Jos¨¦ Antonio Carrera: ¡°Hacer fotos es andar en c¨ªrculos¡±
La sala Canal Isabel II re¨²ne la obra del artista, una interpretaci¨®n de Nueva York a trav¨¦s de sus habitantes
¡°Al igual que un asesino siempre regresa al lugar del crimen, el fot¨®grafo regresa all¨ª donde dispar¨®¡±. Lo dice Jos¨¦ Antonio Carrera (Madrid, 1957) frente a una de sus obras, donde un hombre con traje posa en la calle al lado de varios maniqu¨ªs. La imagen fue tomada en 2010, en la 181 de Broadway, en Nueva York. No era la primera vez que el artista recalaba all¨ª. A?os antes, deambulando sin rumbo fijo, hab¨ªa llegado al mismo lugar: ¡°Dispar¨¦. Quiz¨¢s, en aquella ocasi¨®n, al ver los mu?ecos solos, pude tener presente alguna obra de Eug¨¨ne Atget. Sin embargo, esta ¨²ltima vez me encontr¨¦ con un nuevo personaje, con una nueva evocaci¨®n. Volv¨ª a disparar¡±, recuerda. ¡°Siempre vuelvo a las mismas esquinas, a los mismos ¨¢mbitos, a lugares de determinadas arquitecturas, y resonancias. Porque en el momento en que uno se gira, cambia la perspectiva, el espacio y la luz. Hacer fotos es andar en c¨ªrculos¡±.
El c¨ªrculo de Carrera claramente se ubica en Nueva York; la ciudad a donde siempre regresa el autor. Una ciudad de claras referencias en el imaginario colectivo, cuya deuda con los grandes directores de cine y maestros de la fotograf¨ªa ¡ªdemasiados para ser citados¡ª es indiscutible. La interpretaci¨®n que hicieron de la ciudad, a trav¨¦s de su arquitectura, de su paisaje y de la trepidante coreograf¨ªa de sus habitantes ha calado tan hondo que el paseante no puede evitar volver la vista atr¨¢s. Y es precisamente en ese dialogo visual con el pasado donde, como en un acto de reconocimiento, se fundamenta la obra del fot¨®grafo, a quien bajo el t¨ªtulo En medio del tiempo, la Sala Canal Isabel II dedica una exposici¨®n.
¡°Cada persona me ofrece una noticia y cada letrero es un aviso pensado para m¨ª¡ toda la vida se abre ante mis ojos. Y m¨¢s all¨¢ de la superficie puedo intuir los amores, deseos y secretos de quienes se mueven a mi alrededor¡±, apunta el autor sobre Manhattan, en el cat¨¢logo que acompa?a a la muestra. A trav¨¦s del estado de ¨¢nimo de an¨®nimas ¡°figuras existenciales¡±, de hombres y mujeres que se cruzan y se ignoran, abstra¨ªdos en sus pensamientos, compartiendo un espacio que parecen habitar en solitario, el fot¨®grafo ir¨¢ forjando su propia interpretaci¨®n de la idiosincrasia del lugar. Una obra, donde se advierte el eco de Paul Strand, de Roy DeCarava, de Philip-Lorca diCorcia, de Paul Graham, y de la pintura de Edward Hopper, conexiones que el autor reconoce identificar a posteriori, durante la revisi¨®n de sus archivos. Aun as¨ª, ¡°el Nueva York de Carrera resulta distinto a cualquier otro, cada autor deja su impronta en el imaginario de la ciudad porque cada uno se expresa a s¨ª mismo, y eso es finalmente lo que trasciende¡±, destaca Ana V¨¢zquez de la Cueva, comisaria de la muestra.
Las 130 im¨¢genes que componen la exposici¨®n fueron realizadas entre 1993 y 2014, en dos periodos distintos: el primero acontecido entre 1993 y 1996, y el segundo entre 2009 y 2014. Es en la ¨²ltima planta de la sala donde encontramos las primeras im¨¢genes que el autor tom¨® en la ciudad. Realizadas en blanco y negro, con gran angular y una c¨¢mara Leica, destilan elegancia y sobriedad en su innegable factura cl¨¢sica, heredera de los a?os treinta y cuarenta. Hay un componente de atemporalidad en la vestimenta de sus protagonistas que transitan por las solitarias aceras que rematan la imponente arquitectura de los rascacielos; en los rostros de dos hombres sorprendidos frente a un escaparate donde se refleja la crudeza del invierno neoyorquino; en la barra vac¨ªa de un bar de claras resonancias hopperianas; el tiempo parece haberse detenido en la absorta y triste mirada de una mujer de color, que reclina su cuerpo sobre un cartel clavado en la viga met¨¢lica de la estaci¨®n de Times Square, mientras el movimiento del vag¨®n de metro que pasa a su lado nos advierte de que la vida continua su curso.
