¡°Padres, me sacan para matarme y me voy muy tranquilo¡±
Las biograf¨ªas de 37.147 republicanos condenados a muerte o a largas reclusiones saldr¨¢n a la luz con la digitalizaci¨®n del Fichero de Penados, archivo sin explorar que custodia el Centro Documental de la Memoria Hist¨®rica
Una celda tiene la capacidad de suspender el paso del tiempo. Ricardo Garc¨ªa Navarro, republicano de 26 a?os, condenado a muerte en 1939 en la c¨¢rcel Modelo de Valencia, combat¨ªa el aturdimiento con ciertas dosis de esperanza y voluntarismo. Animaba por carta a sus padres, les ped¨ªa que buscaran nuevos y favorables testigos, pero los meses pasaban y aquellos no terminaban de llegar, acrecentando su malestar. ¡°Hagan lo que puedan¡±, pidi¨® semanas antes de ser fusilado en el pared¨®n de Paterna el 8 de marzo de 1940. Su hermana se dio de bruces con la fatal noticia cuando iba a visitarlo. Fue ella quien recogi¨® sus enseres, apenas un par de mudas y un trozo de papel garabateado a modo de despedida: ¡°Padres, en este momento me sacan para matarme y me voy muy tranquilo, como un hombre debe ir, con el viva la Rep¨²blica, que pronto triunfe mi ideal¡±.
Garc¨ªa es uno de los 37.147 filiados en el Fichero de Penados, un mueble acorazado de 30 cajones, custodiado en el Centro Documental de la Memoria Hist¨®rica (Salamanca), que intriga a historiadores y archiveros. Un registro que incluye tanto penas capitales como otras de elevada reclusi¨®n, sin m¨¢s nexo aparente que una misma ¨¦poca: la posguerra m¨¢s temprana. Junto a otro mill¨®n de documentos del franquismo, el Ministerio de Cultura digitalizar¨¢ estos fondos tras firmar un convenio con la Presidencia. Los especialistas del centro, adonde se traslad¨® el fichero hace una d¨¦cada, todav¨ªa estudian su origen y finalidad, aunque la brevedad de las fichas no ayuda a lograrlo. Estas solo incluyen dos apellidos mecanografiados, la ciudad del presidio y una ¨²nica fecha, referente a la petici¨®n fiscal o al cumplimiento de la condena. No se recogen en ellas ni cargos ni otros datos procedimentales.
En ocasiones aparece un n¨²mero de expediente, cuyo cometido se intenta averiguar. As¨ª como una raya roja en la esquina superior derecha del documento, que Jos¨¦ Luis Hern¨¢ndez, subdirector del archivo salmantino, atribuye al cambio de fase en la instrucci¨®n. ¡°Son todas fichas de los primeros a?os del r¨¦gimen, los a?os de plomo. A partir de mediados de los cincuenta el sistema muta para reprimir a una segunda generaci¨®n de espa?oles, que ya no ten¨ªan nada que ver con la guerra, y esta clase de documentaci¨®n se guarda dispersa¡±, apunta. El Fichero de Penados permaneci¨® arrumbado en dependencias judiciales hasta la Transici¨®n. Despu¨¦s pas¨® a engrosar el Archivo General de la Administraci¨®n, en Alcal¨¢ de Henares, donde se guarda informaci¨®n m¨¢s detallada de las vidas penitenciarias de 300.000 reclusos, que ayudar¨¢ a esclarecer las escuetas biograf¨ªas de lo registrado en Salamanca.
Algunos casos del fichero dejaron rastro en otros fondos documentales. La sentencia del juicio sumar¨ªsimo a Ricardo Garc¨ªa, por ejemplo, se conserva en el Archivo General e Hist¨®rico de Defensa. Voluntario del Cuerpo de Carabineros, organismo que con posterioridad fue integrado en la Guardia Civil como castigo a su adhesi¨®n republicana, sol¨ªa prenderse una insignia del sindicato UGT en el uniforme de f¨¢brica. Form¨® parte del comit¨¦ popular que durante la guerra orden¨® la vida social y pol¨ªtica de Puebla del Duc (Valencia), donde naci¨®. Combati¨® en el frente de Toledo a las tropas del general Varela. Republicano derrotado, nunca quiso huir de su pueblo. El cuartelillo le hizo llamar en mayo de 1939, cuando ayudaba a su familia a atar las vides del campo. ¡°No te preocupes, mam¨¢. Estar¨¦ de vuelta a la hora de comer¡±, prometi¨®. Nunca m¨¢s lo volvieron a ver.
