Una expedici¨®n localiza el legendario barco ¡®Endurance¡¯ de Shackleton en su tumba en la Ant¨¢rtida
El bergant¨ªn, que se hundi¨® en el mar de Weddell en 1915 tras quedar atrapado en el hielo un a?o, se encuentra a 3.000 metros de profundidad en bastante buen estado
Una expedici¨®n cient¨ªfica a bordo del buque S. A. Agulhas II ha hallado el Endurance, probablemente el barco m¨¢s legendario de la historia de la exploraci¨®n polar con permiso del Fram, el Terra Nova, el Discovery y las tr¨¢gicas naves de Franklin (Erebus y Terror), de las que no se salv¨® nadie. El descubrimiento, en el mar de Weddell, la puerta de entrada de la Ant¨¢rtida, y a 3.000 metros de profundidad, es relativo, pues el paradero del bergant¨ªn, que se hundi¨® el 21 de noviembre de 1915 aplastado por el hielo en el que estaba atrapado desde hac¨ªa un a?o, qued¨® registrado por la tripulaci¨®n. Los 28 hombres se salvaron todos gracias a su empe?o y coraje y a la forma magistral en que su l¨ªder, Ernest Shackleton, resolvi¨® la situaci¨®n de quedar varados en uno de los lugares m¨¢s inh¨®spitos del mundo, en la que est¨¢ considerada una de las mayores haza?as de la aventura polar y que hizo honor por elevaci¨®n al nombre del barco: Endurance (resistencia).
El capit¨¢n del barco, Frank Worsley, realiz¨® cuidadosas mediciones con sextante y cron¨®metro del lugar en que el hielo se zamp¨® su nav¨ªo, mientras que el fot¨®grafo de la expedici¨®n, Frank Hurley, retrat¨® minuciosamente el lento naufragio en la banquisa y consigui¨® salvar un centenar de negativos de manera que hoy podemos contemplar el final del Endurance. De hecho, el barco y su tumba acu¨¢tica est¨¢n protegidos como sitio y monumento hist¨®rico. No obstante, quedaba por verlo all¨¢ abajo, y encontrar el lugar al que hubiera sido arrastrado por la corriente. El barco ha resultado estar, 106 a?os despu¨¦s de su hundimiento, a unos 7,5 kil¨®metros del punto anotado por Worsley. Puede parecer cerca, pero encontrarlo en el helado mar de Weddell en las dif¨ªciles condiciones que pueden imaginarse no ha sido moco (congelado) de pavo.
El S. A. Agulhas II ha aprovechado para buscar el Endurance durante una misi¨®n de investigaci¨®n de la barrera de hielo Larsen. La expedici¨®n, que ha contado con modernos veh¨ªculos subacu¨¢ticos operados a distancia, ha podido fotografiar en el fondo al Endurance, del que no se puede extraer nada. El ¡°noble, valeroso, valiente barquito con agallas¡±, como lo describi¨® su tripulaci¨®n en sus ¨²ltimos momentos, est¨¢ de pie, erguido, orgulloso en el fondo, y en la popa se puede leer todav¨ªa su nombre. No parece que ondee a¨²n la bandera azul que iz¨® Shackleton antes de abandonar el barco, pero desde la inmensa profundidad fr¨ªa de los abismos ant¨¢rticos parece llegarnos el eco animoso de la despedida de su tripulaci¨®n, que le dijo adi¨®s mientras se hund¨ªa lanz¨¢ndole tres hurras.
Contaban aquellos exploradores que poco antes de hundirse, el Endurance recibi¨® la visita de unos espectadores singulares: una bandada de ocho ping¨¹inos emperador que se acercaron solemnes al barco atrapado, lo miraron intensamente y luego, levantando la cabeza, emitieron un lamento fantasmal.
Todo eso forma parte de la leyenda del Endurance, de tres palos y chimenea (se impulsaba tambi¨¦n a vapor por carb¨®n), construido en Noruega para realizar cruceros tur¨ªsticos por el ?rtico (?!) y viajes de caza. Shackleton lo reclut¨® como el barco de su Expedici¨®n Imperial Transant¨¢rtica, que tras desembarcar en la costa desde el mar de Weddell, deb¨ªa atravesar el continente hasta el mar de Ross pasando por el Polo Sur, que ya hab¨ªa sido conquistado por Amundsen en diciembre de 1911. Shackleton ve¨ªa el nuevo reto como una forma de reivindicar la exploraci¨®n polar brit¨¢nica tras el fracaso (heroico) de Scott y como ¡°la ¨²ltima gran aventura en el Ant¨¢rtico¡±. Partieron ya con malos augurios, pues justo antes de zarpar estall¨® la I Guerra Mundial, y de hecho, Shackleton ofreci¨® el Endurance a la Marina Real para ir a pelear no con el hielo sino con los alemanes. Quiz¨¢ de haberlo enrolado el barco no estar¨ªa hoy hundido en la Ant¨¢rtida sino en las islas Cocos.
