero y mientras esperaban dise?¨® una joya para Varda. A ella le fascinaba ver c¨®mo el escultor mov¨ªa sus piezas (le fotografi¨® en esa actitud varias veces). Dec¨ªa que era un hombre grande y fuerte y, sin embargo, le parec¨ªa que bailaba con ellas con total ligereza
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