Tagore burlado por Diego Rivera
La relaci¨®n intelectual entre M¨¦xico y la India, invitada en la cita, se remonta a las pol¨ªticas educativas de los a?os veinte
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
El primer mural de Diego Rivera, La creaci¨®n, decora el anfiteatro Sim¨®n Bol¨ªvar en Ciudad de M¨¦xico. En los ¨¢ngulos superiores, dos mujeres aladas ataviadas con el cl¨¢sico sari indio mantienen posturas de meditaci¨®n: representan la ciencia y la sabidur¨ªa. A?os m¨¢s tarde, el mismo pintor plasma en los muros de la Secretar¨ªa de Educaci¨®n P¨²blica de M¨¦xico una imagen burlesca de otro indio, Rabindranath Tagore: el premio nobel, de largu¨ªsima barba blanca, aparece tocado con un embudo y no es la ¨²nica figura de la que se mofa el muralista en esa obra. Algo ha pasado en tan poco tiempo para distanciar de ese modo la idea que Rivera tiene del pensamiento indost¨¢nico. Y en todo caso, ?era el pintor de Guanajuato un yogui de la primera mitad del siglo XX?
La relaci¨®n intelectual entre M¨¦xico y la India que esta semana celebra feliz matrimonio en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara viene de lejos. Puede decirse que impregn¨® la formaci¨®n y la cultura oficial del pa¨ªs norteamericano durante 40 a?os, desde que Jos¨¦ Vasconcelos se hizo cargo de la educaci¨®n nacional en 1922, hasta 1964, cuando finaliz¨® su segundo periodo al frente de ese cargo uno de sus disc¨ªpulos, Jaime Torres Bodet. La responsabilidad de todo ello descansa en altos nombres de la cultura mundial: Tolstoi, Romain Rolland, Gandhi, Vasconcelos, Gabriela Mistral y, por supuesto, Rabindranath Tagore.
A caballo entre los siglos XIX y XX, la influencia del modernismo capta la atenci¨®n de los intelectuales. Si la realidad no gusta, bien puede uno zafarse de ella viajando en el tiempo o en el espacio, lo que confiere cierto exotismo de aires cosmopolitas al movimiento est¨¦tico y literario. ¡°Vasconcelos y sus amigos del Ateneo estaban decepcionados con Europa, sobre todo desde la Guerra Mundial, al tiempo que persist¨ªa su resistencia hacia los valores que representaba Estados Unidos. Ellos ven las civilizaciones occidentales en decadencia y tratan de impulsar cierto renacimiento espiritual. En M¨¦xico, entonces, no exist¨ªan los estudios de filosof¨ªa y aquellos j¨®venes atene¨ªstas se enriquec¨ªan con lecturas de los maestros alemanes. Van buscando cierta espiritualidad laica y miran hacia el indigenismo americano, pero tambi¨¦n hacia pr¨¢cticas indias como el yoga, el vedantismo o el budismo para formular una verdad; se trataba de una mezcla del esp¨ªritu cristiano con el indost¨¢nico¡±, explica Sandra Zetina, historiadora del Arte del Instituto de Investigaciones Est¨¦ticas de la Universidad Nacional Aut¨®noma de M¨¦xico (UNAM).
Abogado, pol¨ªtico, pensador, educador, fil¨®sofo, Jos¨¦ Vasconcelos es un nombre clave en esta historia. Por dos ocasiones se exilia a Estados Unidos, donde abunda en las culturas que le ocupan la mente. Una de ellas, hacia 1915. ¡°Cada anochecer, tras el ba?o en mi pensi¨®n de seis d¨®lares semanarios el cuarto, cenaba en el restaurant popular que hallaba al paso. Siempre uno distinto para elegir alg¨²n manjar nuevo aunque ya prevalec¨ªa el tipo de comida standard. Por huirlo me regalaba, incluso en los puestos al aire libre, el par de soft shell crabs ¡ªjaibas tiernas riqu¨ªsimas¡ª, o los ostiones fritos, todo sin regla y a la hora que entra el antojo ; a veces antes, a veces despu¨¦s de la lectura. Consumaba ¨¦sta en la Biblioteca de mi barrio. All¨ª empec¨¦ las lecturas indost¨¢nicas de Max Muller y Oldenberg, sin omitir el caos teos¨®fico de la Blavatzky y la Bessant¡±, cont¨® en su libro Ulises Criollo.