¡°Las ciudades, como los sue?os, est¨¢n construidas de deseos y de temores, aunque el hilo de su discurrir sea secreto, sus normas absurdas, sus perspectivas enga?osas y cada cosa esconda otra¡±, escrib¨ªa Italo Calvino. Son varias las citas del escritor ¡ªincondicional amante de la ciudad¡ª que enmarcadas acompa?an la obra de Carrera. ¡°Tienen que ver con mi relaci¨®n con la literatura¡±, explica el fot¨®grafo. ¡°La intenci¨®n es que mis im¨¢genes se observen como un texto, y que al tiempo el texto se observe como una imagen¡±. Con nueve a?os Carrera tuvo su primera c¨¢mara, de juguete. No fue hasta finales de los ochenta cuando consigui¨® comprar una Leica. Pero antes su inter¨¦s por la imagen le hab¨ªa llevado a Nueva York a estudiar realizaci¨®n cinematogr¨¢fica. La lectura de Visions of a Nomad, obra de Wilfred Thesiger, dejar¨ªa una profunda impronta en el fot¨®grafo. Compart¨ªa con el fot¨®grafo y explorador ingl¨¦s su atracci¨®n por los mundos en etapas de extinci¨®n, por las culturas ex¨®ticas y remotas. De esta suerte, su esp¨ªritu viajero le ha llevado a distintos lugares del continente africano donde ha realizado varias series fotogr¨¢ficas. De la lectura de Am¨ªrbar, de ?lvaro Mutis, surgir¨ªa un documental sobre la novela que le llev¨® a recorrer la cordillera Central de Colombia. De ah¨ª surgir¨¢ su primera exposici¨®n, Tierra Caliente, en el C¨ªrculo de Bellas Artes de Madrid.
¡°Fotograf¨ªa buscando las propias singularidades, cada ser es un modelo ¨²nico de la condici¨®n humana; personas y lugares que le ofrecen la posibilidad de detener el tiempo que, de alguna manera, tiene algo que ver con detener la muerte¡±, escribe la comisaria en el cat¨¢logo. As¨ª, en la tercera y en la segunda planta los planos se han vuelto mucho m¨¢s cercanos y sus personajes aparecen m¨¢s ensimismados, como parte de una escenograf¨ªa teatral donde la ciudad suele quedar reducida a un fondo. Cada pieza sugiere una narraci¨®n. Muchas son im¨¢genes robadas, pero otras son posadas. ¡°Cada relato pide un tratamiento diferente¡±, recalca el autor. ¡°Si me encuentro un personaje que me resulta atractivo,le pido posar. En el noventa por ciento de los casos la gente dice que s¨ª. En otros casos no tiene lugar pedir permiso por el tipo foto. Pero nunca estoy oculto¡±. En esta ¨¦poca, comenzar¨¢ a utilizar una Hasselblad, y tambi¨¦n una Canon digital. El autor abandonar¨¢ definitivamente el blanco y negro. ¡°Trato de que todo tenga un car¨¢cter un poco pict¨®rico, de dar al color la suavidad, eliminando el duro contraste del original digital¡±, se?ala Carrera.
En la primera planta se encuentra una serie nocturna que recuerda a la obra de diCorcia. Surge tras el hurac¨¢n Sandy: el metro est¨¢ anegado, la ciudad se colapsa y la gente inunda las calles una vez terminada la jornada laboral. Desde un punto fijo, y con el luminoso de una tienda de comestibles enfrente, el fot¨®grafo dispara a los viandantes en sesiones realizadas durante varios d¨ªas. ¡°Ven¨ªan de la oscuridad absoluta y de repente entraban en la luz, para luego volver a desaparecer. Yo no los ve¨ªa. Al descargar los archivos en el ordenador cuando se produc¨ªa una especie de revelaci¨®n¡±, recuerda. ¡°Yo no hab¨ªa visto nada, lo hab¨ªa intuido. Es, como dir¨ªa Zambrano, encontrar un espacio donde trabajar en un claro del bosque urbano. DiCorcia trabajaba con flashes, pero en este caso se trata de una luz muy humilde: la luz de una farola. Lo que le da otro car¨¢cter y una naturalidad. He intentado hacer lo mismo a la luz del d¨ªa, pero no lo he conseguido. No s¨¦ si se debe a la nocturnidad, a la luz, o a que fueron realizadas cuando los protagonistas hab¨ªan abandonado el trabajo y quiz¨¢s acud¨ªan a una cita. Tal vez de ah¨ª surge esa introspecci¨®n. Un grado de intimidad que parece que roza su interior¡±.
¡°No me siento como un autor dentro del mundo de la fotograf¨ªa. Me veo como un intermediario, consciente de tener una educaci¨®n visual, y un gusto cultivado por la fotograf¨ªa, el cine, la literatura y la pintura¡±, afirma Carrera. De manera que, al ver su obra colgada, en el momento en que el trabajo realizado en soledad se convierte en algo p¨²blico y compartido, la observa, reconoce sus componentes cl¨¢sicos, pero de alguna forma no la siente como suya. ¡°Al final, la fotograf¨ªa pertenece a un lenguaje. A una tradici¨®n¡±, concluye el artista.
Jos¨¦ Antonio Carrera. En medio del tiempo. Sala Canal Isabel II. Madrid. Hasta el 26 de enero 2020.
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