El mapa de la m¨²sica electr¨®nica tiene escala en Marrakech
Para bailar sin pausa: el festival Oasis re¨²ne a las figuras destacadas del g¨¦nero y guarda un escenario especial para dise?adores y arte africano
Esto tambi¨¦n es ?frica: una cita insoslayable para la m¨²sica electr¨®nica y la moda, en el oto?o boreal. El Festival Oasis de Marrakech ha llevado hasta la quinta edici¨®n la idea de un festival que cierre, cada a?o, la temporada alta del g¨¦nero y que convoque a todos los que practican el baile hasta que salga el sol, vengan del hemisferio que vengan. All¨ª suenan el house y el tecno en los m¨²ltiples subg¨¦neros que abarcan los h¨¢bitos auditivos de varias generaciones, desde los reci¨¦n llegados a la mayor¨ªa de edad hasta los de m¨¢s de 50, que todav¨ªa les dicen disc-jockey a los DJs (dicho ¡®diy¨¦i¡¯). El mercado de festivales extiende sus tent¨¢culos al norte de ?frica, porque hay p¨²blico y porque hay aficionados a las fiestas de Ibiza que devinieron Djs o empresarios que lograron convencer a un pu?ado de grandes empresas nacionales para convertirlas en sponsors de un evento que cuesta alrededor de un mill¨®n de euros.
Por lo dem¨¢s, el oto?o es una temporada perfecta para ir a Marrakech y todav¨ªa se pueden celebrar fiestas alrededor de las piscinas, de esas que arrancan a la sombra de las palmeras y se extienden bajo la luna. Fue con esta imagen en la cabeza que los treinta?eros marroqu¨ªes Marjana Jaidi y Youssef Boaubid se lanzaron a la empresa. ¡°?Por qu¨¦ no creamos un festival en el que los j¨®venes de Marruecos acojan a otros j¨®venes aficionados al S¨®nar de Barcelona, o a las citas bailables de ciudades de Portugal y Grecia, o el Flow de Helsinki?¡±, cuenta Bouabid que le dijo a Jaidi hace cuatro a?os. El empresario rabat¨ª explica que ¡°no hay raz¨®n para que Marruecos no forme parte de su tiempo¡± y que la m¨²sica electr¨®nica es un g¨¦nero que hace viajar tanto a m¨²sicos como a disfrutadores por el mundo. ¡°Esta era de la tecnolog¨ªa y lo digital no deber¨ªa suponer un desajuste cultural entre Europa, Asia, Am¨¦rica y ?frica¡±, afirma Bouabid.
Este a?o, unas 6.000 personas asistieron a los sets que se sucedieron durante un fin de semana de tres largas noches, en los cuatro escenarios de un predio de las afueras de Marrakech. All¨ª todo el mundo se siente part¨ªcipe en la fiesta, venga de la tribu de la que venga, y acude en todos los outfits posibles, incluidos los bikinis y las m¨¢scaras o disfraces exc¨¦ntricos. Aproximadamente la mitad de los asistentes son j¨®venes marroqu¨ªes de las clases medias urbanas que aprovechan la rara posibilidad de ir en ba?ador o llevar escotes y minifaldas en un espacio p¨²blico de su propio pa¨ªs; eso s¨ª, un espacio delimitado con cercas y, aparentemente, libre del sexismo cotidiano de cualquier calle o playa marroqu¨ª. La otra mitad del p¨²blico llega mayoritariamente de Europa del norte, siguiendo el recorrido de sus artistas, sin apenas reparar en las caracter¨ªsticas culturales del territorio en el que se encuentren, porque dentro de los predios festivaleros todo es electr¨®nica.
La novedad de la quinta edici¨®n fue que ?frica logr¨® conquistar un lugar destacado en la escena del encuentro, gracias a la instalaci¨®n de la Maison Mbari ¨Cen colaboraci¨®n con el Museo de Arte Contempor¨¢neo Africano Macaal¨C que rindi¨® tributo al arte mbari, un movimiento art¨ªstico de los a?os sesenta, erigido en memoria del arte de construir casas sagradas de la etnia Igbo, en el sureste de Nigeria, y acerca del que escribi¨® el renombrado Chinua Achebe. En esta casa Mbari del Festival Oasis, se exhibi¨® la obra de artistas destacados como Hassan Hajjaj, Leila Alaoui o Malick Sidib¨¦, y se presentaron tambi¨¦n dise?os que celebran la negritud, a cargo de colectivos del mundo de la moda como Art Comes First y March¨¦ Noir. Todo, sin dejar de bailar con m¨²sica hecha por autores del continente y de la di¨¢spora, como los consagrados Sampha Sisay, nacido en Londres de padres emigrados de Sierra Leona, en los ochenta, y Yasiin Bey ¨Cel norteamericano antes conocido como Mos Def¨C, que llev¨® su m¨²sica impredecible al continente de sus ancestros, y cant¨® bajo las estrellas marrakech¨ªes.
Para muchos de estos DJ destacad¨ªsimos del panorama internacional, esta es una oportunidad de acercarse a animar la fiesta de un continente del que solo conoc¨ªan el nombre
Estrellas terrenales no faltaron, tampoco, porque all¨ª tocaron, entre otros, Four Tet, Amelie Lens, Dixon, Park Hye Jin, Theo Parrish, Sonja Moonear, Jayda G, Eclair Fifi, Mall Grab y el ecuatoriano global Nicola Cruz, quien nos confesaba que esta era la primera vez que pon¨ªa un pie en ?frica. Efectivamente, para muchos de estos DJ destacad¨ªsimos del panorama internacional, esta es una oportunidad de acercarse a animar la fiesta de un continente del que solo conoc¨ªan el nombre. Entre los artistas de ?frica, cabe destacar el set del sudafricano DJ Lag (Lwazi Asanda Gwala), que lidera lo que se ha dado en llamar el gqom, un subg¨¦nero del house que en las calles de Durban se identifica con la imagen del acero corrugado; as¨ª como la m¨²sica de los marroqu¨ªes Dj Yasmean, nacida en Rabat, y del rapero casablanqu¨¦s en alza Issam.
En territorio electr¨®nico, lo saben sus cultores, todo es confraternidad y laisser faire (cada uno hace y se mueve como quiere), tambi¨¦n en la escala de Marrakech, donde la posibilidad de los artistas de asistir al set de sus contempor¨¢neos y bailar con ellos constituye el valor agregado. ¡°Ya estamos en el mapa de la m¨²sica electr¨®nica en el mundo¡±, se alegra el dj marroqu¨ª Amine K, fundador del colectivo Moroko Loko, que se presenta en Madrid, el 6 de octubre.
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