Un aire de familia
Emilio Guti¨¦rrez Caba nos ha contado una parte muy importante de la vida de su familia, pero ahora ser¨ªa de justicia (y un nuevo regalo) que nos contase la suya
Acabo de devorar?El tiempo heredado, la cr¨®nica familiar-teatral de Emilio Guti¨¦rrez Caba,?en una preciosa edici¨®n de Aguilar que me descubri¨® Raquel Vidales. La palabra clave que me salt¨® a la memoria fue ¡°humildad¡±. Su actor es un narrador. Con el perfume seco y campestre de Delibes. Nunca se da pote, nunca pretende ser el protagonista, nunca se pone merecid¨ªsimas medallas. Yo creo que la ¨²nica carencia de este libro es que apenas vemos a EGC. Nos pod¨ªa contar mil cosas, de su carrera y de la profesi¨®n, pero cede el protagonismo a sus antepasados y, desde luego, a sus hermanas. Hay dos historias que me hicieron saltar las l¨¢grimas: el trist¨ªsimo final de la encantadora Julia Caba Alba, la eternaConcheta de Pl¨¢cido, y el conmovedor relato, a partir de dos diarios, de la enfermedad y muerte de Irene Guti¨¦rrez Caba.
La sobrina nieta de Julia y Emilio ¡ªy nieta de Irene¡ª, la no menos grande Irene Escolar (esta familia deber¨ªa tener t¨ªtulos nobiliarios, como los actores brit¨¢nicos), me contaba que los domingos mantienen la tradici¨®n de hacer tertulia tras la comida, donde?Julia y Emilio intercambian incontables recuerdos y an¨¦cdotas llenas de ense?anzas.
Ah¨ª veo un hermoso documental, como La silla de Fernando. O un libro en forma de di¨¢logo, protagonizado por los dos hermanos y su sobrina nieta. Julia (me atrevo a utilizar tan solo los nombres para no repetir cada vez los dos apellidos) tambi¨¦n exhala la misma humildad de su hermano. La conoc¨ª en Almagro, presentada por Irene Escolar, para una larga entrevista en Babelia. Y sent¨ª al verla y escucharla lo que hab¨ªa sentido con la joven Irene. Exhalaba una mezcla de timidez, sabidur¨ªa y humildad: un aire de familia, que llega hasta ti y te emparenta. Me explico: si una actriz o un actor a los que has visto muchas veces llegan a parecerte cercanos, es que han acabado de entrar de alg¨²n modo en tu vida. Y lo hacen de modos muy distintos. Pienso en Julia y la veo como la Bovary de Nunca pasa nada. No pude ver, l¨¢stima, la mezcla de acidez y dulzura que, me cuentan, imprimi¨® a la Estefan¨ªa de Flor de cactus, su cumbre de comedia. Irene era mi t¨ªa m¨²ltiple, sobre todo en televisi¨®n. Armi?¨¢n les puso a ella y a?Antonio Ferrandis un megapedestal: dos personajes distintos en cada episodio de Suspiros de Espa?a.
Nunca hab¨ªa visto nada igual. Como a ella, a Emilio le vi mucho m¨¢s en cine y televisi¨®n que en teatro. Llegu¨¦ a cogerle man¨ªa: nuestras novias de entonces siguen con los ojos brillantes al recordar su Hamlet, a sus personajes de La caza, Nueve cartas a Berta o Los chicos del Preu, o pasm¨¢ndose cuando le vieron convertirse en el terror¨ªfico jefe de vecinos de La comunidad. Y mucho, mucho m¨¢s. Por eso creo que?Emilio Guti¨¦rrez Caba nos ha contado una parte muy importante de la vida de su familia, pero ahora ser¨ªa de justicia (y un nuevo regalo) que nos contase la suya.
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