Los Tercios se dejan fotografiar
El fotoperiodista Jordi Bru recrea mediante montajes la vida cotidiana del Ej¨¦rcito espa?ol que domin¨® Europa entre los siglo XVI y XVII
El fotoperiodista Jordi Bru (Pamplona, 53 a?os) ¡ªcoautor de Los Tercios (Editorial Desperta Ferro) junto con el tambi¨¦n periodista ?lex Claramunt (Barcelona, 39 a?os)¡ª comienza el libro pidiendo perd¨®n por haber cometido el mayor pecado posible de la profesi¨®n: retocar una imagen. En el fotoperiodismo est¨¢ totalmente prohibido cambiar el m¨¢s m¨ªnimo detalle de una instant¨¢nea, una especie de anatema que arrastra directamente hacia los infiernos de la profesi¨®n. Sin embargo, Bru lo hace una y otra vez, y a conciencia, en las decenas de fotograf¨ªas que ilustran esta magn¨ªfica obra de recreaci¨®n hist¨®rica. El resultado es, simplemente, espectacular.
El profesional recrea a lo largo de los cap¨ªtulos im¨¢genes exactas de la vida cotidiana del que estaba considerado el mejor ej¨¦rcito del mundo en los siglos XVI y XVII. A grandes rasgos, y para conseguir estos resultados, primero estudia y visita los lugares donde se produjeron los hechos; luego coloca en el sitio personajes reales ataviados con trajes y armamento de la ¨¦poca y termina su obra con un profuso trabajo de laboratorio en el que retoca una y otra vez a los protagonistas y su entorno hasta conseguir la imagen deseada. Mil y una fotos y correcciones sin fin para colocar en la posici¨®n correcta al caballo herido, las caras de preocupaci¨®n de los soldados ante la llegada del enemigo, el estupor frente la derrota, la alegr¨ªa de la victoria¡ Y retoca hasta los fondos y los suelos en sus m¨ªnimos detalles. ¡°A veces tengo que ir a buscarlos¡±, dice. Como el hielo que aparece en el cap¨ªtulo dedicado al Milagro de Empel, que procede de unas fotograf¨ªas que realiz¨® durante una expedici¨®n en el Polo Norte.
Porque Bru retrotrae al lector cinco siglos atr¨¢s con sus im¨¢genes, siempre acompa?adas de did¨¢cticos y amenos textos de Claramunt, que describen las formaciones de estos cuerpos militares, su vestimenta, sus enemigos holandeses, ingleses y franceses, as¨ª como el hambre, la desesperaci¨®n, los vivanderos que les alimentaban, los sacerdotes que les reprend¨ªan por sus desmanes y holganzas y las batallas que perd¨ªan o ganaban.
Porque los Tercios ¡ªen el fondo una fuerza multinacional al servicio del rey de Espa?a¡ª rivalizaban entre ellos para ocupar los m¨¢s destacados y peligrosos lugares en los enfrentamientos a muerte. Los espa?oles dispon¨ªan del honor de ubicarse siempre en el centro de estas formaciones, que se divid¨ªan por nacionalidades (donde destacaba el valor sin l¨ªmite de las tropas italianas o la crueldad de los lansquenetes alemanes) y por el tipo de armas empleadas. Unos ej¨¦rcitos que utilizaban t¨¢cticas que se adaptaban al paso del tiempo y a los desarrollos tecnol¨®gicos de cada momento, ya que comenzaron en el XV como coronel¨ªas y acabaron en el XVIII como regimientos.
Fue precisamente en el mencionado Empel (Holanda), entre el 2 y el 3 de diciembre de 1585, cuando m¨¢s de 5.000 soldados de los Tercios quedaron atrapados en la isla fluvial de Bommel, una lengua de tierra de varios kil¨®metros entre los r¨ªos Mosa y Waal. Los holandeses vieron entonces la oportunidad de vengar su reciente derrota en Amberes. Pusieron en marcha su potente armada, al mando de Philips van Hohenloe, y rodearon la isla, al tiempo que abr¨ªan las compuertas fluviales para ahogar literalmente a los espa?oles. El ca?oneo de los barcos fue incesante y mortal durante d¨ªas, mientras el agua segu¨ªa subiendo de nivel y amenazaba con ahogar a los soldados que levantaban improvisados muros de tierra y piedras para alargar sus vidas. ¡°Hac¨ªan risa los enemigos de estos esfuerzos de los que se fortificaban, y de la ferocidad afectada, ciertos de una multitud cercada por el agua¡±, relat¨® el cronista italiano Famiano Strada. La desesperaci¨®n de los Tercios les llev¨® a plantearse, incluso, crear dos bandos y comenzar a matarse para no caer en manos de los enemigos.
El 7 de diciembre la moral de los espa?oles se desplom¨® a¨²n m¨¢s al ser apresados los mensajeros que enviaron desde la isla al capit¨¢n general del Ej¨¦rcito de Flandes, Alejandro de Farnesio, para que les socorriese. Era el final. Sin embargo, sucedi¨® algo inesperado seg¨²n la tradici¨®n. Un soldado que estaba cavando un hoyo encontr¨® una tabla pintada con la imagen de la Concepci¨®n de Nuestra Se?ora. Los cercados espa?oles recibieron aquello como una se?al de protecci¨®n divina, pero la situaci¨®n segu¨ªa igual de desesperada, as¨ª que se fueron a dormir sabiendo que sus horas estaban contadas.
Pero esa noche hel¨® ¡ªentre finales del XVI y principios del XVII se produjo lo que se ha llamado Peque?a Edad del Hielo¡ª y los r¨ªos se congelaron, de tal manera que los barcos quedaron atrapados sin posibilidad de huir o maniobrar. Los espa?oles, viendo que la noche les hab¨ªa donado un puente de hielo directo hacia sus enemigos, avanzaron con furia contra los holandeses y acabaron con la armada. En la imagen del asalto a los barcos que recrea Bru se reflejan la ferocidad de los liberados soldados mientras caminan por el hielo, los humeantes mosquetes que disparaban o las enormes picas dispuestas a atravesar a los incr¨¦dulos holandeses.
Todo el libro rememora victorias y derrotas con enorme fidelidad, cuyo punto de inflexi¨®n es Rocroi (1640), donde los franceses ganan la batalla y perdonan la vida a los 3.826 ¨²nicos supervivientes por su ¡°enorme valor¡±. Los Tercios se mantendr¨¢n activos hasta la llegada de los Borbones en el siglo XVIII, que deciden reorganizar el Ej¨¦rcito y crear los actuales regimientos. Eso s¨ª convirtiendo en patrona de la Infanter¨ªa a aquella virgen de la Inmaculada Concepci¨®n que hab¨ªa encontrado un soldado de los Tercios una g¨¦lida noche de diciembre de 1585 y que Bru fotograf¨ªa con precisi¨®n, como si ¨¦l mismo hubiera estado all¨ª.
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Fotograf¨ªas: Jordi Bru.
Textos: ?lex Claramunt.
Editorial: Desperta Ferro Ediciones, 2020.
Formato: tapa dura (144 p¨¢ginas, 24,95 euros).
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