El viaje de la modernidad entre Alemania y Francia
El Museo Guggenheim de Bilbao presenta una selecci¨®n de las grandes obras de la colecci¨®n del Kunsthalle de Bremen, que ha vaciado sus salas por una exposici¨®n temporal
No resulta habitual que el grueso de la colecci¨®n de un museo se traslade de un golpe a otra instituci¨®n. Ciertas piezas puntuales se prestan, viajan y regresan a sus paredes de origen, pero las pinacotecas suelen mantener sus obras, especialmente las m¨¢s relevantes, (casi) siempre disponibles para su p¨²blico, creando en torno a ellas narrativas visuales y conceptuales que permanecen durante un tiempo como ejes de su discurso. De ah¨ª la apreciaci¨®n del car¨¢cter ¡°excepcional¡± que remarc¨® Christoph Grunenberg, director de la Kunsthalle de Bremen, de la exposici¨®n que present¨® este jueves el Guggenheim de Bilbao: Obras maestras de la Kunsthalle Bremen: de Delacroix a Beckmann, una selecci¨®n de 130 pinturas y esculturas que condensan la esencia de los fondos atesorados por la galer¨ªa de arte alemana.
La ocasi¨®n, como abund¨® Grunenberg en el acto de presentaci¨®n, se debe al hecho de que la Kunsthalle acoge actualmente una muestra ¡°espectacular¡± titulada Iconos: veneraci¨®n y adoraci¨®n, que despliega 60 creaciones que exploran la noci¨®n de lo sagrado a trav¨¦s de sus 60 salas. ¡°Se trataba pues de una oportunidad ¨²nica de sacar nuestra colecci¨®n al exterior¡±, agreg¨® el director, que se?al¨® que decisiones como esta las adoptan de manera democr¨¢tica e independiente los 10.000 socios del museo, fundado en 1849. Aprovechando el viaje de este conjunto de obras, que permanecer¨¢n en Bilbao hasta el 16 de febrero de 2020, los comisarios de la muestra (Grunenberg y Petra Joos, del museo vasco) han querido explorar nuevas interpretaciones de las piezas que poseen, que abarcan seis siglos, pero que en el Guggenheim han quedado reducidos a 150 a?os: desde principios del siglo XIX hasta mediados del XX. ¡°Hemos querido aprovechar para mostrar movimientos que no son tan conocidos¡±, apunt¨® Joos, que explic¨® que el hilo conductor lo cosen las relaciones art¨ªsticas que en aquella ¨¦poca desarrollaron Alemania y Francia. ¡°Del mismo modo que hoy no se podr¨ªa interpretar a Beethoven como en su ¨¦poca, al trasladar las obras a Bilbao tambi¨¦n hemos querido mostrarlas de otra forma, aunque siempre respetando la partitura¡±, ilustr¨® la comisaria.
Vecinos y rivales, admiradores mutuos, Alemania y Francia generaron estrechos v¨ªnculos art¨ªsticos. Muchas veces, los pintores viajaban a ver la producci¨®n de sus colegas extranjeros para volver a su pa¨ªs y ¡°traducirla¡± a su propio lenguaje creativo. En un recorrido que atraviesa el clasicismo, romanticismo, impresionismo, posimpresionismo y la colonia de artistas Worpswede hasta desembocar en el expresionismo alem¨¢n, las piezas de la Kunsthalle ponen de manifiesto las semejanzas y diferencias que se generaron entre ambos puntos de vista, lo que da lugar a, como dijo Grunenberg, a ¡°un di¨¢logo muy activo¡±. Mezclando algunas obras de renombre con otros trabajos menos conocidos, la muestra pone de relevancia, por ejemplo, la dulzura y la afectaci¨®n del colorido de los impresionistas franceses (representados por nombres destacados como Pierre Auguste Renoir y otros m¨¢s oscuros como el de Eva Gonzal¨¨s, pintora de origen espa?ol) frente a la mayor tendencia al realismo de sus contrapartes alemanas, entre quienes despunta la tr¨ªada formada por Max Slevogt, Max Liebermann y Lovis Corinth.
Entre las piezas m¨¢s sobresalientes se encuentra el Campo de amapolas de Vincent Van Gogh, una pintura tard¨ªa (de 1889), realizada durante su estancia en el psiqui¨¢trico. Su compra por parte de la Kunsthalle en 1911 levant¨® ampollas entre sus socios, que por entonces se debat¨ªan entre el sentimiento nacionalista y la apertura a nuevos horizontes art¨ªsticos. ¡°El director en la ¨¦poca, Gustav Pauli, ten¨ªa un enfoque centrado en la calidad del arte¡±, subray¨® Grunenberg, que destac¨® la importancia de grabados y dibujos dentro de la colecci¨®n del museo de Bremen, que conserva unos 2.000 (entre 5.000 y 6.000 se perdieron en la Segunda Guerra Mundial), de los que se muestran en el Guggenheim ejemplos de figuras como Caspar David Friedrich o Emil Nolde. Del lado de los descubrimientos destacan los cuadros precursores del expresionismo alem¨¢n de Paula Modersohn-Becker, miembro de la colonia de artistas de Worpswede, inspirada en el modelo franc¨¦s de Barbizon: un espacio cerrado al academicismo y abierto a la experimentaci¨®n. Los paisajes planos y tendentes a la abstracci¨®n de la pintora, fallecida a los 31 a?os en 1907, y sus retratos esquem¨¢ticos, se adelantaron a las ideas de otros compatriotas tambi¨¦n presentes: el grupo Die Br¨¹cke, Ernst Ludwig Kirchner, Max Beckmann, Oskar Kokoschka. Desde las esculturas de Rodin hasta los retratos de Otto Dix, de Francia a Alemania y de Bremen a Bilbao, dos ciudades portuarias y de esp¨ªritu burgu¨¦s, la muestra recorre un siglo y medio de influencias cruzadas que ayudaron a encauzar el arte de la modernidad. ¡°En Alemania y Francia los movimientos art¨ªsticos fueron muchas veces reacciones de otros¡±, afirm¨® Joos, ¡°Y eso en el fondo es una prueba de que la tolerancia y la comprensi¨®n suman¡±.
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