Muere Giuseppi Logan, superviviente del ¡®free jazz¡¯
El saxofonista, desaparecido durante d¨¦cadas tras unos inicios en la vanguardia neoyorquina, fallece a los 84 a?os con coronavirus
La peripecia vital de Giuseppi Logan ejemplifica bien las tribulaciones de los jazzmen de su generaci¨®n. Y, al paso que vamos, tambi¨¦n lo har¨¢ su muerte: el saxofonista, que falleci¨® ayer en un hospital de Nueva York a los 84 a?os, engrosa las estad¨ªsticas de m¨²sicos fallecidos con coronavirus. La noticia la dio el trompetista Matt Lavelle, colaborador de sus ¨²ltimos a?os.
Como tantos, Logan fue un int¨¦rprete autodidacta. Nacido en 1935 en Filadelfia, tierra de grandes improvisadores, empez¨® con el piano, pero antes de los 12 a?os ya se hab¨ªa pasado a los instrumentos de viento: domin¨® con un sonido propio, deudor de Ornette Coleman, el saxof¨®n, el clarinete y la flauta.
En sus inicios curs¨® estudios en la universidad del rhythm&blues, que en los a?os cincuenta hab¨ªa sustituido al jazz como el elemento aglutinador de la juventud negra. Perdida esa influencia, el g¨¦nero prosigui¨® su misi¨®n liberadora e ingres¨® en los sesenta dividido en dos facciones: los tradicionalistas, que se aferraron a los viejos circuitos y los ampliaron en los florecientes festivales europeos, y los j¨®venes dispuestos a hacer saltar todo por los aires, aunque la explosi¨®n se los llevara por delante tambi¨¦n a ellos.
"Me cont¨® sobre su adicci¨®n, la separaci¨®n de su mujer e hijos y su situaci¨®n actual de extrema pobreza [viv¨ªa de pedir en la calle]. Le extend¨ª un cheque, llam¨¦ a uno de sus colaboradores de anta?o, y le grab¨¦ un disco¡±, cont¨® el productor que lo rescat¨®, Josh Rosenthal
Lleg¨® a Nueva York en 1964, justo a punto para participar el festival de m¨²sica de vanguardia October Revolution In Jazz, organizado con gui?o bolchevique por el trompetista Bill Dixon en un caf¨¦ de la ciudad. Logan comparti¨® cartel con los grandes de la escena del free jazz (aunque muchos desde?aran esa etiqueta y prefirieran otra, new thing): de John Tchicai a Paul Bley; de Cecil Taylor a Sun Ra.
Poco despu¨¦s grab¨® su primer ¨¢lbum para ESP-Disk, sello independiente consagrado a la escena neoyorquina de improvisaci¨®n. Fue Bernard Stollman, su fundador, un abogado jud¨ªo amante del esperanto con m¨¢s pasi¨®n por la m¨²sica que por la calidad de las grabaciones o por satisfacer los royalties de sus colaboradores, quien le sugiri¨®, aparentemente, que se cambiara el nombre de pila, Joseph, por Giuseppi. Eso, unido a la escasa informaci¨®n de la carpeta original, llevaba en la era pre Internet a equ¨ªvoco al aficionado, que f¨¢cilmente pod¨ªa creer que el arte nervioso de Logan era el de un descarriado de la escuela italoamericana del saxof¨®n. El cuarteto lo completaban el pianista Don Pullen, que goz¨® una respetable carrera como l¨ªder durante d¨¦cadas, el bajista Eddie Gomez, integrante despu¨¦s de uno de los m¨¢s duraderos tr¨ªos de Bill Evans, y el legendario baterista Milford Graves.
A aqu¨¦l sigui¨® otro disco m¨¢s, More, en el mismo sello, y colaboraciones con m¨²sicos como la cantante Patty Waters, que llev¨® el free jazz a las universidades, o el trombonista Roswell Rudd. La vida dom¨¦stica que se adivina en un corto de Bill English, disponible en YouTube, en el que se ve a Logan en 1966 pasear por la parte baja de Manhattan, se fue al traste por las drogas en alg¨²n momento entre finales de los sesenta y principios de los setenta, cuando desapareci¨® sin dejar rastro, tampoco para sus allegados, de una escena, que, sin blanca ni clubes que quisieran programar sus propuestas, se hab¨ªa visto obligada a replegarse en los lofts del SoHo. All¨ª viv¨ªan algunos de sus miembros; sobra decir que, inmobiliariamente, Nueva York era otra ciudad entonces.
La historia de la resurrecci¨®n de Logan, tras d¨¦cadas interno en instituciones mentales o sobreviviendo en la indigencia en las calles de Norfolk, Virginia, es tambi¨¦n paradigm¨¢tica de la revisi¨®n del relato de la m¨²sica estadounidense emprendida con el nuevo siglo por aficionados j¨®venes, m¨¢s interesados por una buena historia que en preservar el canon. Fue, en su caso, gracias al productor Josh Rosenthal, fundador del sello Tompkins Square, llamado como el parque neoyorquino del mismo nombre y especializado en m¨²sica de ra¨ªces y en guitarristas primitivos americanos. ¡°Sol¨ªa escuchar a Giuseppi tocar Somewhere Over The Rainbow una y otra vez en el parque¡±, escribe Rosenthal en sus entretenidas memorias, The Record Store of The Mind (2015). ¡°No sab¨ªa nada de ¨¦l, pero s¨ª hab¨ªa visto aquel corto suyo de los sesenta. Me cont¨® sobre su adicci¨®n, la separaci¨®n de su mujer e hijos y su situaci¨®n actual de extrema pobreza [viv¨ªa de la beneficencia y de pedir en la calle]. Le extend¨ª un cheque, llam¨¦ a uno de sus colaboradores de anta?o, [el piantista] Dave Burrell, y le grab¨¦ un disco¡±.
La publicaci¨®n en 2009 de aquel ¨¢lbum, The Giuseppi Logan Quintet, propici¨® el reencuentro del saxofonista con uno de sus dos hijos, Jaee, pianista, as¨ª como el tard¨ªo reconocimiento a una vida de fatigas. Tambi¨¦n, que el parque se llenara de turistas enterados en busca de un rato con el superviviente.
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