Toda la ¡®Odisea¡¯ cabe en la isla de Formentera
Releer el cl¨¢sico de Homero en la peque?a Pitiusa permite descubrir cosas pasadas por alto y jugar a identificar pasajes y personajes del poema en clave local
Pasar las vacaciones en Formentera con la Odisea bajo el brazo, llevando a veces en la playa solo el libro y la mascarilla, heroicamente desnudo como Ulises arrojado a la costa de los feacios, de largos remos, es una experiencia enriquecedora. Y muy pertinente estos d¨ªas en que cada viaje de veraneo lo afrontas como eso, una odisea, de la que no sabes c¨®mo vas a volver y si habr¨¢s de hacerlo con el largo rodeo de una cuarentena. Ulises ense?a paciencia dentro de la aventura, tes¨®n, iniciativa, resignaci¨®n cuando es necesario ante el designio de los dioses, y la esperanza de que las cosas volver¨¢n a ser como eran, m¨¢s o menos.
Cada vez m¨¢s escojo para el veraneo grandes cl¨¢sicos que suscitan la admiraci¨®n del personal -cuando no llevas nada puesto hay poco m¨¢s que admirar- y te granjean cierto respeto, el que no te otorgan Ken Follet o Jo?l Dicker, cuando pones el volumen decididamente sobre la barra del chiringuito para hacerte sitio. Un individuo que lee Guerra y paz o el Ramayana merece que se le atienda y no se le ningunee, no vaya a ser una lumbrera y hasta a tener un yate. La Odisea me ha acompa?ado toda la vida desde ni?o repelente, pero como suele suceder con los cl¨¢sicos cada vez que los lees encuentras algo que hab¨ªas pasado por alto o no recordabas. Por ejemplo, que en la Odisea salen focas. Y un pulpo, y cormoranes ¡°de pico alargado, que encuentran su faena en el mar¡±; que se menciona varias veces al jacinto, que se describe la tumba de Aquiles, o que hay tanto sexo. Y tanta escena gore (Polifemo borracho regurgitando vino y trozos de carne humana, los genitales cortados de Melantio, junto con su nariz, orejas, pies y manos, arrojados a los perros: puro Tarantino). Que los gorrones pretendientes a los que Ulises, convertido en Clint Eastwood, despacha v¨ªa flechas y lanzas al final (imagino que aqu¨ª no cabe hablar de spoiler) son, si no he contado mal, la friolera de 108 y que Homero se adelant¨® 28 siglos a La guerra de las galaxias con la frase reveladora: ¡°Soy tu padre¡± (canto XVI).
Griegos y romanos ilustrados
La serie que hoy empieza propone una revisi¨®n de algunos de los mitos m¨¢s fascinantes de la Antig¨¹edad, con textos de Jacinto Ant¨®n y las ilustraciones de Javier Olivares, premio Nacional del C¨®mic en 2015 por 'Las meninas', con guion de Santiago Garc¨ªa. Olivares y Garc¨ªa han publicado este a?o 'La c¨®lera'(Astiberri), cuyas vi?etas est¨¢n inspiradas en 'La Il¨ªada'.
