Queda mucho por hacer
La revoluci¨®n feminista produce una literatura sin tapujos que puede desembocar en un costumbrismo inane
La lectura de Listas, guapas, limpias de la periodista Anna Pacheco me ha suscitado ideas contradictorias que me gustar¨ªa exponer a continuaci¨®n de forma muy resumida. Una de las consecuencias m¨¢s evidentes del liderazgo feminista que estamos viviendo es el giro radical de la escritura literaria. Ha surgido una nueva generaci¨®n que, impregnada de lecturas anglosajonas y consciente del reto que significa encarar la identidad femenina con los menos tapujos posibles, ha optado por un lenguaje muy expresivo y voluntariamente crudo para dar cuenta de una nueva realidad, la de j¨®venes preparadas, inteligentes y comprometidas que se topan con la injusticia de su existencia. Nada ocurre como sus madres hab¨ªan previsto. Apenas nada de lo que ocurre estaba previsto. De modo que todo ¡ªlos estudios, la vocaci¨®n, el dinero, las relaciones familiares, el sexo, la maternidad¡ª les est¨¢ ofreciendo unos perfiles inesperadamente ¨¢speros y puntiagudos. ?Es eso la vida, finalmente? ?Un trabajo muy por debajo del que se puede hacer, un sueldo miserable y unas relaciones personales centradas en el m¨®vil? Sin duda, la literatura es el espacio id¨®neo para elaborar esa frustraci¨®n de la que todos somos conscientes.
Listas, guapas, limpias encaja en este perfil sociol¨®gico. Y vi¨¦ndolo as¨ª, entonces interpreto el libro como un retrato mordaz, ¨¢cido, que da mucho qu¨¦ pensar sobre la extra?eza que sufre una joven catalana, hija de inmigrantes, ante los sucesivos desclasamientos a los que debe enfrentarse y que le ocasionan un sentimiento paralizador, una especie de eclipse mental que le impide tomar decisiones, identificarse con unas ideas que pueda reconocer como propias y, en definitiva, intuir su camino. La extra?eza de la protagonista, por cierto, recuerda la de Andrea, de Carmen Laforet, en Nada (tambi¨¦n alg¨²n pasaje, como la incomodidad que experimenta la protagonista en una fiesta de clase medio alta).
Pero, al mismo tiempo, me pregunto si estoy en lo cierto haciendo esa lectura. Pues el planteamiento, estrictamente costumbrista, que se hace de la historia de esa joven que escribe de su vida en primera persona es complaciente y bonach¨®n (recuerda a la primera Elvira Lindo) y como cualquier narraci¨®n costumbrista parece concebida en funci¨®n del p¨²blico. Las conversaciones que mantiene con Yaiza (¨ªntima amiga de la protagonista) son inanes, destilan una inmensa vulgaridad y la mayor indiferencia sobre la marcha del mundo. Su gran preocupaci¨®n es si se hace una depilaci¨®n ¨ªntegra del pubis o no; en cuanto a la protagonista, digamos que el nivel de su arrojo se comprueba cuando urde con unos compa?eros una visita a la casa donde se rueda Gran Hermano, en Guadalix.
Es tanta la estupidez que asoma en las conversaciones que la indiscutible gracia con que est¨¢ escrito el libro se transforma progresivamente en una mueca de dolor. ?As¨ª estamos? ?O es solo la necesidad de escribir un libro con gancho (el gancho es indiscutible) y del que se hable? Entiendo, por ejemplo, que la vida sexual de las mujeres se mantuvo en el pasado ce?ida a un sofocante cepo de convenciones y tab¨²es. De modo que deshacerse de todo eso est¨¢ significando un verdadero desaf¨ªo porque implica la deconstrucci¨®n de una identidad da?ada: hay que escribir desde una perspectiva desinhibida y m¨¢s pr¨®xima a la verdad, donde las mujeres raras veces alcanzan la sincron¨ªa org¨¢smica con el var¨®n, aunque finjan hacerlo; donde la masturbaci¨®n es un hecho de lo m¨¢s corriente y el sexo ¡ªun sexo helado, sin verdadera empat¨ªa¡ª se practica f¨²tilmente, con un deseo saturado de im¨¢genes.
Son conclusiones que saco de la lectura de Listas, guapas, limpias. Pero ese testimonio generacional resulta tan empeque?ecedor que el lector sale a su vez empeque?ecido de la lectura. Y pensando qu¨¦ le importa que la protagonista lleve las bragas limpias, sucias o con un lacito rosa sobre el ombligo o que se meta los dedos en el co?o para comprobar su olor. Tal vez el t¨ªtulo debiera ser otro, porque nada hay en el retrato de esas j¨®venes y de sus familias, con sus decires y sus palabros, que admita la m¨ªnima elevaci¨®n y por tanto lo justifique. ?O es que Anna Pacheco se vale de la iron¨ªa que puede ofrecer la narraci¨®n costumbrista para ponernos, a la manera de Larra, frente al espejo de un universo femenino al que le queda todav¨ªa un gran trecho por recorrer? As¨ª estoy, y quedan descritas fielmente mis dudas.
Listas, guapas, limpias. Anna Pacheco. Caballo de Troya, 2019. 180 p¨¢ginas. 14,90 euros.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.