?Que vuelva el Pav¨®n!
?Qui¨¦n dijo ¡°queremos un teatro privado con vocaci¨®n de teatro p¨²blico?¡±. Imposible contar todos los fogonazos de aquel tiempo espl¨¦ndido sacudido luego por el maldito coronavirus
Septiembre de 2016. Al principio no fue nuestro Pav¨®n, fue en el hall del Lara, la escalera que sub¨ªa al primer piso, como en una pel¨ªcula de Robert Aldrich. Nos dijeron que la obra era una versi¨®n de Pirandello retitulada La funci¨®n por hacer y fue un zambombazo. Luego nos presentaron a los que iban a agitar el cotarro. Los Kamikazes, los socios fundadores: Miguel del Arco, Jordi Bux¨®, Israel Elejalde, Aitor Tejada. ?Qui¨¦n dijo ¡°queremos un teatro privado con vocaci¨®n de teatro p¨²blico?¡±...
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Septiembre de 2016. Al principio no fue nuestro Pav¨®n, fue en el hall del Lara, la escalera que sub¨ªa al primer piso, como en una pel¨ªcula de Robert Aldrich. Nos dijeron que la obra era una versi¨®n de Pirandello retitulada La funci¨®n por hacer y fue un zambombazo. Luego nos presentaron a los que iban a agitar el cotarro. Los Kamikazes, los socios fundadores: Miguel del Arco, Jordi Bux¨®, Israel Elejalde, Aitor Tejada. ?Qui¨¦n dijo ¡°queremos un teatro privado con vocaci¨®n de teatro p¨²blico?¡±. Imposible contar todos los fogonazos de aquel tiempo espl¨¦ndido sacudido luego por el maldito coronavirus.
En desorden, pero con la misma pasi¨®n, veo a B¨¢rbara Lennie e Irene Escolar echando fuego en Hermanas, de Pascal Rambert. Veo El tratamiento, de Pablo Rem¨®n, un maestro de hacer re¨ªr y emocionar en la misma escena, en el rol de un guionista en crisis. Y no olvido a Lennie interpretando a Adriana Vergara, productora pirada y manipuladora. Ni el desgarro de Irene Escolar en Blackbird, de David Harrower.
Veo el gran ¨¦xito de Jaur¨ªa, directa a la vena: ?c¨®mo hac¨ªa Mar¨ªa Herv¨¢s para encarnar el dolor con tanta verdad y tanta delicadeza? ?Y para los actores, lograr transmitir la psicopat¨ªa entre la puerilidad y la amenaza? El texto era de Jordi Casanovas, la puesta de Del Arco. Aplaudo tambi¨¦n el repartazo de Ensayo, otra de Pascal Rambert, con Elejalde, Mar¨ªa Morales, Jes¨²s Noguero y Fernanda Orazi. Escucho al director que encarna Elejalde: ¡°Es m¨¢s c¨®modo pensar que lo peor es siempre lo seguro y el cinismo dirige el mundo. Yo no lo creo¡±. Am¨¦n a eso.
Veo (y, sobre todo, escucho) Las canciones de Pablo Messiez, una joya sobre ¡°actuar la escucha de la m¨²sica¡±: no olvido el momento en que Rebeca Hernando baila y escucha la impresionante versi¨®n de My Sweet Lord, por Nina Simone. Miguel del Arco dirige Ricardo III, con el aire de Joker castizo que a modo de m¨¢scara luce la sonrisa fiera de Israel Elejalde: c¨®mo modula, c¨®mo lanza la voz, c¨®mo sabe ser seductor y sulf¨²rico. La pareja repiti¨® Shakespeare con un Hamlet que un¨ªa el Teatro de la Comedia, la CNTC y, naturalmente, el Pav¨®n. Veo Todo el tiempo del mundo, de Pablo Messiez, una fantasmagor¨ªa sobre el tiempo y los muertos familiares, en una zapater¨ªa prodigiosa, con un amplio elenco encabezado por ??igo Rodr¨ªguez y Carlota Gavi?o. Recuerdo el doble juego de Las cr¨®nicas de Sanchidri¨¢n, de Jos¨¦ Padilla, donde brillaron y volaron Pepe Viyuela, Cristobal Su¨¢rez, Juan Vinuesa y Ana Varela. Veo a Carmen Machi (?patrimonio nacional!) como Helena de Troya en Juicio a una zorra y Creonte en Ant¨ªgona, ambas en manos de Del Arco. Faltan tantos recuerdos.
Ah¨ª va una ¨²ltima imagen. La hilera de muchachas a nuestra espalda. Se enciende la luz. Los ojos empapados. La huella de las l¨¢grimas. La sorpresa de que aquella sacudida, aquella verdad, hubiera sucedido, continuara sucediendo. Aquel estado. Volved, Kamikazes. Os necesitamos.