El arte de ser un profundo superficial
Jaime Chavarri posee ese don peculiar de llevar la conversaci¨®n a ese punto en que lo intrascendente se convierte en interesante solo por el tono personal con que lo cuenta
Un d¨ªa le pregunt¨¦ a Luis Escobar, marqu¨¦s de las Marismas del Guadalquivir, si pensaba que un arist¨®crata genuino ten¨ªa la obligaci¨®n de parecerse a su caballo. Luis Escobar, famoso director de teatro y actor emblem¨¢tico de La escopeta nacional, de Garc¨ªa Berlanga, mientras all¨ª en el jard¨ªn de su palacete acariciaba a una pareja de caniches que ten¨ªa enredada en los pies, me contest¨®: ¡°Aristocracia es una palabra que los arist¨®cratas no solemos pronunciar. Eso, ustedes. Nosotros decimos la sociedad, los amigos de toda la vida, las familias conocidas¡±.
En este caso, sin duda, de su c¨ªrculo de amistades formar¨ªa parte Jaime Ch¨¢varri, hijo de Tom¨¢s Chavarri y Ligues, marqu¨¦s de Alhama, y de Marichu de la Mora, nieta de Antonio Maura, un joven que despu¨¦s de cumplir el rito de adornarse con una licenciatura de Derecho, que no le sirvi¨® de nada, en vez de dedicarse a creer en Dios y a montar a caballo o a matar perdices, rebecos y marranos, seducido, como el propio Luis Escobar, por la far¨¢ndula, ingres¨® en la Escuela de Cinematograf¨ªa, comenz¨® a realizar largometrajes con una c¨¢mara s¨²per 8 y despu¨¦s dirigi¨® algunas pel¨ªculas, que son de cita obligatoria en la historia del cine espa?ol.
Entre otras, El desencanto, un documental sobre la destrucci¨®n de la familia del poeta Leopoldo Panero; A un dios desconocido, historia de un homosexual en busca de su identidad; Dedicatoria, sobre el desamor y el incesto; Las cosas del querer, Las bicicletas son para el verano y Bearn, todas con temas fronterizos entre el desastre familiar, la ruina del sexo y la nostalgia de un tiempo evanescente sobre un espejo glaseado.
A la hora de dibujar el perfil de este cineasta, basta con compartir una sobremesa para saber que, arist¨®crata o no, Jaime Ch¨¢varri posee ese don peculiar de llevar la conversaci¨®n a ese punto en que lo intrascendente se convierte en interesante solo por el tono personal con que lo cuenta, entre las buenas maneras y el desenfado, que puede llegar al disparate sin perder una exquisita educaci¨®n.
Jaime Ch¨¢varri consigue convertir la frivolidad en la forma de conquistar una refinada inteligencia. Pertenece a esa estirpe de artistas para los que nada en este mundo es importante si no es divertido y que la moral empieza por no ser un maleducado. Y aunque da la sensaci¨®n de que siempre llega de un sitio donde se lo ha pasado bien y cuando te deja se ir¨¢ a otro lugar donde aun lo pasar¨¢ mejor, ser¨ªa capaz de soportar cualquier penuria siempre que estuviera protegida bajo la capa de una bohemia est¨¦tica.
A ese don natural se llama swing, que viene con los genes, se tiene o no se tiene, seas arist¨®crata o plebeyo. Cuando se nace con ese don, aunque te presentes desnudo sin que te conozca nadie, se sabe que eres de buena familia. As¨ª sucede cuando Ch¨¢varri aparece realizando un striptease en la pel¨ªcula de Almod¨®var ?Qu¨¦ he hecho yo para merecer esto?, ante Carmen Maura y Ver¨®nica Forqu¨¦. Puede decir una procacidad mientras se baja los calzoncillos y sonar¨¢ como algo profundamente superficial. Es marca de clase.
Viene de una familia partida ideol¨®gicamente por la Guerra Civil, que ha generado mucha literatura. He aqu¨ª la historia de dos hermanas, Constancia y Marichu de la Mora, nietas del ex presidente del Gobierno Antonio Maura; una, comunista, casada con Ignacio Hidalgo de Cisneros, jefe de la aviaci¨®n republicana durante la guerra; otra, falangista, famosa periodista, amiga y enamorada de Jos¨¦ Antonio. Si hubo entre ellos algo m¨¢s tangible que el culto de Plat¨®n, queda para la imaginaci¨®n, pero es cierto que despu¨¦s fue musa y amante de Dionisio Ridruejo.
Cuando este avatar rom¨¢ntico suced¨ªa, Jaime Ch¨¢varri todav¨ªa no hab¨ªa nacido. Marichu de la Mora lo alumbr¨® en 1943, pero este acervo pol¨ªtico tan literario formaba parte del aire familiar que el ni?o respir¨® con toda naturalidad, lo que le dio ese talante de estar m¨¢s all¨¢ del bien y del mal, de no sorprenderse de nada. Era el menor de varias hermanas. Se dec¨ªa que la primog¨¦nita fue engendrada por Ridruejo, l¨®gicamente entre sublimes versos de amor y combate, bien enhebrados. La madre se limit¨® a negarlo y a?adir en voz baja: ¡°?Ojal¨¢!¡±.
Nadie mejor que Jaime Ch¨¢varri pod¨ªa describir desde dentro c¨®mo se desmorona una familia de alto rango franquista. Su talento se mueve espont¨¢neamente entre los escombros de la estirpe del poeta Leopoldo Panero y su c¨¢mara se limita a tomar nota del desencanto de un mundo que se deshace, del viejo esplendor evanescente que conduce a la inanidad o al manicomio.
Pero en medio de la decadencia siempre en Jaime Ch¨¢varri hay un toque de distinci¨®n. Al fin y al cabo, ?en qu¨¦ consiste el ¨¦xito en esta vida? Consiste en que al entrar en cualquier sarao literario o banquete de homenaje te reclamen de tres o cuatro mesas a la vez porque los comensales saben que el vino se compartir¨¢ con una conversaci¨®n agradable, inteligente y divertida. Y si encima sabes usar los cubiertos del pescado, mucho mejor.
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