Posteriormente, en su etapa como secretario (ministro) de Educacion, y muchos a?os antes de relacionarse con el nazismo, Vasconcelos reniega de los modelos formativos que imperan entonces, el positivismo, lo emp¨ªrico, la hegemon¨ªa de lo tecnol¨®gico. ?l aspira a dotar a la educaci¨®n formal de un aire m¨¢s humanista, espiritual, a sustituir la competencia por la cooperaci¨®n y la solidaridad, como bien recoge el art¨ªculo de Fabio Moraga Valle Las ideas pedag¨®gicas de Tolstoi y Tagore en el proyecto vasconcelista de educaci¨®n. En este texto se detalla la influencia de los dos grandes literatos en el pensador mexicano y en su concepto educativo. En el art¨ªculo de Moraga Valle se detalla aquella cruzada que emprende Vasconcelos por alfabetizar M¨¦xico siguiendo un modelo que tiene su influencia en los misioneros cristianos, pero tambi¨¦n en las aulas que fundaron Tolstoi y Tagore en sus pa¨ªses. Es una m¨²sica conocida: educaci¨®n al aire libre, reflexiva, cooperativa. Escribi¨® Vasconcelos de Tagore y de Gandhi: ¡°Las ¨²nicas figuras que admiro est¨¢n desprovistas de sangre y lucro¡±. Tagore, dec¨ªa, re¨²ne ¡°talento, genio y apostolado¡±.
Desde Europa, ¡°atento seguidor de la posrevoluci¨®n mexicana¡± de 1910, segu¨ªa los pasos de Vasconcelos otro literato que consigui¨® el nobel de literatura (1915), el franc¨¦s Romain Rolland, un puente entre Asia, Europa y Latinoam¨¦rica, explica en su texto Moraga Valle. Rolland vincul¨® el modelo formativo de Vasconcelos con el de Tagore. La nobel chilena Gabriela Mistral, que trabajaba codo con codo con el mexicano, y su amiga Palma Guill¨¦n visitaron a Rolland en su exilio suizo: ¡°Le o¨ªmos asombradas lo que va contando del movimiento social mexicano y su conocimiento perfecto de la reforma educacional de Vasconcelos. No le interrumpimos, ni afianzamos su elogio del amigo con el nuestro, por gozar, palabra a palabra, del juicio¡±.
Tagore, con su premio nobel ya bajo el brazo (1913) segu¨ªa de educador en su tierra. No solo daba clases, sino que elaboraba libros de texto. Al otro lado del mundo, Vasconcelos no descansa como primer secretario de Educaci¨®n de M¨¦xico. El edificio que acogi¨® los esfuerzos por la alfabetizaci¨®n y la cultura en aquellos a?os posrevolucionarios gira porticado en varios pisos sobre un soberbio patio central. No hay una pared sin la pintura de Diego Rivera, que emprendi¨® aquel trabajo con ese af¨¢n comunista que alecciona al pueblo y ensalza los valores del trabajo. Sin cobrar por ello, le informan al visitante. Pero aquel esp¨ªritu meditativo, el nuevo pensamiento llegado de mundos lejanos, basado en milenarias tradiciones que representa el pintor hab¨ªa representado en mujeres aladas en postura de yoga va decayendo a la par que su amistad con Vasconcelos. Y al llegar a los ¨²ltimos piso de la Secretaria de Educaci¨®n, sus pinceles hacen chanza del viejo Tagore y sus largas barbas, chacota de la que tampoco se libran en el mural otros intelectuales orientalistas mexicanos del momento.
¡°Vasconcelos y Rivera acabaron fatal. En El desastre, donde Vasconcelos describe su proyecto educativo, apenas le dedica unas frases a Rivera¡±, cuenta la investigadora Sandra Zetina. En unas pocas palabras relata un viaje juntos al Yucat¨¢n en el que el gordo pintor no sabe montar a caballo y bufaba con el esfuerzo. Dice que es un buen pintor, pero nada menciona de su dedicaci¨®n por aquellos murales que decoraron el impulso educativo mexicano. Por su parte, Rivera refiere aquel proyecto pict¨®rico did¨¢ctico como algo que surgi¨® entre ¨¦l y el presidente del Gobierno, ?lvaro Obreg¨®n. Estaba borrando de la foto a Vasconcelos. ¡°Es todo fabulado, hay cartas en las que Rivera agradece a Vasconcelos su apoyo para llevar a cabo estas pinturas¡±, afirma Zetina.
En 1922, el original pensador mexicano abandona la Secretar¨ªa de Educaci¨®n, pero su proyecto impregn¨® la educaci¨®n mexicana durante 40 a?os. Aquellos aires orientalistas nunca fueron abandonados del todo. Las ideas del ¡°misionero iluminado¡± las sigui¨® en diferentes gobiernos su disc¨ªpulo Jaime Torres Bodet. Vasconcelos sali¨® de nuevo hacia Estados Unidos y sigui¨® sus lecturas orientalistas y sus pr¨¢cticas de yoga. ¡°Aunque finalmente acab¨® en el nazismo, siempre fue un pensador original e interesante¡±, le despide Sandra Zetina.
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