Luis Harss: ¡°Siempre me pareci¨® tonta pero simp¨¢tica la palabra ¡®boom¡±
El autor de ¡®Los nuestros¡¯ recuerda c¨®mo descubri¨® a los autores latinoamericanos y su conflicto entre escribir en ingl¨¦s y en espa?ol
Una editorial estadounidense le pidi¨® a Luis Harss (escritor, chileno, argentino, estudi¨® en Stanford y desde hace muchos a?os es tambi¨¦n norteamericano, 84 a?os) que se pusiera a hablar con escritores j¨®venes latinoamericanos, a los que a?adi¨® algunos, como Cort¨¢zar, Rulfo, Borges u Onetti, ya conocidos. Entre los que ¨¦l descubri¨® para Am¨¦rica, y en seguida para el mundo, estaban Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez, Mario Vargas Llosa, Carlos Fuentes y otros que conformaron aquella audaz avanzadilla. El m¨¢s joven, Mario Vargas Llosa, ten¨ªa 24 a?os cuando apareci¨® (en Suramericana) Los nuestros para ser emblema del boom. Al primer causante de ese fen¨®meno le pareci¨® esta siempre ¡°una palabra un poco tonta pero simp¨¢tica¡±. Nos habla por Skype desde su casa en Mercesberg (Pensilvania), donde ha vivido gran parte de su vida adulta, como profesor. Aparte de ese libro clave, es autor de Mis autores (ensayos sobre autores latinoamericanos, publicado en los a?os 80) y de Momentos de vida (2012) y ahora trabaja en ¡°una especie de autobiograf¨ªa¡±. ?l acepta con buen humor el asunto que nos junta y que es lo m¨¢s duradero de la literatura en espa?ol del siglo XX.
Pregunta. Estaba alerta cuando se puso a hacer esa cr¨®nica general del boom.
Respuesta. Alerta, pero como relator. Nunca fui en verdad periodista, lo hice por un tiempo para ganarme la vida. En aquel momento no ten¨ªa ninguna sensaci¨®n de estar haciendo algo hist¨®rico. Los nuestros fue una casualidad. Hab¨ªa un editor norteamericano, Roger Klein, que me dijo: ¡°?Te das cuenta de las cosas que est¨¢n pasando en Suram¨¦rica y en la literatura suramericana?¡±. Yo no ten¨ªa ni la menor idea. Era finales de los a?os cincuenta. En ese momento yo viv¨ªa en Par¨ªs y necesitaba plata, y acept¨¦ el encargo de indagar, para un libro, en lo que a ¨¦l tanto le llamaba la atenci¨®n. Hice viajes para encontrar a aquella gente. Fui a Buenos Aires, donde una dama de las letras se extra?¨® de que no conociera a Borges, as¨ª que me arregl¨® una cita. Ah¨ª empezaron los descubrimientos. Edmund Wilson, el famoso cr¨ªtico, hab¨ªa dicho que ¡°al sur del R¨ªo Grande no hay literatura¡±, y yo me hab¨ªa criado en ese ambiente. Yo hab¨ªa estudiado en Stanford, Estados Unidos, trabajaba en ingl¨¦s. Me hab¨ªa ido de Argentina, asqueado por el peronismo¡ Uno rompe por ac¨¢ y por all¨¢ y lo que has dejado un d¨ªa te alcanza, te arrastra como una hojita seca y volv¨¦s a donde estabas antes¡ As¨ª que este libro fue una casualidad.
P. Usted se dio cuenta de la importancia del fen¨®meno mientras estaba haciendo el libro.
R. Iba descubriendo las cosas que yo quer¨ªa o deb¨ªa saber. Pero a?os despu¨¦s aprend¨ª sobre la literatura hispanoamericana, de la que yo no sab¨ªa mucho. Me sorprendi¨® que hubiera estos escritores. Gracias a mis estudios en Stanford pod¨ªa distinguir literaturas, as¨ª que entend¨ª pronto que hab¨ªa una especie de cerebro colectivo que estaba funcionando en Hispanoam¨¦rica. En esa ¨¦poca era un verdadero descubrimiento literario, tambi¨¦n para m¨ª. En la Argentina ten¨ªamos tan mala educaci¨®n literaria, y no solo, que pod¨ªamos ignorar a Borges, por ejemplo. El primer escritor hispanoamericano al que yo conoc¨ª y cuya obra me entusiasm¨® fue Cort¨¢zar. Fue su amabilidad, su paciencia, la que en verdad me permiti¨® hacer ese libro. Se daba cuenta de que yo era una especie de mocoso que no sab¨ªa nada, y entonces me ayud¨®.
Borges es una especie de or¨¢culo. Me gusta que fuera tan contradictorio
P. Era como la cr¨®nica de lo que iba sabiendo¡
R. Posiblemente. Tambi¨¦n Mario Vargas Llosa es un tipo muy elocuente, expresaba muchas cosas, que yo recog¨ª con objetividad, que era el prop¨®sito de todo el libro¡ Hab¨ªa escritores que no me gustaban nada. Por ejemplo, detest¨¦ a Alejo Carpentier. Pero trat¨¦ de ser ecu¨¢nime. Uno va despert¨¢ndose y tomando ciertos puntos de vista, aunque se me perdi¨® una dimensi¨®n de la literatura hispanoamericana, la m¨¢s misteriosa, de gente como Felisberto Hern¨¢ndez. Mi libro fue sobre la corriente principal, no sobre esos personajes que luego descubr¨ª. Felisberto Hern¨¢ndez muri¨® poco antes de que yo hiciera el libro, y adem¨¢s no lo conoc¨ªa. Estaba pasando por ese periodo de desconocimiento que pasan algunos escritores claves, de los que nadie se acuerda apenas se mueren. En aquel periodo, los nuevos a los que entrevist¨¦ constitu¨ªan lo que ellos mismos llamaban una mafia, as¨ª que se iban recomendando unos a otros, y eso fue nutriendo el libro.
