Las carreras indescifrables
Stephen Gaghan, que hace a?os parec¨ªa un Alan J. Pakula del siglo XXI, ha acabado haciendo una pel¨ªcula de animales que hablan
El complejo ejercicio de la direcci¨®n cinematogr¨¢fica se podr¨ªa dividir entre las carreras coherentes, homog¨¦neas y sin apenas borrones ni ca¨ªdas, que son muy pocas; las desiguales pero con un cierto criterio y alg¨²n punto de uni¨®n tem¨¢tico, gen¨¦rico o al menos de intenciones, que son la mayor¨ªa; y las completamente indescifrables, que apuntan en una direcci¨®n y que en un determinado momento saltan por los aires con una decisi¨®n que solo atiende a la (noble) explicaci¨®n de tener que seguir trabajando. La del estadounidense Stephen Gaghan es una de ellas.
LAS AVENTURAS DEL DOCTOR DOLITTLE
Direcci¨®n: Stephen Gaghan.
Int¨¦rpretes: Robert Downey Jr, Sonny Ashbourne Serkis, Michael Sheen, Antonio Banderas.
G¨¦nero: infantil. EE UU, 2020.
Duraci¨®n: 106 minutos.
Guionista de la magn¨ªfica Traffic (Steven Soderberg, 2000), libreto por el que gan¨® el Oscar en la categor¨ªa de adaptaci¨®n, y director de la formidable Syriana (2005), obra global, l¨²gubre y cr¨ªtica, una de las mejores en acercarse a los oscuros enlaces entre las pol¨ªticas de los estados, las maquinaciones de las grandes corporaciones y la situaci¨®n y las tensiones de los pueblos oprimidos, Gaghan, que en ese momento apuntaba a un Alan J. Pakula del siglo XXI, ha acabado haciendo una pel¨ªcula de animales que hablan y resucitando el personaje del doctor Dolittle, que, la verdad, nunca tuvo demasiada gracia. Ni en la versi¨®n original (y musical) de Richard Fleischer, El extravagante doctor Dolittle (1967), uno de los trabajos m¨¢s discretos del aguerrido director de Terror ciego y Cuando el destino nos alcance; ni en la boba versi¨®n de Betty Thomas, simplemente Dr. Dolittle (1998), a la medida del entonces en boga Eddie Murphy.
No es f¨¢cil saber lo que ha querido hacer con la c¨¢mara Gaghan en Las aventuras del doctor Dolittle, una pel¨ªcula de aventuras que apenas tiene planos generales, copada por encuadres demasiado cerrados que apenas dejan ver el espacio donde se desarrolla la acci¨®n. Una aglomeraci¨®n de primeros planos y de planos medios, siempre con un mareante e inservible mini movimiento de c¨¢mara, en una producci¨®n que a cada momento demanda aire y espacios abiertos. Tampoco resulta sencillo explicar c¨®mo un guionista de su experiencia ha compuesto una historia tan farragosa en lo que deber¨ªan ser sencillas esencias: d¨®nde est¨¢n los personajes y cu¨¢l es su objetivo.
Una preciosa pintura del brit¨¢nico J. M. W. Turner aparece tres veces en la trama y los di¨¢logos de la pel¨ªcula. Ni una sola vez la encuadra entera Gaghan.
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