Contra la man¨ªa de amontonarnos
El arquitecto Rem Koolhaas cree que en ese urgente redise?o de tantos lugares p¨²blicos vamos atrasados, tanto como hemos ido los pa¨ªses occidentales con respecto a las noticias que llegaban de China
La repentina exigencia de ¡°distanciamiento social¡± pudo primero parecernos una cat¨¢strofe, y ahora observamos que abre oportunidades inmejorables para redise?ar espacios p¨²blicos, por ejemplo. Rem Koolhaas, el gran arquitecto de Rotterdam, es uno de los m¨¢s implicados en estas transformaciones que, con la excusa de combatir el hacinamiento, est¨¢n por venir. Aun siendo Koolhaas el autor de un libro esencial del siglo pasado, Delirio de Nueva York, muestra en los ¨²ltimos tiempos un mayor inter¨¦s por los amplios espacios rurales que por las aglomeraciones urbanas.
Ya se sabe: el sabio puede cambiar de opini¨®n; el necio, nunca. Y Koolhaas dio ese giro en sus opiniones ya mucho antes de que la pandemia le cerrara en marzo Countryside, The Future, su exposici¨®n en el Guggenheim de Nueva York, donde entre otras cosas pod¨ªa encontrarse uno con un invernadero de tomates, cuya brillante luz rojiza, m¨¢s all¨¢ del cierre obligado del museo, sigue actualmente proyectando en las noches un resplandor extra?o ¨Cdicen que casi alien¨ªgena¨C en la Quinta Avenida.
Koolhaas sugiere que no dejemos pasar la oportunidad de redise?ar nuestros horrendos aeropuertos y lograr que vuelvan a parecerse a aquellos espacios altamente racionalizados
He seguido con inter¨¦s y hasta alegr¨ªa las ¨²ltimas intervenciones de Koolhaas en la prensa. Sugiere, por ejemplo, que no dejemos pasar la oportunidad de redise?ar nuestros horrendos aeropuertos y lograr que, en la medida de lo posible, vuelvan a parecerse a aquellos espacios altamente racionalizados que en otros d¨ªas serv¨ªan para simplemente llegar, facturar el equipaje y, dej¨¢ndose de otras monsergas, subir al avi¨®n. Se tratar¨ªa de imponer el distanciamiento en ese dise?o serpenteante infestado de comercios con el que tropez¨¢bamos nada m¨¢s acceder a las salas de espera, en esas pegajosas estancias en las que reinaba la dichosa man¨ªa humana de amontonarnos.
Esa man¨ªa que ahora, cuando la evoco, me lleva a pensar directamente en lo que propon¨ªa Countryside: la necesidad de repensar nuestras ciudades en un momento en el que m¨¢s de la mitad de la poblaci¨®n mundial vive hacinada en ellas, ocupando solo el dos por ciento de la masa terrestre, lo que no deja de ser est¨²pido y angustioso. Koolhaas cree que en ese urgente redise?o de tantos lugares p¨²blicos vamos atrasados, tanto como hemos ido los pa¨ªses occidentales con respecto a las noticias que llegaban de China.
Y es que Koolhaas, que dise?¨® la sede de la red de televisi¨®n estatal china, CCTV, en Beijing, no pudo sentirse m¨¢s contrariado cuando vio que la pandemia en Wuhan era considerada, en un primer momento, un caso at¨ªpico: ¡°Hay una forma de sinofobia que hace que la distancia entre Occidente y China se agrande cada d¨ªa m¨¢s. Y la prueba est¨¢ en que las alarmas que sonaron all¨ª fueron escuchadas aqu¨ª como algo remoto¡±
Countryside cerr¨®, pero es ya inevitable que reabra un d¨ªa para volver a hablarnos del regreso a ciertas formas de vida m¨¢s desahogadas. Pi¨¦nsese que en el campo no suelen verse, por ejemplo, hipot¨¦ticos ¡°grupos de diez¡± (esa enso?aci¨®n del gobierno) quedando para ir a las terrazas. Y all¨ª, adem¨¢s, hasta nos parece veros¨ªmil marcar distancias con el infierno: no apretujarnos para no incinerarnos.
Babelia
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