Romeo Castellucci impacta con su versi¨®n del ¡®R¨¦quiem¡¯ de Mozart en Valencia
La muy exigente actuaci¨®n del Cor de la Generalitat recibe el aplauso m¨¢s c¨¢lido del p¨²blico en el estreno de la misa de difuntos convertida en celebraci¨®n de la vida en el Palau de les Arts
Cantan mientras bailan, se tumban, se levantan, se desnudan, se visten, entran, salen, nacen y mueren. No dejan de cantar y de actuar embozados detr¨¢s de sus mascarillas en la prueba, tal vez, m¨¢s exigente a la que jam¨¢s se ha sometido el reputado y experimentado Cor de la Generalitat valenciana. Por eso, cuando en la noche del jueves cay¨® definitivamente el tel¨®n del Palau de les Arts y el p¨²blico empezaba a desfilar por los pasillos, se escuch¨® un grito colectivo de euforia entre las bambalinas. Un grito liberador y de satisfacci¨®n de los cantantes que vino a cerrar el sonoro y prolongado aplauso del p¨²blico en el estreno del impactante R¨¦quiem de Mozart escenificado, iluminado y vestido por Romeo Castellucci.
No era para menos porque el tour de force es de los que no se olvidan, incluso para un coro que ha cantado colgado boca abajo en las alturas en uno de los artefactos esc¨¦nicos de la Fura dels Baus. Pero la propuesta del aclamado director italiano de teatro es m¨¢s completa y arriesgada porque deja m¨¢s expuesta a la formaci¨®n, que debe sacar a relucir todo su talento art¨ªstico, al acentuarse a¨²n m¨¢s un protagonismo ya marcado en la misa de difuntos del compositor de Salzburgo, con la que la ¨®pera valenciana ha inaugurado esta temporada.
Cuando el nuevo director musical del Palau de les Arts, el neoyorquino James Gaffigan, que debut¨® con ¨¦xito en el foso, traz¨® con su batuta un inesperado movimiento y todos los cantantes callaron, desplom¨¢ndose al un¨ªsono sobre el escenario, parte del p¨²blico prorrumpi¨® en aplausos como si se acabara de cantar una popular aria de alguna conocida ¨®pera.
Fue un golpe de efecto teatral m¨¢s de los numerosos que conforman esta versi¨®n esc¨¦nica que destaca sobre todo por su impresionante despliegue visual y por convertir un r¨¦quiem en una celebraci¨®n de la existencia, en una fiesta mundana que incluye a la muerte como parte esencial del ciclo de la vida. Las danzas folcl¨®ricas, de reminiscencias mediterr¨¢neas, se repiten sobre el escenario, conectando las coreograf¨ªas. No pas¨® desapercibido el parecido de unas ellas con la danza de la Moma del Corpus Cristi de Valencia que simboliza la lucha entre la virtud y los siete pecados capitales
Las referencias son m¨²ltiples y polis¨¦micas. Incluso el coche accidentado, siniestro total, que aparece en el escenario y sobre el que los cantantes se postran en coreograf¨ªas individualizadas puede remitir a la perturbadora pel¨ªcula Crash, de David Cronenberg, basada en la novela hom¨®nima de J. G. Ballard, filme que, a su vez, ha inspirado a la cineasta francesa Julia Ducournau en la rompedora Titane, ganadora del ¨²ltimo festival de Cannes.
Es un r¨¦quiem pero no es triste, a pesar de que el montaje denuncia tambi¨¦n la acci¨®n destructiva de la humanidad a trav¨¦s del tiempo y a pesar de la belleza afligida de la m¨²sica de la misa de difuntos a la que se le han a?adido algunos motetes, tambi¨¦n de Mozart.
El continuo movimiento en escena y los contrastes pict¨®ricos, el tr¨¢nsito del minimalismo solitario al fest¨ªn multitudinario de colores y la mudanza constante ente el blanco al negro, dotan al montaje de un gran dinamismo y una intensa plasticidad que est¨¢n a punto de apabullar. Cuando el torrente esc¨¦nico se va a desbordar, la m¨²sica y los solos interpretados por el ni?o Juan Jos¨¦ Visquert, de la Escolan¨ªa de la Virgen de los Desamparados, salen a encauzarlo. Si al principio fue una mujer mayor, al final es un reci¨¦n nacido. Asombroso y sorprendente final, dif¨ªcil de olvidar, probablemente incluso para aquellos que no comulguen con el muy particular r¨¦quiem del innovador director teatral.
El nano fue uno de los m¨¢s aplaudidos, junto con el Cor y su director, Francesc Perales, que salieron a saludar al final, como corresponde a su protagonismo en este espl¨¦ndido y esperado montaje. No pudo abrir la pasada temporada del Palau de les Arts a causa de la pandemia. Dif¨ªcilmente, se pod¨ªan cumplir las medidas de seguridad con los 60 int¨¦rpretes (40 del Cor, m¨¢s una docena de bailarines, los cuatro solistas, los ni?os) que llegan a a haber sobre el escenario. Tambi¨¦n fueron aclamados la Orquestra de la Comunitat Valenciana (un valor seguro), su nuevo director, los solistas (la soprano rusa Elena Tsallagova, la mezzosoprano italiana Sara Mingardo, el tenor alem¨¢n Sebastian Kohlhepp y el bajo argentino Nahuel di Pierro), la directora de escena asociada, la italiana Silvia Costa (Castellucci no asisti¨® al estreno) y la core¨®grafa Evelin Facchini. El p¨²blico pudo disfrutar por fin de esta coproducci¨®n internacional de la ¨®pera valenciana con diversos teatros y festivales, como el de de Aix-en-Provence, donde se estren¨® hace dos a?os con excelentes cr¨ªticas.
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