La inquietante pregunta que guarda el ¡®Guernica¡¯
Dado el clima pol¨ªtico casi fratricida que existe hoy en Espa?a, ?habr¨ªa consenso entre los partidos para repatriar el cuadro de Picasso si estuviera todav¨ªa en el MoMA de Nueva York?
Durante la ocupaci¨®n de Par¨ªs por los nazis en la Segunda Guerra Mundial un oficial alem¨¢n le mostr¨® a Picasso una reproducci¨®n del Guernica. ¡°?Este cuadro lo ha hecho usted?¡±, le pregunt¨® con un tono amenazante. ¡°No, este cuadro lo has hecho t¨²¡±, le contest¨® Picasso. Cuando alg¨²n joven me pregunta en qu¨¦ consisti¨® la Transici¨®n siempre me acuerdo de lo que me cont¨® un d¨ªa bajo la c¨²pula del hotel Palace de Madrid el arquitecto Josep Llu¨ªs Sert, sobrino del famoso pintor muralista Josep Mar¨ªa Sert. Este arquitecto hab¨ªa creado el pabell¨®n espa?ol de la Exposici¨®n Internacional que se celebr¨® en Par¨ªs en 1937, donde se expuso el Guernica. El cuadro, que le hab¨ªa sido encargado al pintor por el Gobierno de la Rep¨²blica en plena Guerra Civil, se convirti¨® muy pronto en un alegato universal de la izquierda contra el terror de las fuerzas reaccionarias.
Durante la dictadura, el nombre de Picasso y el cuadro del Guernica en concreto concitaron un odio visceral por parte de los franquistas. Un viernes 21 de noviembre de 1971, un grupo de seis individuos embozados con boina y camisa azul irrumpieron violentamente en la galer¨ªa Theo de Madrid, donde se expon¨ªan 27 grabados de la Suite Vollard de Picasso. Amenazaron con una navaja a la empleada, apalearon al ¨²nico visitante que se encontraba all¨ª en ese momento, arrojaron ¨¢cido y pintura roja sobre los grabados, los machacaron con una maza y los rajaron a navajazos. El grupo se hac¨ªa llamar Comando de Lucha Antimarxista.
Bajo la c¨²pula del Palace el arquitecto Josep Llu¨ªs Sert me contaba: ¡°Si, en aquellos d¨ªas de Par¨ªs con Espa?a en llamas, entre los amigos que nos reun¨ªamos en el caf¨¦ de Flore alguien hubiera dicho que ese cuadro del Guernica un d¨ªa llegar¨ªa a Espa?a con un Borb¨®n en el trono, con un Calvo Sotelo presidente del Gobierno, con Dolores Ib¨¢rruri en el Congreso de los Diputados, con un cura, el padre Sope?a, como director del museo del Prado y el cuadro protegido por la Guardia Civil, lo habr¨ªamos tomado por una broma surrealista de Luis Bu?uel¡±. Cuando me pregunta alg¨²n joven por el esp¨ªritu de la Transici¨®n le digo que fue un clima pol¨ªtico que permiti¨® que este hecho fuera no solo posible, sino normal. Bien es cierto que durante varios a?os el Guernica expuesto en el Cas¨®n del Buen Retiro estuvo protegido por un cristal antibalas.
A m¨ª me parec¨ªa que el ¨²nico Guernica verdadero era la reproducci¨®n de 20x50 cent¨ªmetros que los progres de entonces ten¨ªamos clavada con cuatro chinchetas en nuestra habitaci¨®n. Hay muchas teor¨ªas sobre el motivo que sirvi¨® de inspiraci¨®n a Picasso para pintar ese cuadro. Josep Renau, entonces director general de Bellas Artes, quien le encarg¨® la obra, dice que la tragedia de la ciudad de Guernica le sirvi¨® solo para dar nombre al cuadro, puesto que el domingo 26 de abril de 1937, la fecha del bombardeo, la obra ya estaba en plena ejecuci¨®n o casi terminada. Algunos cr¨ªticos opinan que el cuadro es en realidad la uni¨®n de una tauromaquia y los desastres de la guerra de Goya. Todos los ojos que pint¨® en el Guernica, los del toro, los del caballo, los de todas las mujeres que aparecen en el cuadro, son siempre los ojos de Dora Maar, su amante.
El director de fotograf¨ªa Jos¨¦ Luis Alcaine cuenta que en su primer viaje a Par¨ªs en 1965 compr¨® una reproducci¨®n del Guernica que presidi¨® su estudio durante 18 a?os. Lo estuvo observando obsesivamente todo ese tiempo hasta el ¨²ltimo detalle y su obsesi¨®n por las im¨¢genes le llev¨® a descubrir un hecho ins¨®lito. Cuando pasaron en 2006 en la segunda cadena de TVE Adi¨®s a las armas, la pel¨ªcula de Frank Borzage, de 1932, con Gary Cooper y Helen Hayes, este cineasta peg¨® un salto en el sill¨®n. En la secuencia del bombardeo de la carretera, Alcaine descubri¨® que estaban con un mismo tr¨¢velin de derecha a izquierda todas las im¨¢genes del Guernica, el caballo relinchando, la mujer que clama al cielo, el dibujo en la puerta del fondo, el incendio de la casa, el muerto yacente con la mano abierta hacia el cielo, el sable roto, la oca que grita, la mujer con el ni?o en el regazo y otra que huye con los brazos abiertos. Y el toro, que seg¨²n su teor¨ªa es el autorretrato del propio Picasso, como ya se pint¨® otras veces, presidiendo su obra. ¡°Yo no busco, yo encuentro¡±, dec¨ªa Picasso, y puede que fuera verdad en este caso.
Existen incontables interrogantes sobre el Guernica, pero, sea como sea, su carga energ¨¦tica sigue muy activa y de hecho ese cuadro hoy todav¨ªa plantea una pregunta fat¨ªdica. Dado el clima pol¨ªtico casi fratricida que existe en Espa?a, si el Guernica estuviera todav¨ªa en el MoMA de Nueva York, ante la posibilidad de repatriarlo, ?habr¨ªa consenso entre los partidos? ?Qu¨¦ pasar¨ªa si el voto decisivo dependiera de la extrema derecha? En este caso la respuesta tambi¨¦n est¨¢ en el viento.
Babelia
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