El Endurance se adentr¨® en la zona de hielos alrededor del continente blanco en diciembre de 1914 y naveg¨® 1.600 kil¨®metros hasta quedar completamente bloqueado a 137 kil¨®metros de su destino, la bah¨ªa de Vahsel, en el mar de Weddell, el 19 de enero de 1915. Ya no se mover¨ªa, excepto por la deriva del hielo, durante nueve meses que Shackleton y su tripulaci¨®n pasaron con un fr¨ªo optimismo que se iba desvaneciendo a medida que ve¨ªan que aquello no se abr¨ªa. El hielo que lo aprisionaba fue aferr¨¢ndose al barco como la tripulaci¨®n al Holand¨¦s errante en Piratas del Caribe (en otras latitudes) y Shackleton se dio cuenta de que el Endurance estaba condenado, pues ¡°ning¨²n barco construido por el hombre podr¨ªa resistir esa presi¨®n¡±.
Se dio orden de abandonar el nav¨ªo y emprender una simp¨¢tica marcha por el hielo inestable hacia tierra firme, que estaba a medio millar de kil¨®metros. Antes, los expedicionarios, que hab¨ªan montado un campamento a tiro de piedra del barco, extrajeron minuciosamente de este todo lo que pudiera ser ¨²til y transportable, incluidos botes y el famoso peque?o ballenero James Caird, que tan de provecho les ser¨ªa y que arrastraron sobre la banquisa. Lo que debe de quedar hoy a bordo del Endurance es lo que no pudieron llevarse, incluida la Enciclopedia Brit¨¢nica, de la que solo cogieron un par de tomos, por si se aburr¨ªan.
Antes de marcharse, los exploradores vieron c¨®mo se hund¨ªa el barco, de noche. ¡°Es dif¨ªcil decir lo que siento¡±, anot¨® Shackleton en su diario. ¡°Para un marino, su barco es m¨¢s que un hogar flotante. Ahora crujiendo y temblando, su madera se rompe, sus heridas se abren y va abandonando lentamente la vida en el comienzo mismo de su carrera¡±. ¡°Estamos sin hogar y perdidos en un mar de hielo¡±, escribi¨® por su parte Hurley. Mientras que otro tripulante apunt¨® que los ruidos de la presi¨®n del hielo contra el casco ¡°parec¨ªan los gritos de una criatura viva¡±.
A la ma?ana siguiente de desaparecer el Endurance, Shackleton mand¨® aligerar el equipaje y sobre el hielo quedaron multitud de objetos (que no vamos a encontrar en el barco): el propio l¨ªder dej¨® un pu?ado de monedas de oro, su reloj, sus cepillos de plata, su neceser y la Biblia regalo de la reina Alejandra, de la que solo se llev¨® unas p¨¢ginas de Salmos y unos versos del Libro de Job, cuya lectura no les alegrar¨ªa precisamente la excursi¨®n y que suenan a epitafio del bergant¨ªn: ¡°?De qu¨¦ entra?a lleg¨® el hielo? / Y la blanca escarcha del cielo, ?qui¨¦n la engendr¨®? / Las aguas est¨¢n escondidas, como por una piedra / y el rostro de las profundidades est¨¢ helado¡±.
M¨¢s triste fue tener que matar a las mascotas del barco: varios perros y el gato Se?ora Chippy, uno de los pocos animales de compa?¨ªa polares que tiene biograf¨ªa propia. La expedici¨®n ya sin barco vivi¨® una aut¨¦ntica ordal¨ªa en el hielo. Uno de esos viajes que dan la raz¨®n a Apsley Cherry-Garrad cuando dijo que la exploraci¨®n polar es la forma m¨¢s radical y m¨¢s solitaria de pasarlo mal que se ha concebido. Pero se salvaron todos. Avanzaron lentamente a trav¨¦s del hielo y llegaron a la isla Elefante. Desde all¨ª, Shackleton y cinco compa?eros navegaron en el James Caird en una singladura ¨¦pica de 1.287,5 kil¨®metros hasta las Georgias del Sur, desde donde organizaron el rescate del resto. Con su animoso mando, que impidi¨® que cundiera el des¨¢nimo y por negarse a sacrificar a sus hombres por la consecuci¨®n de los objetivos como hizo Scott, Shackleton se ha erigido desde entonces como un noble ejemplo de liderazgo.
El Endurance se localiza pocas semanas despu¨¦s de que se anunciara el paradero de otro barco legendario de la historia de la exploraci¨®n, el Endavour del capit¨¢n James Cook, y en la estela del hallazgo sensacional en aguas del Canad¨¢ de los barcos de la malhadada expedici¨®n de Franklin en busca del paso del Noroeste, el Erebus y el Terror. Otro gran barco de la exploraci¨®n de los polos, el Fram de Nansen y Amundsen, se encuentra a buen recaudo en su propio museo en Oslo y es visitable: los barcos de los noruegos, a diferencia de los de los brit¨¢nicos, no hay que buscarlos bajo el agua...
Babelia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.