Me he llevado a Formentera la edici¨®n m¨¢s ligera y barata que tengo, la de bolsillo de Alianza (2013), sabiendo que el volumen iba a acabar, con tanto traj¨ªn de agua, playa, camino polvoriento y aventuras estivales, peor que los compa?eros de Ulises (que murieron todos: m¨¢s spoiler). Como suele pasar es a ese libro baqueteado al que m¨¢s cari?o le acabas cogiendo. Sus p¨¢ginas, que amenazan con desprenderse como peque?as velas blancas bajadas un d¨ªa de calma, est¨¢n llenas de mar, literalmente: trocitos de algas, salpicaduras salinas, plumas, con algo de tegumento a¨²n, del cormor¨¢n muerto que encontr¨¦ en Cala en Baster. A?¨¢dase arena blanca, un tique asombroso de una consumici¨®n en El Ministre, manchas de las muchas copas de licor de hierbas y las tiras de envoltorio de Cornetto para marcar el progreso de la lectura y los pasajes favoritos y se podr¨¢ imaginar c¨®mo ha quedado la pobre Odisea. La versi¨®n es la del admirado Carlos Garc¨ªa Gual y pasa como las hierbas con hielo cuando vas sediento. Es sin duda la mejor y m¨¢s directa lectura que he disfrutado del texto de Homero, lo cual no es raro si cada vez que lees por ejemplo ¡°los l¨ªquidos senderos¡±, ¡°el vinoso ponto¡±, ¡°el mar poblado de peces¡±, ¡°las c¨®ncavas naves¡±, ¡°la aurora de ¨¢ureo trono¡± y ¡°de dedos ros¨¢ceos¡±, levantas la vista de la p¨¢gina y ah¨ª est¨¢n.
Dec¨ªa que he descubierto muchas cosas. Ulises, del que Gual advierte que nunca sabemos si nos cuenta la verdad, me ha parecido m¨¢s complejo y menos ejemplar de lo que recordaba. Es taimado, y cruel, soberbio y arrogante. Valiente como indudablemente es, y un guerrero impresionante, un verdadero soldado, destructor de ciudades (revestido de bronce y empu?ando la lanza de larga sombra hace tragar saliva), puede tambi¨¦n venirse abajo. Aunque es verdad que le pasa de todo y ?qui¨¦n no temer¨ªa a Poseid¨®n, dios de la cabellera azul, desatado? Por otro lado, llora frecuentemente, como en realidad, para nuestra sorpresa, lloran todos en la Odisea; debe ser una vieja costumbre griega. Tambi¨¦n comen mucho, y se explican las comidas con gran detalle, como en una versi¨®n ¨¦pica de las novelas de Enid Blyton).
Ulises, Johnny Depp y Mortadelo
El gusto por el disfraz de Ulises solo tiene equivalente en Johnny Depp o Mortadelo: le encanta convertirse en otro y se inventa vidas de mentira con una facilidad pasmosa. En otro orden de cosas, no le supone ning¨²n problema ponerle los cuernos a la fiel Pen¨¦lope con Circe, de bellas trenzas, y con Calipso, divina entre las diosas (claro que con mujeres as¨ª, hechiceras, parece que se tenga disculpa). Entre los detalles concretos, me ha sorprendido lo blanqueada que aparece Helena de Troya, ya recuperada por su esposo, el rubio Menelao, bueno en el grito de guerra, y de vuelta en Esparta, donde los visita el hijo de Ulises, Tel¨¦maco, a la saz¨®n en busca de su padre. Parece que la reina -que tuvo hijos con Paris y l¨ªo con De¨ªfobo y hasta, se dice, con Aquiles- no hubiera roto un plato y fuera una irreprochable ama de casa. Y Homero no hace ning¨²n comentario al respecto (parece que hab¨ªa una tradici¨®n de que era peligroso hablar mal de ella). Todo lo m¨¢s, Helena achaca a Afrodita que la hiciera cometer ¡°locuras¡±. Nada, un pecadillo, la guerra de Troya, su destrucci¨®n, la muerte de tantos. Otra sorpresa: el arco de Ulises, con el que escabechina a los pretendientes, no era suyo, sino que se lo hab¨ªa regalado ?fito, que lo hab¨ªa recibido de su padre ?urito. Y el nombre original del h¨¦roe, Odiseo (de ah¨ª la Odisea), lo sugiri¨® su abuelo materno, Aut¨®lico, y viene de odio (canto XIX). Una triste