Andr¨¦s Orozco-Estrada, maestro querend¨®n
El director de orquesta colombiano culmina en Zaragoza su gira espa?ola al frente de la Orquesta de la Radio de Fr¨¢ncfort
De ni?o, Andr¨¦s Orozco-Estrada dirig¨ªa orquestas imaginarias en un humilde barrio de su Medell¨ªn natal. Utilizaba la antena de un viejo televisor port¨¢til como batuta. A?os m¨¢s tarde, las orquestas se hicieron realidad, en la Universidad de M¨²sica y Arte Dram¨¢tico de Viena. Y la batuta pas¨® a ser de fibra de vidrio. Entonces pudo fusionar su natural latino con el estructurado pensamiento musical centroeuropeo de la m¨ªtica escuela de Hans Swarowsky. Fueron a?os duros de estudio. Y no dud¨® en ganarse la vida vendiendo entradas a los turistas con un disfraz de Mozart. Pero hoy este colombiano, de 42 a?os, acepta comparar su trabajo sobre el podio con el de un entrenador de futbol o un pol¨ªtico; en ambos casos todo consiste en extraer lo mejor de un colectivo al que siempre debes convencer. Compagina las titularidades de las Sinf¨®nicas de Houston y de la Radio de Fr¨¢ncfort. Y su carrera ascendente proseguir¨¢, la pr¨®xima temporada, como nuevo responsable de la Sinf¨®nica de Viena ¨Cla segunda orquesta de la capital austriaca tras la Filarm¨®nica¨C, aunque tambi¨¦n ha mantenido estrechos v¨ªnculos con Espa?a, como titular, hasta 2013, de la Sinf¨®nica de Euskadi.
FRANKFURT RADIO SYMPHONY / HR-SINFONIEORCHESTER. Obras de Modest M¨²sorgski, Piotr Ilich Chaikovski y Richard Strauss. Fumiaki Miura, viol¨ªn. Andr¨¦s Orozco-Estrada, direcci¨®n. Temporada de Grandes Conciertos del Auditorio. Auditorio de Zaragoza, 30 de enero.
Este artista brillante y zalamero (¨¦l mismo se define con el americanismo coloquial de ¡°querend¨®n¡±) sabe sacar lo mejor de cada orquesta. Lo demostr¨®, en junio de 2016, durante la pen¨²ltima visita a Espa?a de la Filarm¨®nica de Viena. Y lo ha vuelto a evidenciar, este mes de enero, en la gira espa?ola con la Radio de Fr¨¢ncfort, que comenz¨® el pasado d¨ªa 23 en el Festival de Canarias y culmin¨® este jueves en Zaragoza, tras pasar por Valencia, Murcia, Madrid y Barcelona. Un programa que alternaba una misma primera parte, con obras de M¨²sorgski y Chaikovski, con la Quinta sinfon¨ªa de Shostak¨®vich y dos ejemplos sinf¨®nicos de Richard Strauss: el poema sinf¨®nico Don Juan y la suite de El caballero de la rosa.
Sorprendi¨® escuchar, al comienzo, la versi¨®n de Una noche en el Monte Pelado, de M¨²sorgski, completamente reelaborada por Rimski-K¨®rsakov, tras la muerte del compositor, en 1881. Se trata de la versi¨®n anta?o m¨¢s habitual de esta popular composici¨®n, aunque hoy haya sido orillada en favor de la audacia y mordacidad de la original, redactada en 1867 y revisada para varios proyectos oper¨ªsticos inacabados. En manos de Rimski-K¨®rsakov, la obra se beneficia, no obstante, de una brillante orquestaci¨®n. Ello determin¨® la versi¨®n de Orozco-Estrada, m¨¢s ligada al colorismo y a los matices de la partitura que a la intensidad del relato. Y ese concurso de brujas que chismorrean alrededor de Satan¨¢s son¨® demasiado domesticado. Pero lo escuchado no impidi¨® que la orquesta alemana mostrase sus excelentes credenciales. Y especialmente en la parte final, con un exquisito solo de la flautista salmantina Clara Andrada.
Tampoco mejor¨® la velada con el Concierto para viol¨ªn, de Chaikovski, con el joven japon¨¦s Fumiaki Miura como solista. Un violinista de asombrosas dotes t¨¦cnicas, pero con escasa imaginaci¨®n musical. Miura grab¨® esta obra, en 2015, para Avex Classics. Una versi¨®n brillante, pero que no puede competir, en inter¨¦s y musicalidad, con registros actuales de Julia Fischer (Pentatone) y Lisa Batiashvili (Deutsche Grammophon).
