Los sicarios de Jo Nesb?
El padre de Harry Hole se separa a ratos de su personaje torturado para dar vida a otras tramas originales y llenas de fuerza
Desde que Arthur Conan Doyle decidiera prescindir de Sherlock Holmes (s¨ª, ya sabemos que luego no tuvo m¨¢s remedio que rescatarlo de la muerte ante la presi¨®n de los fans), la historia de los autores del g¨¦nero con los h¨¦roes que les han hecho c¨¦lebres y, a veces, ricos es complicada. No parece que sea el caso de Jo Nesb? (Oslo, 60 a?os), el padre de Harry Hole, uno de los grandes personajes de la novela negra contempor¨¢nea, que sigue paseando sus sufrimientos por la convulsa Noruega y que, a pesar de sus adicciones, heridas, misiones suicidas y otras barbaridades ha llegado vivo a la duod¨¦cima entrega de la serie (Chuchillo, Roja y Negra).
Pero, como en toda buena relaci¨®n que aspire a funcionar, Nesb? necesita su espacio y lleva un tiempo realizando escarceos que ampl¨ªan su obra. Ya lo hizo diez a?os despu¨¦s de empezar con Harry Hole con las novelas protagonizadas por el extravagante profesor Doctor Proctor, no traducidas al espa?ol. Pero lo que aqu¨ª nos interesa es la vertiente negra del autor, su exploraci¨®n del mundo del crimen desde otros ¨¢ngulos, que ha dado excelentes resultados que podemos encontrar hoy en las librer¨ªas.
La serie de los sicarios de Oslo es el mejor ejemplo. Es una mirada de Nesb? al mundo criminal de los setenta, que empieza con Sangre en la nieve (Reservoir Books, mayo de 2020). Dice Laura Fern¨¢ndez en la introducci¨®n a la entrevista que le hizo para EL PA?S, perfecto resumen de lo que pretende la novela: ¡°Olav, el protagonista de Sangre en la nieve, es un buen tipo, algo torpe, al que todo se le da mal excepto matar. Ah¨ª, y en su obsesi¨®n por la cajera de supermercado sordomuda y coja hay algo del delirio de Ed McBain, pero tambi¨¦n de la oscuridad de Un asesino dentro de m¨ª y 1.280 almas de Jim Thompson, porque su voz es la que gu¨ªa la historia, y es un narrador no fiable ¡ªcomo el de Sospechosos habituales y El club de la lucha¡ª al que, como al Sam Spade de Hammett, le encargan ocuparse de la mujer de alguien (su jefe). Una femme fatale, Corina, que es exactamente lo que parece: un ser desalmado¡±. Todo esto aderezado con el uso de una primera persona enloquecida (homenaje reconocido de Nesb? a Knut Hamsun) y humor.
La segunda entrega de esta peculiar serie es Sol de sangre (Reservoir Books, traducci¨®n de Lotte Katrine Tollefsen) y en ella se cambia el tono hacia algo m¨¢s l¨ªrico. Es la historia de un sicario fracasado que llega al inh¨®spito norte de Noruega, al ¨²ltimo sitio donde le pueden buscar los esbirros de El pescador, traficante todopoderoso al que ha enga?ado. Es 1977 y Kasund es un lugar en el que no pasa nada, en el que no hay robos porque no hay nada que robar, en el que la gente bebe y va a la iglesia de alguna de las congregaciones cristianas radicales de la zona, un sitio donde no se pone el sol, donde el clima es extremo y la gente, bueno, ya se sabe lo que pasa con la gente en cualquier sitio. ?Es un thriller como dec¨ªa la cr¨ªtica anglosajona? No lo creo. ?Es una historia rural, algo ex¨®tica? S¨ª, pero no solo, ni mucho menos. Es la historia de un perdedor que busca la redenci¨®n. Es tambi¨¦n una historia de amor y tiene la acci¨®n y la violencia justas.
Antes de estos dos libros, buenas pruebas de la versatilidad de Nesb? en el g¨¦nero, el autor de N¨¦mesis hab¨ªa escrito El heredero (Reservoir Books), un drama carcelario con polic¨ªas corruptos y mafias que no me he le¨ªdo y del que, por lo tanto, no voy a hablar y Macbeth (Lumen, traducci¨®n de nuevo de Lotte Katrine Tollefsen), su participaci¨®n, negra y violenta en extremo, en el proyecto Hogarth Shakespeare. Una novela excesiva en todos los sentidos en la que, en 600 p¨¢ginas, Nesb? desarrolla tramas paralelas y da vida a personajes secundarios en el drama de Shakespeare en una ciudad, parece Glasgow, ucr¨®nica y dist¨®pica. Nesbo dice que cuando le ofrecieron ser parte del proyecto se neg¨® porque ¨¦l no escribe nada que no sea una idea original. Luego se lo pens¨® y condicion¨® su participaci¨®n a que le dejaran elegir Macbeth. No podemos saber qu¨¦ piensa Shakespeare, pero s¨ª podemos decirlo que se disfruta con este pr¨ªncipe de las tinieblas.
Babelia
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