P. El exiliado espa?ol Eduardo Blanco Amor us¨® esa palabra, mafia, para arremeter contra Fuentes, por ejemplo.
R. Por supuesto yo no era parte de la mafia, porque no ten¨ªa ninguna relaci¨®n con ellos. Hubo mucha inquina. Ernesto Sabato respondi¨® cuando le hablaron de Los nuestros: ¡°A m¨ª qu¨¦ me importa si yo no estoy en ese libro¡±. No me gustaban Sabato ni Mallea; me parec¨ªa entonces el espa?ol un idioma que ten¨ªa ciertas deficiencias para la ficci¨®n. A Jorge Sempr¨²n le preguntaron una vez por qu¨¦ escrib¨ªa en franc¨¦s, y ¨¦l respondi¨®: ¡°Porque el espa?ol me resulta un idioma deficiente para escribir las cosas que yo quer¨ªa escribir¡±. Me sorprendi¨® mucho, pero era exactamente cuando yo era joven. Ya no lo siento as¨ª, pero lo sent¨ªa. No me daba cuenta de que la pobreza no era la pobreza del idioma, sino la pobreza de la cultura en la que yo me crie.
P. ?C¨®mo contempla ahora la literatura en espa?ol desde Pensilvania?
R. Hace a?os que estoy como fuera del mundo literario. Yo hago mis cosas y solamente publico ediciones privadas. Nadie me lee. No conozco a nadie. A veces me deprimo y luego salgo adelante. Es decir, no estoy colocado en ning¨²n lado en este momento y escribo m¨¢s que nada en ingl¨¦s. Escribo cuentos, cosas as¨ª. Tengo varios libros, pero me he autopublicado en ingl¨¦s y en espa?ol. Empec¨¦ ahora a hacer una especie de autobiograf¨ªa. Me divierte porque mi vida no es nada interesante, pero es divertido hacer de una vida no interesante algo que pueda tener alg¨²n tipo de inter¨¦s. Es como una especie de desaf¨ªo que me he puesto.
P. La importancia de ser Luis Harss¡
R. No es importancia, sino como la gracia de ser Luis Harss y no otra persona. ?Por qu¨¦ soy yo y no otro?
P. Parece de Borges.
R. Yo soy un gran admirador de Borges, ahora que lo conozco, y lo cito casi todo el tiempo, y sin pensar. Es una especie de or¨¢culo. Ten¨ªa un don. Sus aforismos son memorables. Me gusta que haya sido un tipo tan contradictorio. Me gusta mucho la gente contradictoria. Es lo que m¨¢s me gusta de Vargas Llosa. No me gustan sus libros, y tampoco su pol¨ªtica, pero lo admiro por el coraje pol¨ªtico que tiene. Me encanta cuando va a Argentina y le insultan, y le tiran piedras y dice que la enfermedad argentina es el peronismo. Es una persona que merece todo respeto por su coraje.
P. En su libro reciente cuenta c¨®mo se le ocurri¨® la palabra boom. ?Es orgullo o simplemente cr¨®nica?
R. Es cr¨®nica nada m¨¢s. Me hace gracia el hecho de que una palabra inglesa, que me vino de una referencia al boom econ¨®mico italiano, haya llegado a definir una ¨¦poca de la historia literaria. Yo nunca us¨¦ esa palabra con ese ¨¦nfasis, pero alguien se agarr¨® a ella y pas¨® a ser una especie de emblema de esa literatura. A m¨ª siempre me pareci¨® una palabra un poco tonta, pero simp¨¢tica, para hablar de la explosi¨®n de la literatura. Como algunas chicas, que son muy lindas, pero un poco sosas.
P. Puso en ¨®rbita a muchos, y sobre todo a una literatura. ?Ahora usted mismo qui¨¦n es?
R. En Stanford hubo un profesor que me dijo: ¡°Usted hace cosas interesantes¡±. Nunca nadie me hab¨ªa dicho algo as¨ª. Aqu¨ª empec¨¦ a escribir en ingl¨¦s. Mi vida ha sido un conflicto entre el ingl¨¦s y el espa?ol, estar en un mundo, estar en el otro. Yo ahora tengo 84 a?os y nunca he resuelto el conflicto. Trabajo en ingl¨¦s porque es el idioma en el que descubr¨ª que yo quer¨ªa escribir, y esto tiene que ver con mi identidad. Argentina es mi pa¨ªs, y este es tambi¨¦n mi pa¨ªs. Mi patria es tambi¨¦n cierto parque, cierta esquina. No tengo una ciudadan¨ªa grande, sino una ciudadan¨ªa chica con recuerdos de infancia. Yo soy todo lo contrario de un patriota, de un nacionalista. El verdadero mundo de uno es la infancia.
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