Fue acusado de asesinar al soldado ?ngel Cantador en su intento de pasarse a las filas nacionales. Entonces trasladaron a Garc¨ªa a la prisi¨®n de Albaida, donde tuvo lugar el proceso judicial, al que un informe del alcalde de Puebla del Duc a?adi¨® m¨¢s cargos. En este se le relacionaba adem¨¢s con la muerte de Salvador Soler, p¨¢rroco de Benirmafull, escondido desde la sublevaci¨®n. Dos hermanos del sacerdote declararon que Garc¨ªa le escolt¨® hasta la sede del comit¨¦ el 17 de septiembre de 1936. El detenido apareci¨® tiroteado al d¨ªa siguiente en el cercano municipio de Genov¨¦s. Al testimonio incriminatorio del regidor le sigue el relato del jefe local de Falange, tras el que Garc¨ªa pudo presentar dos testigos propios. El primero aseguraba desconocer los hechos descritos porque pas¨® la guerra en Valencia. El segundo, lo calificaba como un ¡°buen chico¡±, aunque reconociendo su adscripci¨®n socialista.
El tribunal militar lo encontr¨® ¡°culpable del delito de adhesi¨®n a la rebeli¨®n¡±, pero dejaba abierta la v¨ªa al indulto. A esta posibilidad se agarr¨® con fuerza cuando lo movilizaron a la c¨¢rcel Modelo de Valencia, en agosto de 1939. All¨ª transcurrieron sus ¨²ltimos ocho meses de vida, durante los cuales no cej¨® en su empe?o por conseguir la excarcelaci¨®n. La muerte del desertor, escribi¨®, hab¨ªa sucedido en un contexto de guerra. Y si hubiera conocido de antemano el fatal destino del p¨¢rroco, ¡°le habr¨ªa avisado yo mismo¡±. La c¨¢rcel recibi¨® la orden de su ejecuci¨®n en enero, materializada el 8 de marzo a las cuatro de la tarde. El cuerpo fue a parar a la fosa 115 del cementerio de Paterna. Solo 67 a?os despu¨¦s la familia pudo grabar su nombre en la l¨¢pida colectiva. El ADN de sus restos se identific¨® hace un trienio.
Mar¨ªa Jos¨¦ Mompo, sobrina nieta del asesinado, recuerda el mutismo de la familia, que acab¨® venciendo a fuerza de perseverancia. Durante sus a?os en el instituto, se despert¨® en ella una conciencia del pasado que m¨¢s tarde la llev¨® a investigar. Visit¨® el registro civil de Paterna, acudi¨® a los archivos, pregunt¨® a los mayores del pueblo. Hasta entonces nadie hab¨ªa tenido noticias sobre los detalles del sumario, 40 p¨¢ginas repletas de descripciones como ¡°exaltado miliciano¡± o ¡°peligroso socialista¡±. El abuelo de Mompo falleci¨® sin haber accedido nunca a la instrucci¨®n de su hermano Ricardo. La investigaci¨®n sobre el Fichero de Penados podr¨ªa arrojar ahora m¨¢s datos sobre el caso. Y su digitalizaci¨®n, facilitar el rastreo a historiadores y familiares, que a diario acuden al Centro Documental de Salamanca en busca de respuestas.
Cruce de datos
Durante la presentaci¨®n del convenio de digitalizaci¨®n, el ministro de Cultura, Jos¨¦ Manuel Rodr¨ªguez Uribes, record¨® que el objetivo es ¡°reparar a las v¨ªctimas a trav¨¦s del conocimiento de la verdad, un derecho de todos los ciudadanos, adem¨¢s de apoyar el valor acad¨¦mico¡±. La decisi¨®n facilitar¨¢ el cruce de datos entre instituciones. El caso de Mar¨ªa Juana S¨¢nchez Guti¨¦rrez tambi¨¦n ilustra la importancia de esta labor. Afiliada a la Agrupaci¨®n Socialista de Puebla de Alcocer (Badajoz), su localidad natal, fue condenada a tres d¨¦cadas de presidio el 30 de noviembre de 1939, fecha que refleja el Fichero de Penados. La suya es una de esas tarjetas que presentan la intrigante raya roja, por lo que bien podr¨ªa descartarse que solo se utilizara en fallos de pena capital.
Los investigadores han identificado la vida penitenciaria de S¨¢nchez en el Archivo General de la Administraci¨®n, ubicado en Alcal¨¢ de Henares y otro de los beneficiados por el convenio. Gracias a esto se conoce que desfil¨® por las c¨¢rceles de Badajoz, M¨¢laga y Gerona. Enviud¨® poco antes del presidio, ten¨ªa 50 a?os y tres hijos que se criaron con unos t¨ªos. La familia qued¨® deshecha por la guerra, ese pudo ser el peor de sus castigos. Le concedieron la libertad condicional en diciembre de 1943. Entonces volvi¨® al pueblo y rehizo su vida; all¨ª las nuevas generaciones de militantes socialistas la han olvidado.
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