La explicaci¨®n comprometida
Santos Juli¨¢ era la explicaci¨®n comprometida, la sensatez revolucionaria para afrontar los demasiados retrocesos que tuvo la Espa?a del siglo XX
Esa Espa?a sucesivamente p¨¦trea e indecisa, republicana, revolucionaria, entristecida por la p¨¦rdida del mundo que a¨²n dominaba en el siglo XIX, mon¨¢rquica y luego republicana, enfrentada, en guerra, derrotada, insultada, exiliada, fascista, franquista y mediocre y aislada, indecisa, atrevida, constitucionalista, socialista, europe¨ªsta, conservadora, ultraconservadora, conservadora otra vez, olvidadiza, corrupta, rota, y de nuevo desmemoriada o excesivamente optimista. La Espa?a que ha llegado a pensar que la revoluci¨®n habida en una plaza o en una v¨ªa, diagonal y estelada, ya era la cara obligatoria del futuro. Demasiada ambici¨®n para convertir en realidad perenne lo que luego, otra vez, iba a ser, est¨¢ siendo, un retroceso. Demasiados retrocesos.
Esa realidad sucesiva tuvo en Santos Juli¨¢ un testigo asistido por la nobleza de una escritura que ten¨ªa a la vez el don de la m¨²sica y el auxilio de la rabia para comprobar que todo lo que pas¨® no nos sirvi¨® de excesiva ense?anza. Hasta hoy, cuando de nuevo la Espa?a mediocre se abre paso entre banderas, viejas o nuevas, que quieren rememorar lo que ya hizo da?o o pasar por imprescindible lo que se hizo y solo fue para que empez¨¢ramos de nuevo a tachar el pasado, el presente y, de nuevo, el futuro. Sin saber que ese futuro ya est¨¢ escrito por la historia y esta no dice lo mejor de todos nosotros.
Ahora est¨¢ esa Espa?a de nuevo en el vac¨ªo, un hueco que tiene su s¨ªmbolo en las sucesivas imposibilidades para que se entiendan en favor del pa¨ªs l¨ªderes pol¨ªticos que mezclan el insulto con la apariencia de patriotismo. L¨ªderes que hablan de s¨ª mismos como salvadores. Esos salvadores ya existieron, est¨¢n en los libros, y no siempre se quedaron impresos porque lo suyo fuera amor a la patria, sino pasi¨®n por s¨ª mismos.
Ese libro de Santos Juli¨¢, Demasiados retrocesos, es un manual tranquilo de su sensatez comprometida, escrito con la serenidad que era su forma de ser, en la amistad, la alegr¨ªa o la rabia. Es la explicaci¨®n del pa¨ªs que am¨® y que explic¨® desde una pasi¨®n ¨ªntima, casi po¨¦tica, en todo caso rigurosamente hist¨®rica. La historia de Santos Juli¨¢. Afront¨® estos demasiados retrocesos encerrado en su estudio y mezclado con la gente, en la esfera p¨²blica que le dieron los libros y que le dio, por ejemplo, este peri¨®dico, donde sus apariciones sucesivas eran gritos de acusaci¨®n serena acerca de esos olvidos de la historia que nos condenaban a repetirla. Ni uno de esos textos sobre nuestros excesos o mediocridades est¨¢n hechos desde la inquina o la improvisaci¨®n.
Su modo de ser era lo contrario del exabrupto o la extra?eza. Su sabidur¨ªa, al ser retrospectiva, le dio una visi¨®n del presente como un esfuerzo in¨²til que reclamaba melancol¨ªa. ?l no se hundi¨® en ella, porque su personalidad era la de un estudioso cuyo diagn¨®stico no fue ¨¢spero, porque, como algunos de sus maestros, pol¨ªticos tambi¨¦n, sab¨ªan que alg¨²n d¨ªa se iban a imponer palabras con las que se clausur¨® lo peor de la historia, paz, piedad, perd¨®n.
Cuando esa historia triste tiene su s¨ªmbolo peor saliendo del Valle de los Ca¨ªdos, nos faltar¨¢ fatalmente esa palabra con la que afront¨®, con suavidad, profundidad e iron¨ªa, los t¨®picos con los que este pa¨ªs tan salvaje olvid¨® las razones de nuestros tropiezos para as¨ª volver a cometerlos.
No ten¨ªa urgencia sino profundidad, y as¨ª era en la vida. Su parsimonia era una manera de ense?ar c¨®mo pudieron haber sido las cosas de otra manera. Enorme falta ya nos hace. En la escritura y en la vida, un hombre de abrazo y recuerdo y memoria al que hab¨ªa que recurrir para saber que el mundo iba a seguir andando y que ni siquiera los demasiados retrocesos no iban a llevar a lo peor que ya nos pas¨®. Como Bertolt Brecht, ¨¦l sent¨ªa que se pod¨ªa cantar aun en tiempos oscuros, y ser¨ªa bueno ahora, tiempo de tanta desolaci¨®n, recordar a Santos tarareando flamenco mientras paseaba, la mano en el bolsillo, el paso quedo, la alegr¨ªa de abrazar a sus amigos cuya desolaci¨®n es desde ayer visible, concreta, innumerable.
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