¡®Mahraganat¡¯, la m¨²sica joven de los suburbios egipcios que inquieta a las autoridades
El g¨¦nero, nacido a finales de la primera d¨¦cada del siglo, retrata de forma estridente y directa la cruda realidad que viven los chicos de los barrios de clase trabajadora del pa¨ªs
A pesar de la inmensa popularidad que amasa en Egipto, los or¨ªgenes del mahraganat, un g¨¦nero de m¨²sica dance popular que despierta todo tipo de pasiones en el pa¨ªs y la regi¨®n, contin¨²an siendo un misterio. Su primera pista conocida, sin embargo, se gest¨® en 2007 en un cibercaf¨¦ de Medinat El Salam, un suburbio de El Cairo de clase trabajadora, donde los j¨®venes del barrio iban a ahogar su tiempo libre. All¨ª fue donde Dj Figo, ahora un icono, descubri¨® un software de m¨²sica gratuito con el que pudo empezar a experimentar y crear nuevos ritmos muy b¨¢sicos influido por la m¨²sica shaabi, otro g¨¦nero popular con una fuerte incitaci¨®n al baile, y marcado por la presi¨®n y luchas cotidianas de la castigada juventud de la periferia cairota. Su primer tanteo ya caus¨® sensaci¨®n.
¡°De golpe Dj Figo descubri¨® que la pista hab¨ªa viajado por todos los cibercaf¨¦s del barrio, y que todos los chicos quer¨ªan tenerla,¡± recuerda Mahmoud Refat, fundador de una peque?a productora independiente 100 Copies, que ha colaborado con los cantantes mahraganat m¨¢s famosos del pa¨ªs.
Incitado por la prueba de Dj Figo, otro artista m¨¢s po¨¦tico de un barrio cercano, Amr Haha, produjo entonces una pista m¨¢s elaborada, evoca Refat. Pero no queriendo dejar atr¨¢s su barrio, Dj Figo quiso dar un paso m¨¢s all¨¢ y se dio cuenta de que pod¨ªa utilizar los precarios auriculares con micr¨®fono del c¨ªber para grabar voz en el software. El resultado, Mahragan El Salam, es el primer mahraganat que se conoce.
El g¨¦nero naci¨® en los mismos barrios de clase trabajadora de la capital egipcia que dieron a luz a la m¨²sica shaabi en los dif¨ªciles a?os setenta, marcados por las agresivas pol¨ªticas neoliberales del r¨¦gimen de Anwar El Sadat. Pero sus cantantes se distancian intencionadamente de este g¨¦nero para reivindicar el suyo como propio de su generaci¨®n, con un flow distinto, una m¨²sica m¨¢s r¨¢pida, voces sencillas y unos motivos particulares.
Su punto de inflexi¨®n lleg¨® en 2010. En aquel momento, el g¨¦nero estaba profundamente arraigado en sus barrios, y fue gracias a la apuesta de productoras como 100 Copies que sus composiciones empezaron a sofisticarse y sus cantantes comenzaron a aparecer en festivales. La revoluci¨®n de 2011 favoreci¨® a¨²n m¨¢s su eclosi¨®n. ¡°Esto era el futuro, y ten¨ªamos que trabajar en ello como la m¨²sica que es, no solo como algo social, reservado a las celebraciones, puntual¡±, considera Refat.
A medida que el mahraganat se ha ido haciendo popular, inevitablemente ha captado la atenci¨®n de las suspicaces autoridades egipcias, que con su habitual actitud paternalista han lanzado varias campa?as para desprestigiar y silenciar el g¨¦nero bajo el pretexto de ser vulgar, denigrante y alejado de lo que consideran los ¡°valores egipcios¡±. En el espectro opuesto, tambi¨¦n hay quien critica el g¨¦nero por su aparente falta de conciencia pol¨ªtica. El mahraganat no es ni la leyenda de la canci¨®n ¨¢rabe Um Kalthum ni el grupo Cairokee. Pero no tiene ninguna intenci¨®n de serlo.
Puritanismo oficial
¡°No puedes decir que los cantantes mahraganat son apol¨ªticos porque su vida es muy pol¨ªtica¡±, observa Mariam Diefallah, una activista feminista y bloguera que sigue de cerca la escena. ¡°Vivir en barrios de clase trabajadora, andar deambulando intentando encontrar trabajo, hacer frente al hecho de no poder casarte con tu novia porque no lo puedes pagar, hablar de drogas y disfunci¨®n er¨¦ctil, todo esto es definitivamente pol¨ªtico¡±, a?ade. ¡°Est¨¢n criticando sus condiciones y est¨¢n recuperando sus barrios y est¨¢n diciendo que estos son importantes e influyentes, y fuerzan a mucha gente a conocer estos problemas¡±, desliza.
La ¨²ltima gran campa?a del r¨¦gimen contra el mahraganat se lanz¨® en febrero, cuando el oficialista Sindicato de M¨²sicos intent¨® prohibirlo en algunos establecimientos despu¨¦s de que dos populares cantantes entonaran, durante una abarrotada fiesta de San Valent¨ªn en El Cairo, la letra del tema Bent El Giran (la hija de los vecinos), que reza que si la chica les deja van a empezar a beber alcohol y a fumar hach¨ªs. Una referencia inaceptable a ojos del purista sindicato, que este septiembre ha vuelto a la carga con una lista de temas mahraganat que quiere prohibir en la radio. Una muestra m¨¢s de la persecuci¨®n y censura del arte y de los artistas por parte del r¨¦gimen de Abdelfat¨¢ al Sisi.
¡°Antes de cantar, [tienen] que respetar la ley e ir al sindicato para que se les diga si son v¨¢lidos. A partir de ah¨ª no hay problema¡±, indica Saad El Metwally, asesor legal del sindicato, que a?ade, eso s¨ª, que las letras tienen que respetar ¡°los l¨ªmites de la moral¡±.
La prueba del ¨¦xito del movimiento tard¨® solo un mes en llegar. En marzo, otro popular cantante mahraganat, Hamo Bika, gan¨® el premio para creadores de YouTube al alcanzar el mill¨®n de suscriptores. Y Bint El Giran acumula ya 410 millones de reproducciones.
¡°Si nos fijamos en la m¨²sica y la letra, se pueden encontrar paralelismos con otros g¨¦neros de otras partes del mundo, como el rap o el reggaet¨®n. Esta m¨²sica, a menudo asociada a barrios de clase trabajadora, es f¨¢cil de dejar de lado [y considerar] que no es m¨²sica o no es cultura real¡±, se?ala Diefallah. ¡°Pero la m¨²sica mahraganat no se puede controlar¡±.
¡°Yo respeto mucho la cultura elitista, el arte muy conceptual,¡± dice Refat, ¡°[pero] ahora, si no tengo impacto en mi cultura, creo que estamos haciendo algo mal, y para tener ese impacto se requiere cierta realidad, en especial en Egipto, donde la vida es muy dura¡±. ¡°As¨ª que puede que el mahraganat no sea bonito,¡± agrega, ¡°pero es lo que hay¡±. ¡°Este es el lenguaje de la calle, y si le damos la espalda no vamos a entender el futuro y no vamos a entender d¨®nde estamos¡±.
Babelia
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