El regreso de las ¡®Locas¡¯ punks y bisexuales de Jaime Hern¨¢ndez
El dibujante californiano manda a Maggie y Hopey, las protagonistas de su m¨ªtica saga de los ochenta y noventa, de vuelta a casa en '?Es as¨ª como me ves?'
Los hermanos Hernandez eran cinco. Cuatro chicos y una chica. Crecieron en una casa en la que hab¨ªa m¨¢s c¨®mics que cualquiera cosa. La madre de los chicos y la chica, no hac¨ªa m¨¢s que leerlos. Los c¨®mics estaban por todas partes. ¡°No pod¨ªas plantearte ser otra cosa que dibujante en una casa as¨ª¡±, ha dicho en m¨¢s de una ocasi¨®n el m¨¢s peque?o de los hermanos, Jaime Hernandez (Oxnard, California, 61 a?os), el tipo que lleva casi cuatro d¨¦cadas ampliando el universo que cre¨® con dos de sus hermanos un d¨ªa cualquiera de 1981. El d¨ªa en que decidieron, juntos, que nadie iba a decirles nunca c¨®mo y qu¨¦ deb¨ªan dibujar. El d¨ªa en que naci¨® Love & Rockets. ¡°El punk nos ayud¨®, claro que nos ayud¨®. Nos ayud¨® a que nos diese igual todo. No ¨ªbamos a esperar a que a nadie le gustase lo que hac¨ªamos, ¨ªbamos a hacerlo sin m¨¢s¡±, recuerda.
Est¨¢ sentado en un taburete que no tiene aspecto de ser muy c¨®modo. Hay una peque?a audiencia delante de ¨¦l. El lugar es una librer¨ªa, la Politics and Prose de Washington. El momento, un d¨ªa del pasado noviembre. Hern¨¢ndez vive en Pasadena, California, y no es demasiado dado a los paseos ni las entrevistas transatl¨¢nticas, pero puede escuch¨¢rsele hablar del reciente ?Es as¨ª como me ves? (La C¨²pula), su ¨²ltima incursi¨®n en el universo Locas, virtualmente. Y descubrir, por ejemplo, que est¨¢ casado con Hopey Glass. S¨ª, ¨¦l. Casado con el personaje que en la serie acaba casado con una mujer. ¡°Conoc¨ª a la chica en la que se basa Hopey en los ochenta, justo cuando empezamos a dibujar nuestra propia revista. Fumaba todo el rato, dec¨ªa palabrotas. Me ca¨ªa genial¡±, cuenta.
La revista a la que se refiere es la que conten¨ªa Locas, es decir, Love & Rockets, el cl¨¢sico inst¨¢ntaneo de una ¨¦poca, los ochenta, que propuls¨® a los hermanos Hernandez en, sobre todo, los noventa, la ¨¦poca dorada del c¨®mic independiente norteamericano, que no existir¨ªa sin el empuj¨®n de Robert Crumb en los setenta y de su revista Weirdo en las dos d¨¦cadas posteriores. Es curiosa la manera en que esa ¨¦poca, que tantos cl¨¢sicos contiene, figure apenas como un punto diminuto que se aleja en el retrovisor del lector en espa?ol, que pareci¨® empezar a considerar el c¨®mic algo m¨¢s que superh¨¦roes a partir de los 2000. Hablamos, en todo momento, de un lector masivo, pues el lector de c¨®mics militante sabe bien lo mucho que importan los Hernandez, Peter Bagge, Daniel Clowes y Charles Burns, por poner quiz¨¢ los m¨¢s ilustres ejemplos.
Pero volvamos a Hopey. En realidad, Esperanza Leticia Hopey Glass ¨CMaggie no es solo Maggie tampoco, es Margarita Luisa¨C. Hernandez y la chica que inspir¨® a Hopey se casaron en el a?o 2000. ¡°Para entonces ya llev¨¢bamos 20 a?os saliendo juntos, como amigos¡±, confiesa, sentado al taburete de la librer¨ªa. Hopey y Maggie se reencuentran en ?Es as¨ª como me ves?, un nuevo mont¨®n de historietas de la pareja ¨Cs¨ª, Maggie y Hopey salieron juntas, de hecho, han vuelto y han roto muchas veces, pero ahora Maggie est¨¢ con Ray y Hopey se ha casado con una chica, Sadaf, y tienen un ni?o¨C que las siguen por un par de d¨ªas en Hoppers, tambi¨¦n conocida como Huerta. Ambas han vuelto a su ciudad para reencontrarse con el resto de colegas punrockers y asistir a una noche de conciertos revival. Creen que van a volver a casa, pero ?acaso uno puede volver a casa?
