Sergio Serrano se reivindica y pierde el triunfo con la espada

La vuelta al ruedo que dio Sergio Serrano tras la lidia del quinto toro fue, muy probablemente, la m¨¢s agridulce de su carrera. Y, como la cara es el espejo del alma, el albacete?o agradeci¨® el reconocimiento de sus paisanos con una sonrisa que, en vez de alegr¨ªa, irradiaba una mezcla de tristeza y resignaci¨®n.

Momentos antes, y tras dos pinchazos, hab¨ªa perdido las dos orejas y, por consiguiente, la puerta grande. Es m¨¢s, de haber matado a la primera en su primer turno, seguramente habr¨ªa paseado otro trofeo. As¨ª pues, su balance, que podr¨ªa haber sido de tres orejas, fue de ovaci¨®n y vuelta al ruedo.

?l fue sin duda el mejor de la terna local. A sus dos toros los recibi¨® a portagayola, gesto que casi le cuesta un serio disgusto. Si no llega a tirarse al suelo de forma inmediata, el segundo de la tarde le habr¨ªa arrollado con una fuerza descomunal. Por mil¨ªmetros se salv¨®.

A punto estuvo de ser cogido, de nuevo, durante la faena de muleta por la tendencia del ejemplar de Torrestrella a meterse muy por dentro, especialmente por el pit¨®n derecho. Con m¨¢s recorrido y franqueza se comport¨® por el izquierdo, sobre el que Serrano ejecut¨® las dos mejores tandas de una labor que tuvo altibajos.

M¨¢s redonda fue su actuaci¨®n frente al quinto, el m¨¢s noble y bondadoso del encierro. A base de inteligencia y entrega, el torero puso el punto de emoci¨®n que le faltaba a su oponente y construy¨® un trasteo que fue de menos a m¨¢s. Con el comp¨¢s muy abierto y encajado de ri?ones, Serrano se abandon¨® y dej¨® naturales notables por su largura y templanza.

El que s¨ª pase¨® una oreja fue Diego Carretero. Sus m¨¦ritos: resultar cogido al entrar a matar al sexto. En un alarde de casta al sentirse herido, el animal, que se movi¨® mucho durante toda la lidia, pero sin humillar, le prendi¨® y zarande¨®, milagrosamente sin consecuencias. Al igual que ante el tercero, que tambi¨¦n tuvo m¨¢s movilidad que casta y entrega, Carretero dio muchos pases, la mayor¨ªa fuera de sitio, y no dijo nada.

La corrida de Torrestrella, que mantuvo el inter¨¦s de principio a fin, pese a que no termin¨® de romper, tuvo que ser remendada con un toro de El Ventorrillo que abri¨® plaza. Un astado manso, que se raj¨® casi de salida, pero que humill¨® y tuvo buen fondo y permiti¨® expresarse a Andr¨¦s Palacios.

Por momentos inspirado y casi arrebatado, tanto con el capote como con la muleta, el albacete?o expuso y dej¨® detalles de gusto y torer¨ªa. Frente al cuarto, al que recibi¨® con un manojo de sentidas ver¨®nicas rematadas en el centro del ruedo, anduvo m¨¢s precavido y nunca se acopl¨®.