Muere el arquitecto brasile?o Paulo Mendes da Rocha a los 92 a?os
Exigente con los dise?os y cuidadoso con la gente, el profesor y creador paulista, premio Pritzker en 2006, deja un legado y un ejemplo austero, rotundo y p¨²blico
En el descuidado coraz¨®n hist¨®rico de S?o Paulo, el centro c¨ªvico Sesc 24 de Maio est¨¢ coronado por una piscina p¨²blica y panor¨¢mica. Que sea p¨²blica y tenga las mejores vistas sobre la ciudad es un gesto audaz e inesperado, tambi¨¦n una prueba de la juventud mental que jam¨¢s perdi¨® Paulo Mendes da Rocha, que ha muerto este domingo, en S?o Paulo, a los 92 a?os. El Pritzker paulista (lo obtuvo en 2006) firm¨® la reforma de esos antiguos almacenes hace un lustro, cuando le encargaron la restauraci¨®n del edificio protegido por patrimonio cultural. Aunque era conocido por la austeridad de sus edificios brutalistas, la expresi¨®n del hormig¨®n armado y la sequedad de sus dise?os, ya hab¨ªa demostrado ¡ªcon la restauraci¨®n de la paulista Pinacoteca del Estado en 1998¡ª que sab¨ªa convivir con lo existente. Ese museo, como el posterior Muelle de las Artes (que concluy¨® en 2011 en Vit¨®ria, la ciudad donde naci¨®) o como el anterior Museo de Escultura de Brasil (MUBE), finalizado en S?o Paulo en 1995, sumaban a su audacia la religi¨®n particular de Mendes: jam¨¢s levant¨® un edificio que no tuviera en cuenta el espacio p¨²blico. ¡°Ninguna ciudad puede resolverse con un museo. El supremo museo es la propia ciudad¡±, dec¨ªa.
Las dos legendarias escuelas de arquitectura brasile?a hablan del lugar, casi de la geograf¨ªa. Frente a la sensualidad, la expresividad y las curvas que catapultaron a Oscar Niemeyer a la fama mundial como cabeza de la escuela carioca, la paulista, donde Mendes da Rocha aprendi¨® de Vilanova Artigas, defend¨ªa la relaci¨®n con la gente, el marco para la vida, la fuerza del hormig¨®n y tambi¨¦n su austeridad, la necesidad de que la frondosa vegetaci¨®n conviviera, arropara y sombreara las rampas, los porches y los voladizos de hormig¨®n armado. Eso son los edificios de Mendes: escenarios para ser invadidos por los usuarios y por la naturaleza.
Sus primeros trabajos ¡ªel Gimnasio Club Paulistano (1960), deudor de Le Corbusier y de la modernidad europea¡ª ten¨ªan ya la semilla de la que ser¨ªa su arquitectura: entender que es la relaci¨®n con el lugar, y no con las ideas, lo que arraiga y mantiene vivo un edificio. Eso demostr¨® en su propia casa Butant? (1964), radicalmente austera, magn¨ªficamente iluminada y amorosamente sombreada por la vegetaci¨®n. Y, a?os despu¨¦s, tambi¨¦n en la tienda Forma (1994), donde el espacio p¨²blico convive con el comercial. La misma fuerza del hormig¨®n serv¨ªa treinta a?os despu¨¦s dejando fuera del tiempo cualquiera de sus dise?os.
Cuando Paudo Mendes recogi¨® el Premio Pritzker en 2006, no habl¨® de geometr¨ªa sino de gente. Reivindic¨® que la paz sea la piedra angular de la arquitectura. ¡°Tengo la impresi¨®n de que antes de que la ciudad se vuelva fea, son las personas las que se afean¡±, escribi¨® en La ciudad es de todos (que Jos¨¦ Mar¨ªa Garc¨ªa del Monte recopil¨® en la colecci¨®n La Cimbra que publica la Fundaci¨®n Caja de Arquitectos).
Mendes fue expulsado, junto a buena parte de los profesores, de su c¨¢tedra de la Escuela de Arquitectura de S?o Paulo. Corr¨ªa 1964, y no se cansaron de protestar contra el golpe militar que hab¨ªa tomado los mandos del pa¨ªs. No volvi¨® a dar clase hasta 1988. Aun as¨ª, y salvando incontables problemas, consigui¨® levantar en Osaka el pabell¨®n que represent¨® a su pa¨ªs en la Exposici¨®n Universal de 1970. Por eso su legado es hoy tanto lo construido como lo ense?ado. Y lo escrito (o protestado). A pesar de que dise?¨® varios museos ¡ªincluso el dedicado a los coches en Lisboa (2015)¡ª, siempre se mostr¨® suspicaz frente a los centros culturales ¡°que desvirt¨²an lo que es verdadero en la idea de cultura. Detr¨¢s de esos centros veo solamente una idea elitista que sirve para imposibilitar transformaciones m¨¢s prometedoras de la ciudad¡±. ?Qu¨¦ propon¨ªa ¨¦l? ¡°Revitalizar los emplazamientos creando nuevas industrias no contaminantes¡±. Marxista convencido, como Niemeyer vivi¨® en una casa de ensue?o al tiempo que escribi¨® contra las urbanizaciones privadas: ¡°?Privada de qu¨¦? Es privada porque es privativa: les pertenece solo a ellos. Pero tambi¨¦n les priva de muchas cosas, como de que el estudiante de medicina se pueda enamorar de una bailarina. Eso no sucede en una urbanizaci¨®n privada¡±.
Babelia
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