Alejandro Sawa, mucho m¨¢s que Max Estrella
Un ensayo traza la influencia del icono bohemio del Madrid de principios de siglo XX, que inspir¨® no solo el gran personaje de Valle-Incl¨¢n, sino tambi¨¦n otros de P¨ªo Baroja o Joaqu¨ªn Dicenta
Es imposible despojar al hombre de su gab¨¢n de mito. Andaluz hiperb¨®lico nacido en Sevilla, criado en M¨¢laga y estudiante de Derecho en Granada, el escritor y cronista Alejandro Sawa (Sevilla, 1862-Madrid, 1909) fue tambi¨¦n el icono de la bohemia de ese Madrid de principios del siglo XX que Valle-Incl¨¢n describi¨® como ¡°absurdo, brillante y hambriento¡±. Amigo de Verlaine y de Rub¨¦n Dar¨ªo durante su estancia en Par¨ªs y ap¨®stol del simbolismo hasta convertirse en m¨¢rtir de la causa, muri¨® ciego, menesteroso y con la raz¨®n perdida.
Pero a¨²n m¨¢s, Alejandro Sawa fue y contin¨²a siendo una figura tremendamente atractiva para la ficci¨®n, inspirador de escritores de su generaci¨®n y otros m¨¢s recientes, como lo retrata la profesora Roc¨ªo Santiago Nogales en el libro Alejandro Sawa, eterno personaje. M¨¢s all¨¢ de Max Estrella (Renacimiento), que realiza un exhaustivo an¨¢lisis de todos los personajes de la literatura de los que alguna vez se ha dicho que fueron inspirados por este bohemio desmesurado.
¡°Su figura sirvi¨® de inspiraci¨®n no solo a Valle-Incl¨¢n para crear al inmortal Max Estrella, sino tambi¨¦n a P¨ªo Baroja, Joaqu¨ªn Dicenta, Jos¨¦ Montero, Ernesto Bark o, m¨¢s recientemente, a Juan Manuel de Prada, Juan Diego Fern¨¢ndez y Pepe Cervera¡±, explica la autora, doctora internacional de Estudios Ling¨¹¨ªsticos y Literarios y docente e investigadora en la UNED.
Lo cierto es que el Alejandro Sawa escritor y el personaje ¡°son dos facetas que no se pueden desligar¡±. ¡°Como doctora¡±, explica Santiago, ¡°elijo al Sawa escritor; pero como apasionada de la literatura, me quedo con el personaje. Y m¨¢s a¨²n, con el personaje que hizo de s¨ª mismo en vida¡±. El sevillano que llega de Andaluc¨ªa a Madrid con 18 a?os, cargado de ideales, era excesivo, poco convencional, anticlerical ac¨¦rrimo y muy cr¨ªtico, se negaba a pasar la censura, ¡°de tal modo que ninguna de esas cualidades le favorecieron a la hora de buscarse un sustento¡±. Presid¨ªa casi siempre las reuniones literarias, ¡°se sab¨ªa de memoria sus art¨ªculos y los declamaba por las calles de Madrid a altas horas de la madrugada, alimentando su propia leyenda en vida. Se convirti¨® en todo un personaje fruto de sus an¨¦cdotas, de su propia apariencia y de su personalidad¡±, explica la profesora.
Sawa se qued¨® ciego en 1906, de tal modo que no pod¨ªa seguir escribiendo si no era dictando a su esposa, la francesa Jeanne Poirier, a la que conoci¨® en sus a?os parisinos y que comet¨ªa terribles errores ortogr¨¢ficos en castellano. Pocos a?os despu¨¦s, una encefalopat¨ªa le hizo perder la cabeza. ¡°Ciego, loco y pobre¡±, relata la autora, muri¨® en la calle del Conde Duque de Madrid en 1909, sin haber cumplido los 47 a?os.
Con todos estos ingredientes, Sawa pas¨® de autor a personaje casi de una manera natural. ¡°De hecho, hasta el ¨²ltimo tercio del siglo XX no comenz¨® su verdadero rescate como escritor¡±, reconoce la profesora. ¡°Gracias a estudios acad¨¦micos, a las nuevas ediciones de sus obras y a la recopilaci¨®n de sus art¨ªculos, hemos podido conocer al autor que hab¨ªa detr¨¢s del eterno personaje. Es cierto que su producci¨®n como novelista no es muy amplia y se concentra en sus primeros a?os de juventud, pero su labor como cronista fue ampl¨ªsima. Sin olvidar Iluminaciones en la sombra, su mejor obra, que lamentablemente fue p¨®stuma porque no tuvo dinero para financiar la publicaci¨®n¡±. Su oposici¨®n f¨¦rrea a la censura le cost¨® la retirada de no pocas colaboraciones en los peri¨®dicos, lo que tambi¨¦n redujo su actividad. ¡°Todo ese c¨²mulo de circunstancias hizo que la literatura de primer orden lo arrinconase¡±, relata Santiago.
Su rescate se ha producido en las ¨²ltimas d¨¦cadas. ¡°Hasta entonces tan solo hab¨ªa sido un escritor maldito, bohemio y olvidado en el que Valle se bas¨® para escribir Luces de bohemia. Tanto es as¨ª que al final acab¨® siendo solo Max Estrella¡±, a?ade. En esta recuperaci¨®n es fundamental la publicaci¨®n de la biograf¨ªa de Alejandro Sawa firmada por la profesora granadina Amelina Correa (Fundaci¨®n Jos¨¦ Manuel Lara, 2009), que se acompa?¨® con la colocaci¨®n de una placa conmemorativa en su casa natal, en la calle San Pedro M¨¢rtir de Sevilla. La placa luce el famoso Epitafio que le escribi¨® a Sawa su amigo Manuel Machado: ¡°Jam¨¢s hombre m¨¢s nacido para el placer fue al dolor m¨¢s derecho¡±.
De P¨ªo Baroja a Joaqu¨ªn Dicenta
Pero m¨¢s all¨¢ de los dos personajes m¨¢s trascendentes, Max Estrella en Luces de bohemia (Valle Incl¨¢n, 1924) y Rafael Villas¨²s en El ¨¢rbol de la ciencia (P¨ªo Baroja, 1911), la autora destaca la aproximaci¨®n que hace Joaqu¨ªn Dicenta al crear el personaje Alejandro Nava en Encarnaci¨®n. ¡°Los personajes inspirados en Sawa revelan algo del escritor bohemio, pero lo hacen m¨¢s de los autores que lo retratan. P¨ªo Baroja, que no simpatizaba con la vida bohemia, crea personajes inspirados en el sevillano de mala vida y a los que se refiere como desharrapados, mientras que Valle lo hace superior moral e intelectualmente a todo el espectro social madrile?o. Dicenta no hace una cosa ni la otra. Era ¨ªntimo amigo suyo y opta por ce?irse a sus vivencias con ¨¦l. Se trata del reflejo m¨¢s cercano a la realidad¡±, analiza la autora.
El libro, que termina con las recreaciones de Juan Manuel de Prada en Las m¨¢scaras del h¨¦roe (1996), Juan Diego Flores en Alejandro Sawa y la santa bohemia (2009) y Pepe Cervera con Alguien deber¨ªa escribir un libro sobre Alejandro Sawa (2016), arranca con el propio autorretrato que hace de s¨ª mismo el sevillano en Declaraci¨®n de un vencido (1887), donde ya desde el t¨ªtulo dibuja l¨²cidamente la perfecta imagen del fracaso. Un gran contraste con la paradoja de la eternidad con la que le siguen bendiciendo sus personajes.
Babelia
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