Un retrato osado de la juventud jordana que levanta ampollas
¡®Jinn¡¯, la primera serie ¨¢rabe de Netflix, es recibida con un aluvi¨®n de cr¨ªticas
Ten¨ªa todos los ingredientes para convertirse en un gran ¨¦xito. Un serial de instituto con actores j¨®venes y atractivos, una trama de acci¨®n de trasfondo sobrenatural y el paisaje tallado en piedra de Petra declarado patrimonio de la humanidad. Jinn (genios o duendes), la primera serie original producida por Netflix para el mundo ¨¢rabe, se ha estrellado sin embargo contra el conservadurismo de la Jordania profunda, el pa¨ªs musulm¨¢n presuntamente tolerante donde se grabaron el a?o pasado sus cinco cap¨ªtulos. Tras su estreno al inicio del verano, el fiscal general, los Hermanos Musulmanes, el Parlamento, la Royal Film Commission y hasta el gran muft¨ª, la m¨¢xima autoridad religiosa del reino hachem¨ª, han puesto el grito en el cielo con acusaciones de ¡°inmoralidad rayana en la pornograf¨ªa¡± porque los protagonistas se besan y dicen palabrotas.
Lo nunca visto en televisi¨®n a la carta en Oriente Pr¨®ximo. Nadie hab¨ªa alzado la voz hasta ahora ante comportamientos semejantes en la pantalla, moneda corriente en las series juveniles norteamericanas que inundan el cat¨¢logo de Netflix. Pero esta vez se trataba de actores locales que hablan el ¨¢rabe dialectal en escenarios cotidianos. La tradicional sociedad jordana parece haberse espantado al reconocer el desparpajo de sus propios hijos en la ficci¨®n de Jinn.
Los alumnos de ¨²ltimo curso de secundaria de un colegio privado de Am¨¢n ¡ªchicos y chicas decididamente modernos, sin apenas barbas y ning¨²n hiyab a la vista sobre las cuidadas melenas¡ªviajan al sur del pa¨ªs para estudiar las joyas de la cultura nabatea. Por la noche beben cerveza, fuman alg¨²n porro y tontean al calor del fuego de campamento. Nada nuevo para un observador atento de los caf¨¦s de moda o las terrazas de los hoteles de lujo de la capital jordana entre los occidentalizados reto?os de la clase media alta. Todo aderezado con sendos genios despertados de su letargo en las rocas de Petra ¡ªuno bondadoso y otro perverso¡ª, que dan rienda suelta a la recurrente trama de la lucha entre el bien y el mal.
La emisi¨®n del primer cap¨ªtulo de Jinn incendi¨® las redes sociales con debates sobre la ¡°lascivia¡± de las im¨¢genes y la ¡°vulgaridad¡± de los di¨¢logos. Tres d¨ªas despu¨¦s, el fiscal jefe de Am¨¢n abri¨® una investigaci¨®n. Fuentes judiciales citadas por The Jordan Times informaron de que la unidad policial de ciberdelincuencia hab¨ªa tomado cartas en el asunto. ¡°Vamos a hacernos con una copia de la serie para verla con detalle antes de tomar una decisi¨®n¡±, precisaron sobre la grabaci¨®n emitida por Netflix en streaming. Solo el 1% de los diez millones de habitantes de Jordania est¨¢n suscritos a la plataforma digital, aunque en los bazares proliferan las descargas y accesos pirateados.
La divisi¨®n de Netflix para Oriente Pr¨®ximo ¡ªdonde la compa?¨ªa californiana aspira a multiplicar con producci¨®n local propia sus 1,7 millones de abonados actuales¡ª difundi¨® de inmediato un comunicado en el que puntualizaba que la serie "trata sobre temas universales, como el amor o el acoso escolar, vistos desde la juventud ¨¢rabe, que pueden parecer una provocaci¨®n a algunas personas¡±.
El argumento no convenci¨® al presidente de la Comisi¨®n de Cultura de la Asamblea Nacional, Ibrahim Badur. ¡°Muchas escenas y di¨¢logos violan nuestros valores sociales y tradiciones¡±, advirti¨® antes de convocar una sesi¨®n parlamentaria urgente, ¡°y vamos a asegurarnos de que no se repita esta situaci¨®n en el futuro¡±. Jordania planea exigir a los productores una sinopsis previa de los filmes e imponer nuevas tasas de rodaje.
Los furtivos besos de Mira, la alumna rebelde encarnada por la actriz Salma Malhas, a su novio Fahed (Yasir al Hadi), parecen haber sido la gota que ha colmado el vaso del puritanismo jordano. Los inquisidores que han quemado viva a la protagonista en la hoguera de Facebook y Twitter no mencionan los abusos de Tarik (Aldel Jarkas), el mat¨®n de la clase que orina sobre el acosado Yasin (Sultan al Jalil). Tampoco las misteriosas muertes que salpican de sangre la serie, como la del estudiante pose¨ªdo por el genio maligno que se deg¨¹ella a s¨ª mismo en un ritual con sello yihadista.
La Royal Film Commission y la Agencia de Turismo de Jordania, que autorizaron y facilitaron el rodaje del equipo internacional de Jinn en Petra y Am¨¢n, se apresuraron a informar de que ¡°no existi¨® censura previa¡± del guion. ¡°Es una decisi¨®n personal ver o no ver una serie de ficci¨®n, que en ning¨²n caso se muestra como un documental, en una plataforma de suscripci¨®n¡±, respondieron a la ola de cr¨ªticas, ¡°aunque en ning¨²n momento hayamos aprobado su contenido¡±.
Hace un a?o, cuando se anunci¨® con gran boato la producci¨®n, las autoridades audiovisuales jordanas alabaron las bondades de un proyecto que iba a llevar al ¡°mundo moderno el folclore de Oriente Pr¨®ximo mediante una historia sobrenatural de amistad, amor y aventura de j¨®venes en proceso de maduraci¨®n¡±.
El gran muft¨ª condena la ¡°degradaci¨®n moral¡±
El gran muft¨ª condena ahora la ¡°degradaci¨®n moral¡± contenida en los cap¨ªtulos de Jinn, mientras los Hermanos Musulmanes ¨Cmovimiento islamista proscrito en pa¨ªses como Egipto aunque tolerado en Jordania¨C arremet¨ªan contra el ¡°terrible crimen¡± cometido por la emisi¨®n de ¡°escenas de obscenidad que ofenden al islam¡±.
A la hora de dise?ar una serie dirigida al mundo ¨¢rabe, Netflix parece haberse fijado m¨¢s en la burbuja liberal de los distritos acomodados de Am¨¢n ¡ªuna imagen que se asocia a la del rey Abdal¨¢ II y, en particular a su esposa, Rania¡ª que en los barrios con refugiados palestinos y sirios de las ciudades de aluvi¨®n jordanas o el miserable medio rural beduino. Tras el aparente error de c¨¢lculo de su primera experiencia, la plataforma estrena este jueves D¨®lar, drama de producci¨®n original rodado en L¨ªbano.
A pesar de sus inconsistencias y lagunas, el fiasco de Jinn viene a constatar una realidad patente en las calles de Oriente Pr¨®ximo. Internet sigue agrandando la brecha abierta en la regi¨®n por el estallido de la primavera ¨¢rabe entre la clase patriarcal que permanece aislada en el poder (o la religi¨®n) y unas generaciones j¨®venes que llevan tiempo conectadas al resto del planeta.
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