Dejen el catolicismo en manos de los pecadores
Cada vez hay m¨¢s procesiones pero menos creyentes. Es hora de reconocer todo lo que los herejes han hecho por la religi¨®n
Cada vez hay menos creyentes pero m¨¢s procesiones. Las iglesias se vac¨ªan, las calles se llenan. Las facetas espiritual, ritual y social del catolicismo jam¨¢s estuvieron tan separadas y la sobrenatural cotiza a la baja entre tanta plaga moderna. Para colmo, el Alt¨ªsimo parece haber puesto la musical en manos de herejes como C. Tangana y Zahara, pero los ortodoxos, que han perdido el olfato para detectar la santidad milenial, tambi¨¦n han olvidado todo lo que la religi¨®n debe a los pecadores.
En 1962 Pier Paolo Pasolini acudi¨® a As¨ªs para participar en un di¨¢logo entre la Iglesia y artistas no cat¨®licos. Ten¨ªa 40 a?os y todos los defectos posibles: era homosexual, comunista y provocador. Fascinado por la versi¨®n de la vida de Cristo redactada por San Mateo, decidi¨® adaptarla al cine arriesg¨¢ndose ¡°incluso a los peligros del esteticismo¡±: Bach y Mozart para la m¨²sica; Piero della Francesca y Duccio para ¡°la inspiraci¨®n figurativa¡±; la realidad ¡°prehist¨®rica y ex¨®tica¡± del mundo ¨¢rabe como ambiente.
As¨ª se lo explic¨® al productor en una carta citada por Miguel Dalmau en la reciente Pasolini, el ¨²ltimo profeta (Tusquets). Escrita con buen pulso narrativo, la biograf¨ªa peca a veces de sobreproteger una obra que se protege sola. As¨ª, al recordar una mala cr¨ªtica en Le Nouvel Observateur, Dalmau nos escatima la identidad de quien la firm¨® porque, sostiene, su nombre ¡°no merece manchar esta p¨¢gina¡±. Curiosa forma de defender a un hereje: ser m¨¢s papista que el Papa. Para El Evangelio seg¨²n San Mateo Pasolini opt¨® por un reparto familiar: a sus amigos Natalia Ginzburg (Mar¨ªa de Betania), Giorgio Agamben (Felipe), Enzo Siciliano (Pedro) y Alfonso Gatto (Andr¨¦s) se les sum¨® su propia madre, Susanna Colussi, en el papel de la Virgen Mar¨ªa. Si el rubicundo Luis Goytisolo, elegido para interpretar a Jes¨²s, hubiera aceptado el papel, el resultado habr¨ªa parecido, en efecto, inspirado por Piero, pero el rostro cejijunto de Enrique Irazoki, el Cristo final, lleva m¨¢s a pensar en Caravaggio.
La pel¨ªcula, bendecida por el Vaticano, tiene en el fondo algo de justicia po¨¦tica hacia el pendenciero artista barroco. Tras recibir el encargo de pintar un tr¨ªptico sobre el evangelista recaudador para la iglesia de los franceses de Roma, Caravaggio vio rechazada la primera versi¨®n de su San Mateo y el ¨¢ngel por exceso de realismo y de cercan¨ªa f¨ªsica entre el viejo escritor y su alado inspirador adolescente. Destruido en Berl¨ªn durante un bombardeo, solo la belleza de la segunda versi¨®n puede competir con el mito de aquella p¨¦rdida.
Tambi¨¦n entre el realismo y el idealismo se mueve Sed, la fulgurante autobiograf¨ªa del hijo de Dios que Am¨¦lie Nothomb acaba de publicar en Anagrama (versi¨®n de Sergi P¨¤mies). Como si Beckett hubiera retocado un guion de los Monty Python, Sed alterna reflexiones sobre el cuerpo o la soledad con escenas hilarantes como el juicio contra el Mes¨ªas, al que acuden como testigos de la acusaci¨®n muchos beneficiarios de sus milagros. La vida normal les parece un infierno: no era ese el cielo que les hab¨ªan prometido. De todo empieza a hacer ya dos mil a?os.
Babelia
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