paradoja de la Odisea, llena de historias humanas, es que uno de los pretendientes a los que mata Ulises, Eur¨ªnomo, es hermano de Antifo, compa?ero de guerra y aventuras del h¨¦roe al que asesina y se come en su caverna profunda el c¨ªclope Polifemo. El padre de ambos itacenses muertos de maneras tan distintas es el viejo Egiptio, al que al menos le queda el consuelo de un tercer hijo¡ El libro es rico en grandes secundarios, como el padre de Ulises, Laertes, un Lear avant la lettre, o el porquerizo Eumeo, obviamente uno de los personajes favoritos de Homero, que casi se le come la funci¨®n al mismo protagonista¡
Los faros y los c¨ªclopes
Estimulado por la Odisea, me he dado a imaginar qu¨¦ parajes y personajes de Formentera podr¨ªa identificar con los de la obra de Homero. En un juego travieso, he decidido que los c¨ªclopes son los dos grandes faros de la isla, el de la Mola y el de Barbaria, que escudri?an con su ¨²nico ojo giratorio el mar. Los malvados lestr¨ªgones habitan sin duda los car¨ªsimos chiringuitos de Illetes dispuestos a dejar en los huesos a los incautos clientes. El acceso al Hades no puede estar en otro sitio que en la cueva subterr¨¢nea del mismo faro de Barbaria. Los amables y hospitalarios feacios son la amplia troupe colombiana del Pelayo, que, por cierto, me piden que le diga a Shakira -¡°con la que t¨² tienes tanta entrada¡±-, que vaya alguna vez al chiringuito de sus compatriotas: ya sabes Shakira, p¨¢sate por ah¨ª, mujer. Y tambi¨¦n son los feacios la familia Mayans, de amplios huertos y muchas casas, y los Carola, que han dado refugio al pobre ¨¦mulo de Ulises que firma esto, con la joven Nausicaa amante de los p¨¢jaros y las estrellas: Celia.
El Olimpo, donde se despacha ambros¨ªa en forma de libros, noticias y buenas historias, es por supuesto la librer¨ªa Tur Ferrer, con su Atenea de ojos glaucos, Carme, a la cabeza y su hijo Joan, que dar¨ªa genial como Tel¨¦maco (con su perra Dol?a en el papel del fiel can Argos de Ulises). Los lot¨®fagos se agolpan en los dos restaurantes de Jubany, Can Carlito y el nuevo Es C¨®dol Foradat, con el que la hedonista Formentera del Norte ha puesto otro pie colonizador en el salvaje Sur. Poseid¨®n (de la posidonia) es, claro, Manu San F¨¦lix, el se?or de las profundidades, explorador de National Geographic, que regenta el diving center Vellmar¨ª en la Savina. Los compa?eros, embarcados en sus propios viajes y regresos (nostoi), ser¨ªan Melina, que ha cerrado, ?ay!, el Can Toni de la Mola, y sus amigos, como Hilo Moreno, ins¨®lito explorador polar en Formentera. No s¨¦ qu¨¦ papel le cabe al belga errante y navegante Vincent; por su capacidad de ce?ir y camelar (le han dado la patente de corso del velero del Beso y consigui¨® hasta que Andrea, de Juan y Andrea, lo invitase a pastel de chocolate). Podr¨ªa ser otro Ulises, pero tambi¨¦n uno de esos dioses errantes descalzos y a veces enga?osamente andrajosos que te cruzas sin darte cuenta y te llevan al huerto. Escila son las medusas, multiformes y fastidiosas. Caribdis la playa de Llevant cuando hay bandera roja y te chupa mar adentro. Las sirenas, de penetrante canto, abundan en las playas (aunque en la Odisea se dice que solo son 2), como abundan los sirenos, y los enojosos pretendientes. Y Circe y Calipso residen en todas partes, son la esencia misma de la isla, llena de encantos y promesas, sue?os y recuerdos, para que, tentado por el amor inmortal, te olvides para siempre de que t¨² tambi¨¦n, como Ulises, tienes una ?taca a la que debes volver. O quiz¨¢ no.
Pr¨®xima entrega: Las aventuras er¨®ticas de Ulises
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