Yo soy Ofelia, ahogada
Un interesante espect¨¢culo rememora la fascinaci¨®n que Elizabeth Siddall despert¨® en el c¨ªrculo art¨ªstico de los prerrafaelitas
?Musa o mascota? Elizabeth Siddall, descubierta por Walter Deverell mientras trabajaba de costurera en una sombrerer¨ªa londinense, encarn¨® el ideal de belleza prerrafaelita: alta, delgada, l¨¢nguida, distante pero asequible, de ojos verdeazulados y abundante melena flam¨ªgera, los pintores de la Hermandad pensaron que era la reencarnaci¨®n de Simonetta Vespucci, la Venus de Botticelli. En esta concisa y enigm¨¢tica invocaci¨®n, escrita por In¨¦s Pi?ole, Siddall, reencarnada en la actriz Mar¨ªa Gim¨¦nez de Cala, rememora la fascinaci¨®n mutua que ella despert¨® en aquel c¨ªrculo art¨ªstico, alguno de los retratos que le hicieron sus integrantes, su productiva pero atormentada relaci¨®n con Dante Gabriel Rossetti, su angustia esperanzada y su muerte prematura, por sobredosis de l¨¢udano.
No entra el texto de Pi?ole en hip¨®tesis sobre la vida, querencias, ambiciones y triste final de Siddall, ni ofrece tampoco muchos datos biogr¨¢ficos sobre su persona. Prefieren su autora, su int¨¦rprete y Paco Montes, su director, hacer una invocaci¨®n esp¨ªrita, a media voz, de figura tan atractiva, y un bosquejo dram¨¢tico de c¨®mo se sent¨ªa en su fuero interno. Representada por Gim¨¦nez de Cala, la modelo tiene una presencia carnal y evanescente, material y fugitiva: es mujer real y fantas¨ªa masculina a la vez, como lo fueron la Siddall de carne y hueso y Fanny Cornforth, tambi¨¦n ella amante de Rossetti, en muchos de los lienzos que pintaron ¨¦l y sus compa?eros de correr¨ªas art¨ªstico-m¨ªsticas. Puestas a elegir, Pi?ole y Gim¨¦nez (que ha a?adido alguna escena de su cosecha a la funci¨®n) dan voz a la Siddall madre de un beb¨¦ que naci¨® muerto, autora de un breve poemario, editado en castellano recientemente por Ya lo dijo Casimiro Parker, y becada por John Ruskin, cr¨ªtico de cabecera del movimiento prerrafaelita, que vio en ella un talento pict¨®rico comparable al de los varones para quienes posaba.
El espect¨¢culo, de 60 minutos, despierta inter¨¦s sin mengua, tiene cierto halo de misterio, deja entreverado m¨¢s de lo que revela. Sola en escena, Gim¨¦nez de Cala mantiene un caudal interpretativo constante y transmite una convicci¨®n inquebrantable en lo que hace. Deja con ganas de m¨¢s. Con medios econ¨®micos modestos, el dise?ador Quique Mart¨ªnez envuelve sugestivamente el trabajo de la actriz. La m¨²sica de Bruno Axel crea una atm¨®sfera propiciatoria. Durante la escena de la desesperaci¨®n de Siddall se echa de menos una mirada coreogr¨¢fica, como se echa de m¨¢s el empleo de luces estrobosc¨®picas (salsa hoy de todos los guisos). El volumen de la m¨²sica impide escuchar el comienzo del mon¨®logo interior de la protagonista sumergida en una ba?era de agua fr¨ªa, vestida, mientras sir John Everett Millais la retrata como Ofelia ahogada. El escenario relativamente amplio de la sala madrile?a de peque?o aforo El Umbral de Primavera le brinda a la int¨¦rprete recorrido y ox¨ªgeno.
Elizabeth Siddall. Texto: In¨¦s Pi?ole. Adaptaci¨®n: Mar¨ªa Gim¨¦nez. Direcci¨®n: Paco Montes. Madrid. Sala El Umbral de Primavera, 11, 18 y 25 de enero. Durante el mes de febrero en el Teatro de las Letras.
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