Las invasiones b¨¢rbaras conquistan Venecia
El colombiano Ciro Guerra debuta en ingl¨¦s con una inteligente adaptaci¨®n de una novela de J. M. Coetzee, protagonizada por Johnny Depp y Robert Pattinson
El debate sobre la alteridad y su uso pol¨ªtico marc¨® este viernes la recta final de la Mostra de Venecia, a pocas horas del palmar¨¦s que anunciar¨¢ esta tarde, con pron¨®sticos muy abiertos, el jurado que preside la directora Lucrecia Martel. El cineasta colombiano Ciro Guerra cerr¨® la secci¨®n competitiva con Waiting for the Barbarians, adaptaci¨®n de la novela Esperando a los b¨¢rbaros, que el surafricano J. M. Coetzee, ganador del premio Nobel de Literatura, public¨® en 1980. La pel¨ªcula supone el debut en ingl¨¦s del director de El abrazo de la serpiente, formidable expedici¨®n en la selva amaz¨®nica que le llev¨® a las puertas del Oscar hace tres a?os. Propulsado por el ¨¦xito de aquel proyecto, Guerra desembarca en el cine internacional por la puerta grande, de la mano de un reparto encabezado por Johnny Depp y Robert Pattinson.
Cab¨ªa la duda de si la fuerte identidad de su cine, con un inter¨¦s notorio por las culturas ind¨ªgenas y por la comprensi¨®n mitol¨®gica de la realidad, quedar¨ªa diluida al cambiar de idioma y de geograf¨ªa. Ese temor se resolvi¨® este viernes a su favor. Guerra se apropia sin dificultad de la par¨¢bola sobre el colonialismo y el uso estrat¨¦gico de la figura del b¨¢rbaro que concibi¨® Coetzee, sum¨¢ndole una reflexi¨®n sobre el lugar que ocupa el otro en los discursos pol¨ªticos de la actualidad. ¡°Cuando le¨ª la novela, me pareci¨® una alegor¨ªa sobre un tiempo y un lugar lejanos. A lo largo del proceso dej¨® de parec¨¦rmelo. Con los acontecimientos recientes en todo el mundo, sent¨ª que hablaba del tiempo presente¡±, afirm¨® este viernes el director.
El relato transcurre en un asentamiento des¨¦rtico de un imperio sin nombre, cuya administraci¨®n militar decide frenar el supuesto avance hostil de los b¨¢rbaros que se est¨¢ fraguando al otro lado de su frontera. ¡°Sent¨ª que el proyecto estaba conectado con todo lo que he hecho antes y los temas que me interesan¡±, a?adi¨®. A los asuntos ya citados, cabe a?adir su trabajo sobre las convenciones de g¨¦nero. Si en su anterior pel¨ªcula, P¨¢jaros de verano, Guerra trasladaba el cine negro al desierto colombiano de la Guajira, aqu¨ª lleva a lugares inesperados un g¨¦nero tan ideol¨®gico como el w¨¦stern.
A su lado, Depp asent¨ªa. El actor encarna al coronel Joll, el malvado de la historia, en una interpretaci¨®n que puede recordar a la etapa madura de Marlon Brando, cuando el sex symbol mut¨® en un ser asexuado y algo pasado de vueltas. ¡°La actualidad de la historia fue nuestro faro. Hoy resulta relevante de muchas formas diferentes y en muchos lugares distintos. Habla de c¨®mo se construye el poder y qui¨¦n decide qui¨¦n est¨¢ dentro y qui¨¦n es prescindible¡±, asegur¨® el actor, secundado por un g¨¦lido Pattinson como uno de sus violentos secuaces. Aunque el aut¨¦ntico protagonista sea el brit¨¢nico Mark Rylance, que interpreta al administrador civil de la colonia, un funcionario que defiende una coexistencia respetuosa, aunque altamente paternalista, con la poblaci¨®n local. ¡°Sus esfuerzos por ser buena persona tambi¨¦n son una manera de ejercer un poder frente a las v¨ªctimas. Son las dos caras de la moneda del imperialismo: la del torturador y la del salvador¡±, expres¨® Rylance.
Esta inteligente y sosegada adaptaci¨®n, en la que Guerra demuestra un gran dominio del ritmo narrativo y un desd¨¦n profundo por la poes¨ªa barata, cuenta con un guion del propio Coetzee, que autoriz¨® al director a aplicar los cambios que hicieran falta. ¡°La ¨²nica forma de adaptar es traicionando¡±, confes¨® este viernes el cineasta. En la novela, los b¨¢rbaros nunca aparec¨ªan, como tampoco en el poema de Kavafis que inspir¨® a Coetzee para escribir su novela. ¡°?Y qu¨¦ va a ser de nosotros ahora sin b¨¢rbaros? / Esa gente, al fin y al cabo, era una soluci¨®n¡±, dec¨ªan sus versos.
El director colombiano insiste en la visi¨®n del forastero como ¡°una entidad que el poder necesita, porque nos permite tener miedo, odiar y apuntar con el dedo¡±. Pero el final escogido por Guerra opta por una soluci¨®n mucho m¨¢s poderosa y subversiva que el recurso beckettiano de la silla vac¨ªa. El autoenga?o colectivo supera tales cuotas, parece insinuar el director, que ya no distinguimos entre la realidad y el espejismo. As¨ª concluye una pel¨ªcula para el gran p¨²blico que no se pliega a las reglas del sistema hollywoodiense. ¡°Cuando preparo una pel¨ªcula, no pienso en el mercado¡±, coment¨® Guerra. ¡°Para m¨ª, contar historias es un objetivo en s¨ª mismo. Los relatos son m¨¢s esenciales que nunca. En un presente tan ca¨®tico, los necesitamos para entender qu¨¦ sucede a nuestro alrededor¡±. El suyo, por lo menos, cumple con ese objetivo.
Babelia
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