Del club privado a las f¨¢bricas abandonadas: anatom¨ªa de la noche electr¨®nica de Ciudad de M¨¦xico
El festival Sonar celebra su primera edici¨®n en la capital mexicana. Sus organizadores recomiendan las joyas de la escena de baile en la ciudad
En un festival que presume de haber pinchado reguet¨®n en 2005 ¨Ceso s¨ª, por las manos blancas de Diplo¨C y de dar cada vez m¨¢s espacio a la llamada m¨²sica urbana ¨Cdesde el favela funk hasta colocar el trampol¨ªn mainstream para Pxxr Gvng y Rosal¨ªa¨C, la cita de Sonar con Ciudad de M¨¦xico era casi una cuenta pendiente. ¡°Llev¨¢bamos tiempo detr¨¢s porque ve¨ªamos un potencial natural de p¨²blico, creatividad y tendencias. Es uno de los lugares de este tipo de sonidos, la electr¨®nica mezcl¨¢ndose con ritmos de todo el mundo, la irrupci¨®n de ese nuevo pop¡±, cuenta por tel¨¦fono desde Barcelona Enric Palau, codirector y fundador del Sonar.
Ha sido la ¨²ltima gran capital latinoamericana, pero el prestigioso y veterano festival ¨Cvan 26 ediciones¨C de m¨²sica electr¨®nica y cultura digital por fin aterrizar¨¢ este s¨¢bado en la megaurbe mexicana, tras haber pasado ya por Sao Paulo, Bogot¨¢, Buenos Aires y Santiago de Chile. El eureka llega de la mano de las dos compa?¨ªas se?eras del mercado del entretenimiento mexicano: Ocesa, la mayor promotora de Latinoam¨¦rica; y Grupo Eco, con experiencia en la noche y a los mandos del festival Ceremonia. Los socios mexicanos de Sonar recomiendan las joyas de la escena electr¨®nica de la ciudad.
Club grande, club chico
La casa donde vivi¨® el fundador del partido comunista mexicano es ahora una de las discotecas m¨¢s exclusivas de la ciudad. El lugar se llama M.N. Roy, como el revolucionario indio que inspiro a los mexicanos, y lleva casi una d¨¦cada funcionando como un club privado, s¨®lo para socios, la crema de las clases altas y bohemias de la ciudad. Hace dos a?os, incluso tuvieron un espacio en el festival Burning Man, antiguo oasis hippie reconvertido en balneario hipster. ¡°La escena mexicana ha tendido a ser muy elitista. No se mezclaban gentes y clases sociales. Pero est¨¢ cambiando y cada vez es m¨¢s plural e inclusiva¡± dice Dami¨¢n Romero, fundador, antiguo socio de MN Roy y al frente de la versi¨®n mexicana del festival Mutek.
En el s¨®tano de otra casona del siglo XIX, techo bajo como un bunker y capacidad para no m¨¢s de 100 personas, se respira otro ambiente. ¡°Hemos establecido la pista como una zona de seguridad para que no sea muy macho el vibe. No puede haber gente prendiendo el flash en la pista. Queremos cambiar el paradigma de ir a club a que te vean. Esto es m¨¢s para music-heads¡±, dice Juan, a secas, uno de los organizadores de Yu Yu, su proyecto personal tras pasar seis a?os a los mandos de Boiler Room M¨¦xico. El espacio tiene adem¨¢s una cafeter¨ªa, una tienda de discos y un estudio para dar talleres de sonido patrocinados por la marca Roland.
Los propios socios de Sonar, el Grupo Eco, tienen locales nocturnos. Xaman, centrado en el house ex¨®tico de sal¨®n, y Bar Oriente: tres plantas abiertas a la electr¨®nica en sentido amplio: hip-hop, urbano, lo-fi, tecno. Por su cabina han pasado los israel¨ªes Red axes, el madrile?o o el chileno-alem¨¢n Mat¨ªas Aguayo. Cuenta tambi¨¦n con salas de karaoke y equipo de dj para armar fiestas privadas.
Todo el poder a los productores
Dirigiendo la programaci¨®n del Bar Oriente est¨¢ Andre Fern¨¢ndez, productor y dj tras la marca Andre VII, y a los mandos tambi¨¦n de un sello discogr¨¢fico y una promotora. A principios de a?o coloc¨® uno de sus temas en el octavo puesto de las listas de Beatport, la biblia de la m¨²sica electr¨®nica junto a Resident Advisor, code¨¢ndose con gigantes del g¨¦nero como Soulwax o Maceo Plex. ¡°Estamos en una etapa muy saludable, con una escena de la que se puede vivir¡±, cuenta.
¡°Lo que salva la ciudad son los esfuerzos de colectivos y artistas¡±, a?ade Dami¨¢n Romero. NAAFI son quiz¨¢ la punta de lanza de ese trabajo desde los m¨¢rgenes. A principios del a?o que viene cumplir¨¢ una d¨¦cada de pasear por el mundo su batidora de dembow, trance, industrial, grime, dancehall, tribal, reggaet¨®n. Han puesto su pica en pr¨¢cticamente todos los templos de la m¨²sica de vanguardia: South by Southwest, Art Basel Miami, Sonar Barcelona, Los ?ngeles, Nueva York, Tokio o Seul. Han revitalizado el panorama mexicano a golpe de c¨®digos m¨¢s inclusivos, m¨¢s arriesgados, m¨¢s divertidos.
Fiestas, festivales y f¨¢bricas abandonadas
Parte de NAAFI est¨¢ tambi¨¦n detr¨¢s de Traici¨®n, una fiesta por y para la comunidad queer, agitada con ritmos bass, tribal, trance. Hay m¨¢s: Por Detroit, Pervert, Xpansions. ¡°Son fiestas underground, nada glamurosas. Lo que nos permite crear comunidad¡±, cuenta Jorge Funk, uno de los operadores de La Ex-F¨¢brica de Harina, un cascar¨®n industrial con capacidad para 3.000 personas rescatado hace poco m¨¢s de un a?os para la causa al estilo Manchester o Berl¨ªn. De hecho, por aqu¨ª han pasado residentes del tot¨¦mico Berghain o ases de Detroit como Ryan Elliott.
Una ciudad de estas dimensiones monstruosas ¨Ccasi 9 millones sin periferias¨C, es tambi¨¦n el destino de macro y micro festivales. Aqu¨ª tiene una parada el Electric Daisy Carnival, un evento nacido en Los Angeles para 180.000 personas, centrado en el EDM y la vertiente m¨¢s comercial y accesible de las pistas de baile. En el otro lado de la balanza est¨¢ Mutek, un exquisito festival dedicado a las propuestas m¨¢s experimentales y de vanguardia, nacido en Montreal hace 20 a?os y con sede mexicana desde 2003. Su director Dami¨¢n Romero reconoce que Sonar fue una inspiraci¨®n en los or¨ªgenes: ¡°Naci¨® con un esp¨ªritu similar, centrado en la m¨²sica avanzada, pero ellos han ido abri¨¦ndose cada vez a m¨¢s abanicos, a una vertiente m¨¢s pop¡±.
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