En Zaragoza, el violinista comenz¨® la obra apostando por el potencial sonoro del Stradivarius de 1704, que toca cedido por la Fundaci¨®n Munetsugu. Un sonido grande y n¨ªtido, aunque tambi¨¦n poco refinado. Se not¨®, por ejemplo, en el segundo tema del allegro moderato inicial, cuya belleza hizo que Leopold Auer terminase aceptando la obra tras la muerte del compositor; marcado con molto espressivo, le son¨® plano y sin vuelo a este virtuoso de 26 a?os. Miura mostr¨® m¨¢s musicalidad en la canzonetta central, donde intensific¨® su di¨¢logo con la orquesta. Pero todo se decant¨® hacia el virtuosismo descollante, en el allegro vivacissimo final, en detrimento de lo popular. Un aspecto que pocos violinistas han explorado en ese movimiento, tras los recortes que le practic¨® Auer (hoy ya restaurados) y la maliciosa cr¨ªtica de Eduard Hanslick, que lo tild¨® de grosero y afirm¨® que ¡°apestaba a alcohol¡±. El violinista japon¨¦s opt¨® por satisfacer las delicias del p¨²blico zaragozano con una mayor dosis de pirotecnia como propina. Eligi¨® a Paganini y toc¨® una admirable introducci¨®n, tema y ¨²ltima variaci¨®n sobre Nel cor piu non mi sento de Paisiello.
Richard Strauss acudi¨® al rescate en la segunda parte. Un compositor cuya textura orquestal encaja como un guante en la ac¨²stica de la Sala Mozart del Auditorio de Zaragoza. Y Orozco-Estrada se mostr¨® ahora mucho m¨¢s narrativo en el poema sinf¨®nico Don Juan, de 1888. Su versi¨®n supo aunar la estructura de una forma sonata con la trama que el compositor extrae de Nikolaus Lenau. Un protagonista mucho m¨¢s filos¨®fico que el burlador de Sevilla. Y que, tras varios apasionados episodios amorosos, termina hastiado de seguir viviendo. Destac¨® el desarrollo con el maravilloso solo de oboe del gaditano Jos¨¦ Luis Garc¨ªa, pero tambi¨¦n las trompas con el famoso tema de afirmaci¨®n del protagonista. No obstante, lo mejor de la noche lleg¨® al final con ese giro argumental en el relato de la coda. El director colombiano lo subray¨® apretando la intensidad que precede a la sorprendente interrupci¨®n de la obra. Don Juan decide, tras una pausa larga y reflexiva, dejarse matar en un duelo. Y, en medio de los nubarrones de la modulaci¨®n al modo menor, las trompetas introducen una punzante disonancia que simboliza el pinchazo de la espada. Una muerte lenta y que escuchamos admirablemente te?ida de desolaci¨®n.
Sigui¨® la suite sinf¨®nica de El caballero de la rosa, la ¨®pera que Richard Strauss estren¨® en 1911. Otra proeza musical del compositor muniqu¨¦s tan admirada como incomprendida. Aqu¨ª Strauss escribe una m¨²sica en apariencia conservadora, pero donde oculta una asombrosa variante del complejo lenguaje musical que hab¨ªa utilizado en su ¨®pera Electra. Lo escuchado este jueves fue, en realidad, un arreglo an¨®nimo realizado, en 1944, para Artur Rodzinski y la Filarm¨®nica de Nueva York, que recopila con buenas transiciones los principales pasajes orquestales de la ¨®pera. Orozco-Estrada exhibi¨® detalles de gran clase en p¨¢ginas concretas de la suite, como en el retrato de los intrigantes Annina y Valzacchi, en esa maravilla de aroma vien¨¦s que es el vals Ohne mich del bar¨®n Ochs o tambi¨¦n en el bell¨ªsimo tr¨ªo Hab mir's gelobt.
Y el director colombiano no quiso abandonar su adorada Viena para la propina. Cambi¨® a la m¨¢s famosa rama de los Strauss para escenificar un peque?o remedo del popular Concierto de A?o Nuevo. ¡°Muy cortito¡±, anunci¨®, al tiempo que indic¨® al p¨²blico que deber¨ªa palmear siguiendo sus indicaciones. Se trataba de una de sus propinas predilectas, que ya dirigi¨® este verano de gira con la Filarm¨®nica de Viena: la polca r¨¢pida Sin preocupaciones, de Josef Strauss. Orozco-Estrada exhibi¨®, una vez m¨¢s, sus dotes de maestro querend¨®n. Y enamor¨® tanto a la orquesta como al p¨²blico con una interpretaci¨®n llena de energ¨ªa latina y chispa vienesa.
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