Puede hacerlo, y el lugar seguir¨¢ ah¨ª, pero puesto que ninguno de nosotros seremos los mismos, la idea de casa tampoco. Con algo as¨ª se encuentra Maggie y Hopey a su vuelta a Hoppers, as¨ª que podr¨ªa decirse que Hernandez explora la idea de una madurez inesperadamente fuera de lugar. Porque si el punk, en su momento, las reconcili¨® con el mundo, ahora, en la distancia y la inadecuaci¨®n ¨Cel punk, como el mundo, tambi¨¦n ha evolucionado, y se hace evidente de qu¨¦ forma los nichos no son m¨¢s que eso, nichos, momentos que pasan y nunca vuelven y abandonan a aquellos que creen poder revivirlos en su propio mundo cada vez m¨¢s alienante¨C, las hace sentir a¨²n m¨¢s fuera de lugar, o en lugar muy peque?o. La incomprensi¨®n est¨¢ ahora a la vuelta de la esquina. Y si no, que se lo digan a Daff. Su hija Jessica no para de re¨ªrse de ella.
En la nueva entrega de la saga en marcha, Hernandez explora la idea de una madurez inesperadamente fuera de lugar para Maggie y Hopey
Lo curioso del universo en expansi¨®n de Locas, que Jaime no deja de alimentar, es que puede moverse en cualquier direcci¨®n. Y eso es algo que el dibujante tuvo claro desde el principio. ¡°En realidad, fue idea de mi hermano Beto. A ¨¦l le encantaba Gasoline Alley, un c¨®mic protagonizado por un tipo que se encontraba un d¨ªa un beb¨¦ en la puerta. El beb¨¦ iba creciendo a medida que los c¨®mics avanzaban, y ¨¦l envejec¨ªa. Esa idea siempre me gust¨®, y desde el principio pensamos que nuestros personajes envejecer¨ªan como los de Gasoline Alley¡±, dijo, sobre el asunto de envejecer, en otro encuentro, en la librer¨ªa Strand de Nueva York. Tambi¨¦n confes¨® que era un nost¨¢lgico. ¡°Recuerdo que a los seis a?os ya les dec¨ªa a mis hermanos, ?os acord¨¢is de cuando ¨ªbamos a casa de nuestro t¨ªo? ?No era genial? ?Oh qu¨¦ tiempos!, dec¨ªa. ?Y solo hac¨ªa dos a?os de aquello!¡±, dijo.
Quiz¨¢ por eso le guste tanto el pasado. Ir rellenando huecos. Si ma?ana se publicara un volumen de Locas podr¨ªa estar ambientado en cualquier momento en el pasado o en el futuro. En ?Es as¨ª como me ves? han pasado 30 a?os desde que las chicas descubrieron el punk. Y la protagonista sigue siendo Maggie, porque Maggie es el propio Jaime. ¡°Maggie es el personaje que m¨¢s se me parece, secundo todas sus opiniones, y su forma de ver la vida. Maggie, como yo, no deja de intentar encajar en un mundo que no se la toma en serio¡±, ha confesado Hernandez. En realidad, Locas tiene mucho de autobiogr¨¢fico. Se dir¨ªa que lo tiene todo. Hasta Hoppers es la versi¨®n vi?eta de Oxnard, esa zona pobre rodeada de casas de ricos de Los ?ngeles en la que crecieron los Hernandez.
?Que por qu¨¦ dibujaba y escrib¨ªa un chico de 22 a?os, en 1981, cuando el primer n¨²mero del a¨²n en marcha Love & Rockets, sobre un mont¨®n de chicas cuando todo lo que hac¨ªan los dibujantes de entonces era escribir sobre tipos a los que todo les iba francamente mal y odiaban, como en el caso de Peter Bagge, el mundo? ¡°No s¨¦, ?por qu¨¦ las mujeres? ?Por qu¨¦ no? La verdad es que no tengo una respuesta. Me gusta dibujar mujeres. Ofrecen m¨¢s posibilidades que los hombres. Tambi¨¦n como personajes¡±, contesta Hernandez cuando se le pregunta. Sigue en el taburete de la librer¨ªa de Washington D.C. Tal vez es m¨¢s modesto de la cuenta. Tal vez era solo su manera de devolverle a su madre todo lo que le hab¨ªa dado, empezando por los c¨®mics con los que tropezaba por casa de camino a cualquier parte.
?Es as¨ª como me ves? Jaime Hernandez. La C¨²pula. 108 p¨¢ginas. 14,90 euros.
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