¡®Un peque?o contratiempo¡¯: la endiablada velocidad de la vida adulta

El estreno en plena pandemia ¡ªen una plataforma y sin pasar por los cines¡ª de la estupenda Palm Springs nos devolvi¨® el inconfundible sabor de la comedia rom¨¢ntica sobrenatural, la que aprovecha la ruptura de las rigideces del error y del inexorable paso del tiempo para cambiar el destino de los personajes, comenzando por el fracaso amoroso. Un modelo con una cima que supone un referente para todos, Atrapado en el tiempo (Harold Ramis, 1993), y con un legado posterior de historias tan asombrosas como Una cuesti¨®n de tiempo y Yesterday, escritas por Richard Curtis ¡ªla segunda, dirigida por Danny Boyle¡ª, y Midnight In Paris, de Woody Allen, pero que viene de atr¨¢s, de la saga Regreso al futuro, e incluso de mucho m¨¢s atr¨¢s: la hoy demasiado desconocida para las nuevas generaciones El fantasma y la se?ora Muir (Joseph L. Mankiewicz, 1947).

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Rebobinar la vida

El punto de partida de la australiana Un peque?o contratiempo, como ya le ocurr¨ªa a Palm Springs, est¨¢ tan arraigado en Atrapado en el tiempo que a Josh Lawson, su director y guionista, no le queda m¨¢s remedio que citarla en boca de sus criaturas. Aunque aqu¨ª no se trate tanto de la posibilidad de repetir d¨ªas para ir arreglando los resbalones sentimentales como de que el tiempo de su protagonista, un treinta?ero largo con alergia a la toma de decisiones, se acelere de tal modo que a cada rato, desde la ma?ana posterior al d¨ªa de su boda, haya pasado un a?o y no apenas unos minutos u horas.

El subtexto no deja lugar a dudas. Un peque?o contratiempo habla de eso tan extendido, y verdadero, de que la existencia circula a infinita mayor velocidad desde que la vida en pareja, los hijos, el estr¨¦s del trabajo y la angustia cotidiana apenas te deja pensar. Tambi¨¦n de la agon¨ªa masculina ante la madurez, del s¨ªndrome de Peter Pan de querer dejarse llevar por una eterna juventud que no es tal, sin reflexionar un pimiento, y que casi sin advertirlo se acaba atrapado en una vida que en modo alguno era la elegida. El problema de Lawson es que, en el ¨²ltimo trecho del relato todo se verbaliza demasiado, casi como explicaci¨®n fundada para espectadores despistados y como facilona gu¨ªa de autoayuda.

La vida es un suspiro, nos viene a decir Lawson, a trav¨¦s de unos filtros visuales fe¨ªsimos que marcan cada gran salto en el tiempo de una pel¨ªcula quiz¨¢ demasiado aprisionada en las cuatro paredes del hogar, en la que se echa en falta algo de aire exterior, pero que se sostiene en la gracia de algunas de las situaciones, en su endiablada rapidez, y sobre todo en la valent¨ªa de sus giros gen¨¦ricos y tonales. Los que la llevan desde la comedia loca inicial al drama (casi) postrero.